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San José
Con la cita entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump el 8 de julio en Washington, México cedió en política exterior ante Estados Unidos y completó los requisitos para perder el cetro interamericano de liderazgo que ejerció desde hace más de 45 años como obligado referente hemisférico, advirtieron ayer analistas internacionales.
Cada una de las restantes 32 cancillerías latinoamericanas y caribeñas leyó a su manera el saldo del encuentro entre los presidentes de México y de Estados Unidos, y concluyó si López Obrador dobló las rodillas en reverencia incondicional a Trump o se negó a la sumisión y preservó la dignidad.
Procedente de una zona dividida por viejos dogmas— izquierda y derecha y pro o anti-Washington— y nuevos autoritarismos, López Obrador fue el primer gobernante del área en visitar a Trump en época del Covid-19 con un explosivo panorama en migración y narcotráfico.
Para esas cuestiones “no hubo tiempo” en la reunión, tuiteó el chileno José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, organismo no estatal de Washington de defensa de los derechos humanos.
El muro que Trump edifica en la frontera con México, los millones de personas sin documentos en EU, los refugiados y los miles de desaparecidos por la guerra contra el narcotráfico fueron excluidos de la plática, añadió. López Obrador alegó luego que, pese a la distancia ideológica, mostró que se pueden lograr acuerdos con Trump y admitió que los puntos sensibles quedaron fuera.
Influencia
México dejó de ser referente en América desde que López Obrador asumió en diciembre de 2018. Con su estricto apego a los principios constitucionales de no injerencia en asuntos internos de otros Estados y a la libre autodeterminación de los pueblos, rompió con casi medio siglo de un activismo de México en los conflictos regionales que siguió ajustado a la base de su política exterior.
México se separó en 2019 de un bloque americano y se aisló en apoyo a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua.
Otro factor fue la crisis migratoria. Ante la amenaza de Trump de castigar las exportaciones de México a EU por el flujo ilícito de centroamericanos, López Obrador aceptó en junio de 2019 desplegar a la Guardia Nacional a la frontera con Guatemala para contener las corrientes migratorias.
“¿Cómo iban [AMLO y Trump] a hablar del muro, si el muro ya es la política de seguridad antiinmigrantes que el gobierno de México ha implementado?”, preguntó el analista político guatemalteco Sandino Asturias, coordinador del (no estatal) Centro de Estudios de Guatemala. “Trump sometió al gobierno de México a perseguir migrantes y a hacer un muro: el muro de hoy es el gobierno de México y su Guardia Nacional. Trump ha extorsionado a los gobiernos de Centroamérica y de México y amenazado con que, si incumplen sus designios migratorios, serán sancionados económicamente”, declaró Asturias a EL UNIVERSAL.
Sin roces
Precedido por el incesante ataque que Trump lanzó desde 2016 para denigrar a los mexicanos, el diálogo de los presidentes quedó marcado por el sorpresivo cruce de elogios en la Casa Blanca y generó reacciones diversas.
Cuba, estrecho aliado del mandatario mexicano, guardó silencio y su aparato de propaganda comunista evitó la virulencia con la que acostumbra informar de lo que Trump haga o deje de hacer. El sigilo cubano fue emulado por los gobiernos izquierdistas de Venezuela y Nicaragua.
“América Latina y El Caribe perdieron un bastión diplomático que México se ganó con méritos a puro pulso durante décadas y que perdió en manos de un presidente cantinflesco y ordinario que se hermanó, en imagen y semejanza, a Trump”, afirmó el analista político costarricense Pablo Barahona, ex embajador de Costa Rica en la Organización de los Estados Americanos.
“De ahí que él mismo [AMLO ] confesó que son amigos: Dios los hace y el Diablo los junta. Cinismo puro de un presidente mexicano agradeciéndole precisamente el respeto con que ha tratado el presidente estadounidense [a los mexicanos]. Se le fue la mano en eso a la Cancillería mexicana a nivel de genuflexiones”, adujo Barahona.
Al recordar que la visita se basó en el nuevo tratado de libre comercio de México, Estados Unidos y Canadá, lamentó: “López Obrador viajó pensando en negocios, con el resto de sus carpetas vacías, y se mostró sin ningún arsenal adicional, ni siquiera retórico, que permitiera ver al menos reflejado algún atisbo del liderazgo mexicano internacional”.