San José.— El sueño de las mujeres americanas en 1928 fue lograr la igualdad de género y abatir el panorama desigual de violento dominio machista y patriarcal heredado de la colonia y de los primeros tiempos de republicanismo tras la independencia de las metrópolis europeas y, 95 años después, es idéntico: igualdad de género y garantía de vida libre de violencia.
Bajo el clamor feminista del derecho al sufragio, la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) nació el 18 de febrero de 1928 en la Unión Panamericana, creada en 1910 y precursora de la Organización de Estados Americanos (OEA), de 1948. Tras 95 años, la agenda femenina continental superó la demanda de poder votar y avanzó a factores esenciales, desde derechos sexuales y reproductivos a políticos, económicos y civiles, pasando por liderazgo o función de la mujer ante el cambio climático. “Es la construcción de la igualdad”, dijo la abogada costarricense Alejandra Mora, secretaria ejecutiva de la CIM desde 2019, en entrevista con EL UNIVERSAL.
¿Por qué nació la CIM?
—Como resultado del incansable trabajo de mujeres feministas sufragistas que encontraron en el entonces panamericanismo un escenario estratégico para defender la igualdad de género en ámbitos internacionales e incidir en asuntos locales. Es fruto del reclamo de estas mujeres por tener igual participación y representación que los hombres en la formulación de políticas internacionales que impactaban sus vidas pero que no contaban con su voz y experiencia... La consolidación de la CIM y sus múltiples conferencias arrojaron directrices para superar la desigualdad de género en nacionalidad de las mujeres, derechos socioeconómicos o garantía de una vida libre de violencia para ellas.
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¿Cómo visualiza los próximos 95 años precedidos por siglos de violencia contra las mujeres?
—La CIM aprobó un plan estratégico que guiará sus acciones de 2022 a 2026 que incluye derechos económicos, sexuales y reproductivos, cambio climático y liderazgo de las mujeres en la gestión del medio ambiente. El empoderamiento económico de las mujeres es un reto estructural. Cerrar la brecha financiera, de inserción laboral, digital, de informalidad y otras para que se puedan insertar en el mercado: quedarse y crecer será un reto.
¿Qué cambió en 95 años para las mujeres?
—El patriarcado se adapta y transforma, halla nuevas formas de manifestarse en contextos en los que ha existido siempre, pero a esa transformación las mujeres respondemos con la misma velocidad y unión. La realidad de las mujeres continúa siendo adversa, pero mentiríamos al decir que nada ha cambiado. Existen nuevos acuerdos sociales en los que la desigualdad es inadmisible, consensos en que la lucha por erradicar la violencia contra las mujeres es urgente...
El feminicidio o asesinato por ser mujer no existía como pieza jurídica en 1928. Cifras oficiales muestran que los feminicidios en la región pasaron de 2 mil 795 en 2017 a 4 mil 473 en 2021. ¿Ha sido la lucha de las mujeres como arar en el desierto?
—De ninguna manera hemos arado en el desierto, sino en terreno fértil, aunque estamos aún a mitad del camino. Una razón de ser de la CIM desde su creación ha sido visibilizar y trabajar para terminar con la violencia histórica que viven las mujeres, que se apoya en estereotipos y normas sociales de género, conceptos de inferioridad y subordinación asignados a las mujeres. En ese proceso contra la discriminación y la violencia hay un punto clave: la Convención de Belém do Pará. (Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, de 1994)
La Convención marcó un hito como primer tratado internacional sobre violencia contra las mujeres al reconocer que constituye una violación de derechos humanos y libertades fundamentales. Esto permitió sacar a la violencia contra la mujer del ámbito privado, ponerla bajo la luz pública y llamar la atención de los Estados sobre sus deberes para garantizar una vida libre de violencia contra las mujeres. El patriarcado ha matado muchas mujeres. Belém do Pará ha salvado muchas más.
No nos quedamos en el papel. Desde la CIM trabajamos en prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, desde su manifestación más extrema, el feminicidio (América Latina y el Caribe tienen una de las tasas más altas del mundo), hasta otras formas como trata de personas, matrimonio y uniones infantiles, violencia digital y más.
Las mujeres que crearon la CIM pertenecían a un sector social muy específico: eran sufragistas, inmersas en política y defensa de los derechos humanos desde antes... Con el transcurrir del tiempo que la CIM consiguió ampliar y hacer más específico el alcance de sus reivindicaciones.
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