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El narcoenlace de Caro Quintero

El hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros logró unir a los cárteles de Guadalajara y Medellín en una poderosa alianza criminal, con apoyo de la agencia de inteligencia de EU

El hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros aparece en una fotogra- fía, ya canoso, en una prisión de Estados Unidos en 2018. Foto: Tomada de la Prensa, de Honduras.
03/04/2021 |02:47
Redacción
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San José. – La gran conexión hondureña del tráfico mundial de cocaína, que esta semana sacudió a Honduras con la condena en Nueva York a cadena perpetua de un hermano del presidente de ese país, Juan Orlando Hernández, irrumpió con fuerza en la década de 1980 por un pacto criminal forjado por narcotraficantes mexicanos, colombianos y hondureños con la complicidad política de los gobiernos de México y Estados Unidos.

Con vasto poder y amparada por Washington a través de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el gobierno y los militares de Honduras, la alianza quedó marcada por el asesinato del mexicano—estadounidense Enrique “Kiki” Camarena, de la agencia antidroga de EU (DEA por sus siglas en inglés), en febrero de 1985 en Guadalajara, Jalisco.

Con el narcotraficante hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros y la CIA como enlaces, los mexicanos Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, líderes del cártel de Guadalajara, México, se aliaron a los colombianos Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa, jerarcas del cártel de Medellín, Colombia.

Bajo el nexo del hondureño, el cártel de Guadalajara se asoció con la CIA para traficar armas y drogas y financiar a la “contra” nicaragüense, fuerza anticomunista que, gestada en 1980 y 1981, EU organizó en 1982 para combatir al entonces régimen comunista de Nicaragua, apoyado por Cuba.

Camarena fue asesinado al descubrir que la CIA le rentó a Caro el Rancho Veracruz, en el estado de Veracruz, para operativos aéreos de ida y vuelta: traficar armas de EU vía México a Nicaragua y Honduras, seguir a Colombia a recoger cocaína y regresar a México, con EU como destino final de la droga.

El entronque Guadalajara—Medellín con Matta Ballesteros y la CIA provocó un fenómeno sin precedentes en América: la gran explosión del narcotráfico a partir del decenio de 1980.

Los datos de la trama fueron revelados en numerosos testimonios, documentos policiales, archivos judiciales e investigaciones del Congreso y del gobierno de EU.

El gobierno de México de 1982 a 1988, presidido por Miguel de la Madrid (1934—2012), rechazó un pedido de EU de ayudar a la “contra”, pero puso en contacto a la CIA con Caro, dijo el estadounidense Phil Jordan, ex agente de la DEA que indagó el caso Camarena, en entrevista con EL UNIVERSAL.

Capo famoso. Nacido en 1945 y conocido como “Don Matta” o “El Negro”, Matta inició su vida criminal en la década de 1970 en Honduras y prosiguió como bracero en EU y en México, donde conoció a Félix.

“Conectó a las hampas mexicanas y colombianas, proporcionando un puente vital por Centroamérica para el transporte de cocaína. Las conectó además con su país natal, donde llegó a ser parte de una empresa de contrabando de esmeraldas, cocaína y armas”, precisó un estudio de 2016 de InSight Crime, institución no estatal de análisis criminal con sede en Colombia.

Arrestado en 1986 en Colombia, el cártel de Medellín le ayudó a fugarse y retornar a Honduras, “donde se sentía protegido por su vasta red y por su riqueza”, reveló.

Dueño de la aerolínea Servicios Ejecutivos Turistas Commander (SETCO), de Tegucigalpa, que le sirvió de fachada, aportó su flotilla de aviones a la red para llevar armas de México a Honduras (base rebelde norte) y Nicaragua.

Un informe de 1988 del Senado de EU aseveró que agencias federales estadounidenses supieron desde 1983 del papel de SETCO en el narcotráfico.

Matta fue secuestrado el 5 de abril de 1988 en Tegucigalpa por alguaciles estadounidenses con apoyo de autoridades hondureñas. Enviado a EU, se le juzgó en ese país por la muerte de Camarena y otros delitos y condenó a 12 cadenas perpetuas.

Con otros actores, Honduras nunca dejó de ser punto del narcotráfico. Una corte de Nueva York sentenció el 30 de marzo anterior al hondureño Antonio “Tony” Hernández, hermano del presidente de Honduras, a cadena perpetua más 30 años por conspirar desde 2004 para traficar cocaína a EU, posesión y uso ilegal de armas y falso testimonio, entre otros delitos.

Secuela. Detenido en 1985 en Costa Rica (base rebelde sur) y repatriado, Caro purgó 28 años de cárcel en México por el crimen de Camarena y en 2013 salió libre, pero en una dudosa medida y es prófugo.

Arrestado en México en 1989, Félix cumple en una cárcel mexicana una pena de 40 años por homicidio, delitos contra la salud y cohecho. Fonseca estuvo encarcelado en México de 1985 a 2016 y está en arresto domiciliario en su país. Escobar pereció a balazos en 1993. Ochoa descontó prisión 1991 a 1996 en Colombia y está libre.

Por el caso Camarena, una corte estadounidense condenó a prisión en el decenio de 1990 a Matta y a los mexicanos Rubén Zuno Arce (falleció encarcelado en 2012), Javier Vásquez Velásquez y Juan José Bernabé Ramírez. En 2018, EU retiró los cargos contra el hondureño por esos hechos.

Ante la impunidad en la autoría intelectual del asesinato, el ex agente Jordan descartó la liberación del hombre que fue la gran conexión hondureña del narcotráfico.
“No lo van a dejar salir”, anticipó.

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