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San José.
El fuego que hace más de tres semanas devora a la Amazonia desató otro incendio y también de impacto global, pero ahora en los palacios brasileños de Planalto e Itamaraty, nervios centrales de la influyente política exterior de Brasil.
El presidente del país sudamericano, Jair Bolsonaro, rechazó una ayuda por 20 millones de dólares para combatir los incendios que le ofreció el Grupo de los Siete (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá y Japón) desde una cumbre en suelo francés, y se mostró despectivo ante liderazgos foráneos con riesgo de aislamiento externo de poderes claves de Brasilia: Planalto, sede de la Presidencia, e Itamaraty, base de la cancillería.
“Bolsonaro intenta afianzar el patriotismo en Brasil”, dijo el brasileño Edson Sardinha, editor en jefe de Congresso em Foco, influyente medio digital de comunicación y análisis político de Brasilia.
“Él está contra el sistema y dice que quien no lo apoya es corrupto. Hay un discurso que divide a la población”, narró Sardinha a EL UNIVERSAL. “Su gobierno de extrema derecha cree que los países que no tienen gobiernos de extrema derecha son enemigos. Francia con [el presidente Emmanuel] Macron es conservador, pero es visto como izquierdista por no comulgar con las ideas de Bolsonaro”, agregó.
“Bolsonaro es un irresponsable”, recalcó, por su parte, el dirigente indígena ecuatoriano Carlos Sucuzhañay, presidente de la Confederación Kichwa de Ecuador, que reúne a etnias de esa nación que, con Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y la colonia de Guayana Francesa, integra la Amazonia.
“La ayuda externa no conviene a sus intereses de destrozar la naturaleza e impulsar grandes negocios de extracción de la Amazonia”, afirmó Sucuzhañay a este diario. El rechazo a la oferta del G7 ocurrió en un choque entre Bolsonaro y Macron que incluyó hasta el físico de Brigitte Macron, esposa del mandatario de Francia. El francés acusó que el brasileño le mintió en la cumbre del G20, en junio pasado en Japón, con promesas de defensa ambiental. Bolsonaro condicionó ayer recibir la ayuda del G7 a que Macron se disculpe.
Noruega y Alemania abrieron este mes otro flanco de roces por la constante tala en la Amazonia y cortaron su apoyo financiero a un fondo de defensa de esa área. Bolsonaro instó a la canciller de Alemania, Angela Merkel, a usar ese dinero en “reforestar” suelo alemán y reclamó a Noruega por la caza de ballenas y la extracción de petróleo en el Polo Norte. Al considerar inaceptables los “ataques irrazonables e irracionales” de Macron, Bolsonaro lo culpó de disfrazarse en el G7 para salvar la Amazonia, “como si fuéramos una colonia o una tierra de nadie”.
“Claramente su rechazo [a la ayuda externa] no sorprende”, alegó el colombiano Jorge Maldonado, profesor de economía y medio ambiente de la (no estatal) Universidad de Los Andes, de Colombia. “Es consecuente con su pensamiento conservador: los temas ambientales son irrelevantes. Cree que él puede manejar el incendio y que no es un asunto global”, explicó.
Al advertir a este diario que “los países más liberales lo condenarán y los más conservadores lo aplaudirán y evitarán su aislamiento”, Maldonado indicó que “quizás un sector de su base política interna lo apoyará. La población de Brasil está polarizada: una estará a favor y otra en desacuerdo”.
Para el peruano Gidi Quester, dirigente de la agrupación ambientalista (no estatal) Viernes por un Futuro, de Perú y otros 150 países, “rechazar la ayuda externa refleja desinterés y falta de voluntad política de Bolsonaro ante los incendios. En 50 años, la Amazonia será una sabana como las de África. Es gravísimo. Poder político amarrado a transnacionales y a indiferencia de las personas”, previó, a consulta de este periódico. El matutino El Observador, de Uruguay, relató ayer que Bolsonaro “juega a ser” como el presidente de EU, Donald Trump, y que, sin la “poderosa espalda” económica y militar del estadounidense, repite su “irreverente diplomacia” desde Brasilia.