Luca Trapanese es soltero, gay y en julio de 2017 adoptó a Alba, una bebé con síndrome de Down, después de que 20 familias la hubieran rechazado, según asegura él.
En noviembre, el italiano de 41 años publicó el libro Nata per te ("Nacida para ti"), coescrito con Luca Mercadante, sobre su experiencia como papá.
El programa de radio Outlook, de la BBC, lo entrevistó y aquí reproducimos su testimonio:
Cuando tenía 14 años, mi mejor amigo, Diego, descubrió que tenía cáncer terminal. Cuando me lo contó, decidí nunca separarme de él.
Lo acompañé en el hospital y siempre estuve ahí para él cuando me necesitó.
Habría hecho cualquier cosa por él, así que me quedé a su lado a lo largo de toda esa dolorosa experiencia, hasta el mismo final.
La muerte de Diego me dejó con una profunda consciencia de lo que significa vivir con una enfermedad.
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Por eso me hice voluntario en una iglesia de Nápoles para ayudar a gente con enfermedades críticas y niños con discapacidades.
Fue una experiencia maravillosa y conocí muchas personas que se convirtieron en amigos de toda la vida.
Este periodo llevó a Luca a darse cuenta de lo que quería hacer con su vida: ayudar a la gente necesitada, y creyó que la mejor forma de hacerlo era convertirse en sacerdote católico:
Ingresé en el seminario a los 25 años. Pasé dos años ahí, hasta que conocí a un hombre y me enamoré de él.
Dejar el seminario no fue difícil para mí. Mis amigos y familiares fueron muy comprensivos.
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Mi compañero y yo pasamos 11 años juntos y fue la historia de amor más bonita de mi vida.
Juntos fundamos nuestra propia organización de caridad en Nápoles para personas con discapacidades.
Gracias a su fundación, Luca ha formado fuertes vínculos con muchas personas, que se han convertido en lo que él llama su "familia extendida". Uno de ellos es Francesco, hijo de una profesora retirada, Florinda, y que oficialmente se convirtió en su familiar.
(Francesco) es dos años menor que yo y tiene una discapacidad mental. Nos hicimos amigos rápido. Está lleno de vida, le gusta ir al teatro, leer noticias y es muy afectuoso.
Un día, Florinda me preguntó si podía ayudarla. Le preocupaba lo que pasaría con Francesco después de la muerte de ella, ya que no tenía otros parientes que pudieran cuidarlo.
Me preguntó si podía adoptarme para que Francesco tuviera un hermano.
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Al principio dudé, temía que mis padres biológicos pensaran que los estaba traicionando. Pero cuando hablé con ellos, me dieron su permiso inmediatamente.
Fuimos a la corte y ahora tengo dos mamás. Francesco estuvo ahí también. Entendió lo que estaba pasando y empezó inmediatamente a tratarme como familia, lo que significa que a veces llega a mi apartamento sin avisar, para conversar.
Mi compañero y yo siempre hablábamos de adoptar un hijo y ambos coincidíamos en que solo adoptaríamos a un niño discapacitado.
Lamentablemente, hace unos años terminé con mi compañero y me mudé a vivir solo.
Fue muy difícil porque todavía quería ser papá, pero en Italia los padres solteros todavía no podían adoptar.
Después las cosas cambiaron y a inicios de 2017 pude ofrecerme a adoptar niños.
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Me dijeron que solo me darían niños con enfermedades, discapacidades severas o problemas de comportamiento, un niño que hubiera sido rechazado por todas las familias tradicionales.
Yo estuve completamente de acuerdo. Gracias a mi experiencia personal, sabía que tenía los recursos necesarios para lidiar con los problemas que tuviera el niño.
En julio de 2017 me llamaron y me dijeron que tenían una niña para mí, su nombre era Alba y tenía 13 días de edad.
Tenía síndrome de Down. La madre la había abandonado al nacer y había sido rechazada por más de 20 familias.
Luché para contener mi alegría. Dije que sí inmediatamente.
Corrí al hospital para recogerla. Estaba en una cuna pequeñísima, sola.
Cuando la tuve en mis brazos, me llené de júbilo. Sentí que era mi hija inmediatamente. Supe que estaba listo para ser su padre.
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Los primeros días quise pasarlos solo con ella. No quería que mis mamás estuvieran ahí porque me iban a estar diciendo 'no hagas esto', 'no hagas lo otro'.
Así que la llevé a la casa de campo de mi familia para crear vínculos con ella y fueron los momentos más dulces.
Luego organicé una fiesta para presentarla a mi familia extendida. Todos mis parientes estaban ahí, así como mis amigos del trabajo caritativo.
Alba tiene 18 meses. Tiene una personalidad muy fuerte y puede ser muy terca a veces. Le gusta jugar y bailar todo el día.
Le encanta estar con otras personas, así que la llevo a caminar al parque, a los museos o a trabajar conmigo, que le encanta.
(La niña) revolucionó completamente mi vida. Ahora todo gira en torno a ella. Me trajo felicidad y una sensación de plenitud.
Estoy orgulloso de ser su padre. Nunca fue mi segunda opción. Yo la quería a ella.
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Ahora veo un futuro para mí: pasaré el resto de mi vida con una niña a la que quiero y haremos muchas cosas maravillosas juntos.
Nuestra historia destruye muchos estereotipos sobre la paternidad, la religión y la familia. No fue intencionado. No es nada más que nuestra historia.
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