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Centralia, ubicado en el estado de Pennsylvania, es uno de los pueblos fantasmas más intrigantes de Estados Unidos. Aunque su historia está llena de misterio y atracción para los curiosos, lo cierto es que sus antiguos habitantes lo recuerdan como una pesadilla.
Fundado en 1866 por Alexander Rea, Centralia experimentó su apogeo alrededor de 1890, cuando contaba con más de 2500 residentes. Sin embargo, a mediados del siglo XX, el declive comenzó a medida que la demanda de carbón disminuyó y los trabajos se trasladaron a otros lugares.
La tragedia golpeó al pueblo en mayo de 1962 cuando un incendio en el basurero del pueblo se extendió, amenazando la existencia de la comunidad.
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De acuerdo con el libro Fire Underground: The Ongoing Tragedy Of The Centralia Mine Fire, los bomberos locales habían prendido fuego al basurero como parte de los preparativos para el Memorial Day, pero pronto descubrieron que las llamas se habían propagado a los antiguos túneles de las minas de carbón subterráneas sobre las cuales se construyó el pueblo.
Aunque los incendios en la superficie se extinguieron rápidamente, los residentes continuaron viendo y oliendo el humo tóxico, incluyendo niveles peligrosos de monóxido de carbono. La verdadera magnitud del problema no se comprendió completamente hasta 1979.
“Cuando no había incendios activos en la superficie, los residentes aún podían ver y oler el humo de la quema, parte del cual era tóxico con niveles peligrosos de monóxido de carbono”, aseguran en 'Legends of America'.
En 1979, el alcalde y propietario de una estación de servicio, John Coddington, insertó una varilla medidora en su pozo subterráneo y notó que estaba caliente.
Al verificar la temperatura de la nafta, se dio cuenta de que era alarmantemente alta. La situación empeoró cuando se abrió un socavón de casi 50 metros de profundidad en el patio trasero de una vivienda y un niño resultó afectado.
¡Todos fuera!
A principios de la década de 1980, después de dos décadas de incendios incontrolados, el monóxido de carbono se infiltró en las casas y se abrieron sumideros mientras la tierra se hundía.
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Para 1984, se inició un programa para evacuar a los residentes. En 1992, el gobernador de Pennsylvania invocó la expropiación de todas las propiedades y en 2009, el desalojo formal de los residentes restantes comenzó.
Hoy en día, es legal explorar Centralia, ya que no hay restricciones para los visitantes que deseen recorrer el pueblo fantasma.
Sin embargo, algunos sitios, como la 'Graffiti Highway', tienen restricciones y solo permiten el paso de peatones. La mayoría del terreno es propiedad pública, adquirida a través de la expropiación en la década de 1990.
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