Bruselas
El plástico desempeña un papel protagónico en todos los sectores de nuestra economía y sin este material resultaría imposible imaginar el mundo actual. Su producción mundial en masa inició en la década de 1950; desde entonces ha pasado de 1.5 millones de toneladas al año a 335 millones en 2016.
La Unión Europea es un “coloso” en la industria plástica, concentra 19% de la producción planetaria, lo cual se traduce en 1.5 millones de empleos directos y ganancias anuales por 350 mil millones de euros.
Un 80% de la demanda se concentra en Alemania, Italia, Francia, España, Reino Unido, Polonia, Bélgica y Holanda. Lo utiliza principalmente el sector del envasado (40%), la construcción (20%), automotriz (9%) y eléctrico (6%).
Por su lento proceso de desintegración, la situación se vuelve aún más crítica cuando bolsas, envoltorios, cucharas y otros artículos de este material barato, duradero y versátil terminan en el medio ambiente. Por ejemplo, una botella de plástico puede tardar 500 años en desintegrarse en fragmentos microscópicos.
La Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) calcula que el plástico representa entre 80% y 85% de los residuos contaminantes de las regiones costeras de la UE, donde vive 40% de la población. Tan sólo en la costa atlántica hay una concentración media de 712 artículos de basura marina por cada 100 metros de playa.
Un estudio elaborado en 2014 por encargo de la Comisión Europea estimó los impactos socioeconómicos por los desechos marinos entre 259 y 695 millones de euros, pues un litoral limpio es también esencial para el turismo y la pesca.
A esto habría que añadir 630 millones de euros que se gastan anualmente para la limpieza de playas y costas de la UE, según un documento solicitado por el comité del Parlamento Europeo responsable del ambiente, la salud pública y la seguridad alimentaria.
Tras años de reclamos por parte de organizaciones ambientalistas, la Comisión Europea presentó en enero pasado una nueva visión sobre cómo debe producirse, diseñarse, usarse y tirarse el plástico en Europa. Resaltó que el objetivo es evitar una tragedia anunciada.
“Si no cambiamos el modo en que producimos y utilizamos los plásticos, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar. La única solución a largo plazo pasa por reducir los residuos plásticos incrementando su reciclaje y reutilización”, declaró en su momento el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans.
La estrategia pretende que en 2030 todos los envases de plástico usados en el mercado de la UE sean reutilizables o reciclables.
Igualmente pretende disminuir drásticamente el consumo de plásticos de un solo uso. La disminución, y en algunos casos eliminación, de estos productos del mercado europeo arrancará declarándole la guerra a los 10 objetos que más contaminan en las playas; entre otros los envases de alimentos, los vasos, las tapas y los cubiertos.
Conforme a la iniciativa reforzada por la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, los palos de globos inflables deberán desaparecer en 2021, al igual que los hisopos para los oídos.
Las colillas de los cigarros, que suelen contener plásticos, tendrán que retirar este material en 50% para 2025 y en 80% para 2030.
El estudio de impacto que acompaña la iniciativa de la Comisión Europea, y que debe ser aprobada por el pleno de la Eurocámara y el Consejo Europeo, estima que la disminución del consumo de plástico de un solo uso ahorraría 11 mil millones euros en costos medioambientales y lo equivalente a 2.6 millones de toneladas de gases contaminantes. La factura para la industria sería de 2 mil millones de euros.
“Vivimos una severa crisis de contaminación de plástico. Es muy visible en las zonas costeras, suponiendo una seria amenaza para el ambiente y el turismo”, dice Ioana Popescu, experta de la Organización Medioambiental de Ciudadanos en favor de la Estandarización Europea (ECOS), una plataforma que representa a 40 organizaciones europeas ambientalistas, a EL UNIVERSAL.
“Ciertamente la estrategia de la Comisión Europea y la directiva sobre el consumo de plástico de un solo uso llega relativamente tarde, si consideramos que diversas ONG han venido reclamando acción desde hace más de una década, pero es bienvenida porque finalmente se está haciendo el planteamiento correcto”.
Señala que la clase política europea además ha llegado a la conclusión de que los plásticos biodegradables y compostables no son una solución a la contaminación plástica ni pueden seguir sirviendo de excusa para justificar aplicaciones de un solo uso innecesarias.
“Biodegradable o no, los plásticos están destruyendo nuestras tierras y océanos, amenazando la salud de humanos y animales. Además, no hay que olvidar que los biodegradables reaccionan de forma distinta a cada uno de los ambientes”.
La industria del globo figura entre las más combativas; otras presionan para no entrar en la lista negra, como es el caso de los productos de higiene femenina, aún fuera del radar de la Comisión.
Popescu afirma que el siguiente desafío para Europa será la prohibición de microplásticos en cosméticos, productos de cuidado personal, detergentes y productos de limpieza, así como eliminar la presencia de sustancias peligrosas en los plásticos, para garantizar que el material reciclado esté libre de peligrosos químicos.