NUEVA YORK
.- Se ha ordenado eliminar seis sabores artificiales de los alimentos debido a una disputa sobre si son dañinos o no , pero buena suerte a quien quiera saber en qué galletas, caramelos o bebidas se encuentran .
La disputa pone de manifiesto las normas complejas que rigen lo que va en los alimentos, qué sabe la gente sobre ellos y una categoría de ingredientes misteriosos que ha evolucionado a lo largo de décadas fuera de la vista del público.
En los envases, cientos de ingredientes figuran simplemente como saborizante natural o saborizante artificial. Aun en cantidades diminutas le dan a las papas fritas el sabor a cebolla o a los caramelos el sabor a fruta ácida.
“El sistema alimenticio que tenemos es inimaginable sin los saborizantes agregados”, dijo Nadia Berenstein, que estudia la ciencia detrás de los sabores.
Los sabores también son el centro de una disputa sobre la regulación de los ingredientes.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) ha dado a los fabricantes dos años de plazo para eliminar seis sabores artificiales de sus productos, aunque cree que son inofensivos en las cantidades diminutas en que se los emplea.
Los seis sabores artificiales, con nombres como metil eugenol, benzofenona, acrilato de etilo y piridina, se usan para crear matices de canela o especies, sabor a fruta o menta o incluso a vinagre balsámico.
La FDA y la cámara empresaria Asociación de Fabricantes de Extractos no respondieron al pedido de ejemplos de productos que emplean esos saborizantes. Pero dijeron en comunicados que los compuestos tienen sus contrapartes en alimentos como albahaca, café, uvas y menta, y que su acción no afecta los derivados naturales.
La FDA dijo que debió ordenar la eliminación de las versiones artificiales debido a una demanda iniciada por grupos defensores del consumidor basada en una norma de hace 60 años que prohíbe los aditivos que provocan cáncer en animales, aunque se los ensaye a dosis mucho más elevadas de las que consumiría una persona.
La cámara dijo que esa norma no permite a los reguladores evaluar los riesgos de un ingrediente sobre la base de los conocimientos científicos actuales, pero su modificación requiere una medida del Congreso.