"Realmente no sabía lo que era porque nunca me lo explicaron ni obtuvieron mi permiso".
Naja Lyberth es una de las miles de mujeres y niñas inuit -un nombre común para los distintos pueblos que habitan en las regiones árticas de América del Norte- a las que se les colocó un dispositivo intrauterino (DIU), comúnmente conocido como espiral, durante las décadas de 1960 y 1970.
Se trata de un dispositivo anticonceptivo que se coloca dentro del útero para evitar el embarazo.
Fue en 1976 cuando un médico le dijo a Naja, que entonces solo tenía 13 años, que fuera a su hospital local para que le implantaran un espiral después de un examen médico de rutina en la escuela.
"Tenía miedo. No podía decírselo a mis padres. Era virgen. Ni siquiera había besado a un chico", dice Naja, quien en ese momento vivía en Maniitsoq, un pequeño pueblo en la costa oeste de Groenlandia.
Ahora, con 60 años, Naja es una de las primeras mujeres en hablar sobre lo que sucedió.
"Recuerdo a los médicos en batas blancas y tal vez había una enfermera. Vi las cosas de metal [estribos] donde debes abrir las piernas. Fue muy aterrador. El equipo que usaron los médicos era muy grande para mi cuerpo de niña. Era como tener cuchillos dentro de mí", relata.
Naja dice que no se pidió permiso a sus padres y que sus compañeras de clase también fueron enviadas al hospital, pero no hablaron de eso porque "fue demasiado impactante".
Dinamarca y Groenlandia acordaron formalmente el viernes iniciar una investigación de dos años sobre prácticas históricas de control de la natalidad realizadas durante muchos años en groenlandesas inuit por médicos daneses.
Naja creó un grupo de Facebook para permitir que las personas compartan sus experiencias y se ayuden mutuamente a sobrellevar el trauma.
Más de 70 mujeres se unieron.
Un podcast reciente, Spiralkampagnen ("campaña del espiral"), encontró registros que indican que hasta a 4.500 mujeres y niñas, aproximadamente la mitad de todas las mujeres fértiles, se les implantó un DIU en Groenlandia entre 1966 y 1970.
Pero los procedimientos continuaron hasta mediados de la década de 1970.
De estos, no está claro cuántos casos carecían de consentimiento o explicación adecuada.
Entre las afectadas había niñas de hasta 12 años y varias declararon públicamente que no fueron debidamente informadas.
Algunas mujeres que no pueden tener hijos sospechan que el espiral es el culpable.
"Muchas mujeres me contactan", cuenta Naja. "Parece que cuanto más jóvenes eran las niñas, más complicaciones tenían. Es muy triste".
A Arnannguaq Poulsen le colocaron un espiral cuando tenía 16 años, no en Groenlandia sino en suelo danés.
Estudiaba en un internado para menores groenlandeses en la isla de Bornholm en 1974.
"No me preguntaron antes del procedimiento y no tenía idea de qué se trataba, ni qué era el espiral", detalla.
Solo podía viajar a casa una vez al año y está segura de que sus padres no fueron consultados.
Arnannguaq describe haber sufrido dolores y dice que le quitaron el espiral cuando regresó a su casa en Groenlandia un año después, a los 17 años.
"Siento que no tuve otra opción en ese entonces y no puedo aceptar eso", se lamenta entre lágrimas esta mujer de 64 años.
"¿Cómo reaccionaría la gente si fueran mujeres danesas en lugar de groenlandesas?", se pregunta.
Había poco conocimiento del programa de control de la natalidad en Groenlandia o Dinamarca y los recientes reportes causaron conmoción e indignación.
Ahora, un comité examinará las prácticas de prevención del embarazo llevadas a cabo por las autoridades sanitarias danesas entre 1960 y 1991, tanto en Groenlandia como en las escuelas de Dinamarca con estudiantes groenlandesas.
La capital de Groenlandia, Nuuk, tomó el control de su política de salud en 1992. Antes estaba en manos de Copenhague.
En un comunicado el viernes, el ministro de Salud danés, Magnus Heunicke, dijo que la investigación arrojaría luz sobre las decisiones que llevaron a la práctica y cómo se realizó.
Dijo que se reunió con varias de las mujeres afectadas y afirmó: "El dolor, físico y emocional que han experimentado todavía está allí".
Groenlandia pasó de ser una colonia a un condado de Dinamarca en 1953.
Los amplios planes de modernización dieron paso a mejores servicios de salud y condiciones de vida.
La esperanza de vida y las tasas de supervivencia de los recién nacidos mejoraron.
Pero esos éxitos trajeron otros desafíos, dice Soeren Rud, historiador de la Universidad de Copenhague.
La diminuta población de Groenlandia se disparó y en 1970 casi se había duplicado.
Rud cree que la justificación para introducir el espiral fue en parte financiera, pero también el resultado de actitudes coloniales.
"Hay un interés evidente en tratar de limitar el crecimiento de la población", dice, y agrega que esto reduce "los desafíos de proporcionar vivienda y servicios de asistencia".
La alta proporción de madres solteras jóvenes fue otra preocupación que impulsó las iniciativas de planificación familiar.
Los médicos escribieron sobre la iniciativa del espiral en revistas especializadas y la consideraron un éxito, agrega Rud.
Los registros muestran que la tasa de natalidad se redujo a la mitad en unos pocos años.
Katrine Jakobsen, de Nuuk, dice que solo tenía 12 años cuando le colocaron un espiral. Recuerda que la novia de un pariente la llevó al médico en 1974.
Tuvo el espiral durante casi dos décadas. Sufrió dolor y una serie de complicaciones. Cuando tenía más de 30 años, le extirparon el útero.
"Ha tenido un gran impacto en mi vida. Nunca tuve hijos", dice. "Nunca le dije a nadie. Siempre pensé que estaba sola en esto", añade.
Los DIU actuales son dispositivos pequeños en forma de T, pero las versiones anteriores de la década de 1960 tenían forma de S y eran mucho más grandes.
"En un útero del una mujer que nunca había estado embarazada, había más sangrado, más dolor, un mayor riesgo de infección", describe Aviaja Siegstad, ginecóloga del Hospital Queen Ingrid en Nuuk.
En las décadas de 1990 y 2000, ella y sus colegas se encontraron con pacientes con dificultades para quedar embarazadas y que no sabían que tenían un espiral. No era un gran número pero tampoco era inusual, cuenta.
Según el Consejo de Derechos Humanos de Groenlandia, se violaron las convenciones sobre la vida familiar y la privacidad.
"Necesitamos que se investigue para saber si realmente fue un genocidio o no", dice el presidente del consejo, Qivioq Loevstroem.
La ministra de salud de Groenlandia, Mimi Karlsen, dijo que involucrar a Groenlandia en la investigación era "necesario para llegar al fondo" de lo sucedido.
Este hecho sigue a otras controversias sobre la relación de Dinamarca con Groenlandia en el pasado.
En marzo, Dinamarca se disculpó y pagó una compensación a seis inuit que fueron separados de sus familias y enviados a Dinamarca como parte de un experimento social fallido de la década de 1950.
Hace unos pocos meses, el Parlamento de Groenlandia votó para que una comisión examine la descolonización después de 1953.
A las personas afectadas por la práctica del control de la natalidad se les ofreció asesoramiento, pero Arnannguaq Poulsen espera que haya una compensación.
"Sé que hay muchas mujeres que no pueden tener hijos", afirma.