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Des Moines, Iowa.— En el pasillo que lleva a la pista de baloncesto del YMCA del sur de Des Moines sólo se oye un grito: “¡Bernie, Bernie, Bernie!”. Pero no lo hace al estilo anglosajón: tiene un aire latino, muy mexicano. Bernie Sanders, el septuagenario senador de Vermont autodenominado socialista, es sin duda el favorito, el indiscutible.
El “Tío Bernie” no tiene rival entre la población latina en los caucus de Iowa, primera estación del proceso de primarias estadounidenses que debe definir los contendientes en las presidenciales de noviembre.
“Se me hace que es una persona seria (…) Los latinos esperamos mucho, que haga mucho por nosotros”, comenta a EL UNIVERSAL la zacateca Yolanda Linda Jáuregui-Díaz, quien se ríe al ser cuestionada sobre a quién da su apoyo, como si la pregunta fuera absurda por la presumible respuesta evidente. “Cada rato me preguntan eso y han ido a la casa y siempre respondo lo mismo: Bernie Sanders”, sentencia, mientras su hijo que la acompaña asiente con la cabeza y empieza a enumerar las razones por las que Bernie es la mejor opción para la comunidad latina.
Por primera vez en la historia el Partido Demócrata autorizó que en los caucus se hablara español. Y el del YMCA es el único totalmente de habla hispana. “Uno no entiende el idioma y eso nos crea problemas. Estoy interesado y quiero saber qué pasa, qué hablan”, explica a este diario Arturo Zamora, michoacano que lleva más de tres décadas en Iowa.
A Jáuregui-Díaz, quien ya había participado en unos caucus hace cuatro años, antes le costaba entender “algunas cosas”: ahora le podrá poner “más atención”.
Según un estudio del Pew Research Center, la población latina será en esta elección de 2020 la minoría racial con mayor número de electores: más de 32 millones de personas serán elegibles para votar, 13.3% del total. Es una cifra muy por debajo de los 60 millones de latinos que se estima que hay en Estados Unidos, la mayoría mexicanos, pero los convierte en un grupo extremadamente importante.
No lo son tanto en Iowa, un estado predominantemente blanco con sólo 6.2% de población latina. Sin embargo, el trabajo de la campaña de Bernie Sanders con los latinos, trabajando a pie de calle y creando una organización potente, lo ha convertido en el favorito.
Como todo el resto de asistentes, Zamora lleva en su solapa un sticker de Bernie. “Híjole, quiero a Bernie porque hay mucha gente latina que quiere progresar, trabajar, y un gobierno nuevo para que nosotros los mexicanos salgamos hacia arriba, pues”, dice para justificar su apoyo al veterano senador de Vermont.
Al cerrar esta edición, no había resultados definitivos de los caucus de Iowa, importantes no tanto por el número de delegados que reparte (sólo 41 de los mil 991 que se necesitan para ganar la nominación presidencial demócrata) sino por la tendencia que marca de cara al futuro, y el historial de tener buena mano en elegir al que después será el candidato del partido a la elección.
El retraso en la difusión de resultados generó cierto nerviosismo, lo que llevó al Partido Demócrata en Iowa a emitir una declaración señalando que “estamos haciendo nuestros chequeos de control de calidad, asegurándonos que las cifras son exactas”. Los primeros recuentos auguraban una gran noche para Sanders y no tan buena para el exvicepresidente Joe Biden, inviable en muchos distritos.
Claudia Wood fue una de las afectadas por el poco apoyo a Biden. Su precinto, el 66 de Des Moines, terminó pronto el conteo: más de la mitad de los 89 inscritos fueron por un energizado Sanders. Wood, septuagenaria como su candidato favorito, terminó dando su voto por la senadora Elizabeth Warren.
“Trump me aterroriza”, confiesa a este diario, dando a entender que en noviembre apoyará a cualquier candidato demócrata. Sobre su apuesta por Warren, justifica que lo más importante para ella es que el candidato sea capaz de derrotar a Trump. Y cree que la senadora oir Massachusetts podría conseguirlo.
“Todos tienen ideas parecidas: mejoras en salarios, sanidad, cambio climático (…) son buenas ideas, pero Elizabeth puede ganar [en los estados del sur]”, argumenta.
El Lincoln High School de Des Moines es un hervidero de gente que se mueve de un lado para otro de las entrañas de un instituto que alberga hasta cuatro caucus distintos. En uno de ellos está presente Julián Castro, excandidato presidencial (único latino de la contienda, retirado hace unas semanas) que ha unido fuerzas con Warren. Todavía no eran las siete de la tarde, hora de inicio de los caucus, y Castro estaba persuadiendo a votantes, dando su opinión del porqué Warren tiene que liderar Estados Unidos en el futuro.
Warren era una de las opciones que barajaba Melissa, treinteañera que se quedó sin candidato en el precinto 68 después que su favorito, el empresario Tom Steyer, quedara lejos de ser viable. “Lo que quiero es alguien nuevo que rompa con todo lo que hay”, comentó a este diario. Al final se decantó por el exalcalde de South Bend (Indiana), el joven Pete Buttigieg, quien terminó ganando en ese precinto.
Antes del cambio de candidato hubo una segunda ronda de manifestación de preferencias posterior a un acoso para seducir el voto de cualquier forma, ya fuera apelando a vínculos familiares o con regalos en forma de productos del candidato ganador. Después vienen los recuentos definitivos y la distribución de delegados: todo un proceso que roza el surrealismo, como un viaje al pasado.
El caucus es un espectáculo digno de ver, donde vecinos se reúnen en lugares como gimnasios, cafeterías de institutos o aulas escolares para mostrar públicamente su apoyo a un aspirante. Una asamblea como las de antes, donde el poder de la persuasión y la palabra determinan el futuro político de una comunidad. Es un evento con gritos, vítores, confusiones, sumas y restas con papel y pluma, oratoria, micrófonos que no funcionan, alegría desbordada en la victoria, decepción resignada en la derrota. Una sensación de democracia y diálogo que, para algunos de los asistentes, es lo que le falta ahora mismo a Estados Unidos.
Ayer también hubo caucus en el Partido Republicano, pero era tan escasa la posibilidad de sorpresa que nadie prestó la mínima atención. Donald Trump, a pesar de que tenía dos rivales que tratan de hacerle sombra, arrasó tal y como se esperaba.