Madrid.— El año 2021 implicará un ejercicio de reconstrucción a múltiples niveles, en el que la humanidad deberá plantearse si es posible o incluso deseable regresar a la normalidad perdida a causa del coronavirus.
Los expertos señalan que esta interrogante estará presente en debates tan diversos como el de las dinámicas de cooperación y conflicto en el plano internacional, el papel de Estados Unidos en el mundo, la recuperación económica, el medio ambiente, la inmigración, la agenda urbana y la gestión del malestar social generado en parte por la pandemia. Además, pasarán a primer plano cuestiones tan cotidianas como el trabajo, la movilidad o el consumo, así como la vigencia y adaptabilidad del modelo de la construcción europea ante estos cambios.
2021 será un año de disyuntivas, que podría ser sinónimo de construcción o reconstrucción tras el paso de la pandemia. El mundo precoronavirus ya era profundamente desigual, pero las decisiones que se tomen este año, o bien corregirán o bien ampliarán esas desigualdades en muchos niveles, indica el informe del CIDOB (Barcelona Center for International Affairs), elaborado conjuntamente con EsadeGeo - Center for Global Economy and Geopolitics.
El estudio enumera algunos de los grandes temas que marcarán la agenda planetaria en 2021, empezando por cuestionar si el sistema internacional entrará en una fase de cooperación o conflicto.
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“La pandemia ha dejado al descubierto las disfunciones de la gobernanza global: organizaciones internacionales cuestionadas, una China que no encuentra su encaje y un orden liberal erosionado por aquellos que lo crearon”, aseguran los especialistas, luego de enfatizar que la emergencia sanitaria ha provocado respuestas contradictorias en el ámbito internacional.
“En 2021 estas dinámicas se trasladarán al ámbito de las vacunas. Hacer llegar la vacuna a los países de menor renta o a espacios en conflicto supondrá un reto económico, político y logístico que sólo podrá realizarse con más cooperación internacional como la que encarnan iniciativas como COVAX y en la que participan gobiernos, organizaciones internacionales y fundaciones privadas”, reseña el informe.
Uno de los muchos efectos secundarios del Covid-19 es el agravamiento de crisis humanitarias por el aumento de la pobreza, la disminución de la ayuda internacional disponible o las dificultades logísticas para hacerla llegar, augura el informe del CIDOB que puntualiza que el arribo de una nueva administración en Estados Unidos generará expectativas para la revitalización de un multilateralismo de geometrías variables. No obstante, resonarán tres debates con relación al futuro inmediato de la potencia hegemónica.
“¿Es posible despolarizar a Estados Unidos? ¿Está el trumpismo derrotado o se está rearmando? ¿Aspira la nueva administración a restaurar o reorientar a Estados Unidos como principal potencia del sistema?”, plantean los especialistas. Como parte del proceso de “destrumpización”, también asistiremos al retorno de la democracia y los derechos humanos como prioridad en materia de política exterior, indica el informe, tras señalar a China como el principal vector de reorientación.
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Sobre el calentamiento global, el estudio del CIDOB señala que la pandemia ha generado un sentimiento de vulnerabilidad sin precedentes que, con distintas intensidades, se ha materializado en todos los lugares del planeta. Ello será aprovechado por el activismo climático para exigir medidas inmediatas y efectivas contra los efectos del sobrecalentamiento, a pesar de que la irrupción del Covid-19 también ha puesto en cuarentena a muchos de los movimientos ecologistas.
Aunque los mercados bursátiles hayan recuperado una parte importante de las pérdidas registradas desde marzo de 2020, el retorno a los ritmos de actividad previos a la pandemia será mucho más lento y, sobre todo, desigual, advierte el informe sobre la recuperación económica en 2021, año en el que uno de los grandes temas será el de la distribución de la riqueza y los ingresos, con el agravante de que economías de renta media, como las latinoamericanas, y de renta baja como la mayoría de los países africanos, pueden experimentar una crisis de liquidez, advierte el informe.
Sobre el impacto de la pandemia en las actividades más cotidianas, el CIDOB indica que es en la forma de trabajar, de viajar, de consumir, de relacionarse e incluso de conducir las relaciones internacionales, donde los cambios provocados por la Covid-19 han sido más rápidos. “La digitalización es una mega-tendencia difícilmente reversible y en 2020 ha vivido un repentino proceso de aceleración”, reseñan.
En países en vías de desarrollo de América Latina, África subsahariana y el sureste asiático, puede tener más recorrido una de las novedades que nos depara 2021: la entrada en funcionamiento del yuan digital, que, a diferencia de las criptomonedas, tendrá menor fluctuación y estará respaldada por un banco central, anticipan los expertos.
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En el rubro del urbanismo, el estudio plantea la dicotomía entre ciudades más habitables o más desiguales, luego de precisar que la irrupción de la pandemia ha tensionado el actual modelo urbano y en muchos países ha reforzado la innovación social.
En el apartado migratorio, el informe establece que el hecho de que el desplazado económico o el solicitante de asilo pueda ser también un portador del virus, generará un argumento xenófobo en el que se apoyarán quienes exigen fronteras impermeables, controles más estrictos y repatriaciones exprés.
Respecto a las migraciones internacionales, el año 2021 no será muy distinto de los anteriores: mala gestión, cortoplacismo, deshumanización, securitización, erosión de derechos e intento de trasladar la frontera real cada vez más lejos de la oficial, presagia el informe.
Los efectos de la pandemia también han dado nuevos argumentos al movimiento climático y a la lucha feminista, dos de los vectores de fuerte movilización antes de la aparición del virus que han permanecido en letargo durante buena parte de 2020, agrega el estudio.