San José.— Estados Unidos necesitó sólo cinco días de la semana pasada para desenfundar las dos primeras rondas de sanciones al presidente de El Salvador, , en castigo a sus dotes autoritarios que amenazan a la democracia salvadoreña y a la presunta corrupción de personajes incondicionales del polémico mandatario.

La primera surgió el 17 de este mes cuando EU insertó en una lista negra a leales del gobernante, pero Bukele retó a Washington y corrió el 18 a arroparse a los brazos de China, a la que defendió como un confiable aliado.

La segunda llegó el viernes anterior, cuando la Agencia de EU para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) retiró la ayuda financiera a la Policía Nacional Civil y al (estatal) Instituto de Acceso a la Información Pública, y la reorientó a organizaciones no estatales para atacar la corrupción y vigilar los derechos humanos.

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USAID adujo que “tiene una preocupación profunda” por la medida que la Asamblea Legislativa de El Salvador adoptó el 1 de mayo. Bukele ordenó ese día a la Asamblea sustituir a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general por personas sumisas a su gobierno. El acto, descrito como golpe de Estado, afectó la separación institucional y consolidó el mando del gobernante sobre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Bukele tuiteó el mismo viernes que si a un salvadoreño se le pregunta en la frontera de México con EU sobre la razón para huir de El Salvador, 99.9% dirá que por desempleo e inseguridad y catalogó como “muy revelador” que la USAID “optó por dejar de financiar… ¡seguridad!”.

“¿Es el verdadero plan para crear más inmigración?”, dijo.

Asido al timón de la Asamblea, en la que domina a partir de este mes con 64 de los 84 diputados, Bukele logró el 18 la aprobación de un pacto de 2019 con China que, según el gobernante, es de “500 millones de dólares en inversión pública no reembolsable y sin condiciones”.

“Señor Presidente, nada de China viene sin condiciones”, tuiteó ese día la estadounidense Julie Chung, subsecretaria interina de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EU.

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“Ustedes son el mayor socio comercial de China”, le contestó el mandatario ese martes. “Estamos complacidos”, terció la embajada de China en El Salvador.

En visita a Washington en marzo de 2019 como mandatario electo, Bukele buscó congraciarse con el entonces presidente de EU, Donald Trump, en el pleito comercial con China y aseveró que el gigante asiático comunista “no” es una democracia y que sus dirigentes “no respetan las reglas del comercio” y “se meten con tu democracia”.

Al condicionar su amistad con China a que “no significa inversión o dinero, pero sí respeto”, destacó que, sin embargo, “ahora mismo no hemos visto eso de partes de ellos [los dirigentes de Beijing]”. Bukele visitó China en septiembre de 2019 y evitó repetir los reclamos.

Crisis

El roce Bukele-Chung exhibió el rápido deterioro del nexo Wa- shington-San Salvador que se agudizó el 1 de mayo anterior.

“Lo de la Sala [Constitucional] derramó el vaso”, dijo el economista salvadoreño Héctor Dada, de la (no estatal) Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Sociales, de San Salvador.

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“El presidente tenía apoyo de Trump. Cuando Joe Biden asumió [en enero de 2021] y condicionó la ayuda de EU al Triángulo Norte de Centroamérica [Honduras, Guatemala y El Salvador] al respeto a normas democráticas, Bukele profundizó la violación a la ley”, explicó Dada a EL UNIVERSAL.

“Bukele crea una dictadura donde la ley es su voluntad. No hay sentido democrático, sino tomar el poder absoluto y eso colocó a EU en situación complicada. Pero la resistencia debe venir de los salvadoreños y no del extranjero”, agregó. El presidente, de 39 años y cuyos primeros 24 de los 60 meses de mandato se cumplirán el próximo martes, alegó que “estamos limpiando nuestra casa” y que es un asunto interno que a nadie incumbe en el exterior y, ante el malestar de Washington, recordó que El Salvador “no es” protectorado ni colonia de EU.

Dinero

El alejamiento es sensible en momentos que la Casa Blanca busca girar unos 4 mil millones de dólares para el desarrollo socioeconómico del Triángulo y atacar la raíz de la migración irregular a EU. El nexo con EU es vital para El Salvador, que en 2019 y 2020 captó 11 mil 567 millones de dólares en remesas familiares en su mayoría de los más de 2 millones de salvadoreños que, legal o ilegalmente, viven en ese país, según datos oficiales.

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Al mostrar su molestia con el denunciado rumbo antidemocrático de Bukele, el Departamento del Tesoro de EU incluyó en una lista de corrupción a Carolina Recinos, jefa de gabinete de Bukele, y a Rogelio Rivas, ministro de Seguridad hasta marzo de 2021.

Washington podría intensificar la presión sobre el gobernante, con el recuerdo de que, apoyado por policías y militares, se tomó la Asamblea en febrero de 2020 para intentar imponerle su voluntad.