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Tokio.— Shinzo Abe marcó profundamente la vida política de Japón y batió récords como el primer ministro más longevo de su país, resistiendo a varios escándalos políticos y financieros. Además, fue el primer ministro que llevó a su país los Juegos Olímpicos de 2020 y, tras un giro inesperado de guion, hizo posible que la gran cita deportiva se disputara en Tokio pese a la pandemia de coronavirus y con un año de retraso.
Tuvo una inolvidable aparición en la ceremonia de clausura de Río 2016 disfrazado de Super Mario para recoger el testigo de los Juegos.
Abe fue el mentor del actual primer ministro de Japón, Fumio Kishida, quien ha mantenido los principales pilares de la estrategia política de su predecesor desde que llegó al poder en octubre del año pasado. Pese a su retirada de la primera plana, el carisma del “halcón” Abe y sus frecuentes pronunciamientos sobre temas espinosos como la reforma de la Constitución pacifista nipona o las tensiones con China seguían definiendo la agenda del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), en contraste con el tono más moderado de Kishida.
La gran ambición de Abe era revisar la Constitución pacifista japonesa de 1947, escrita por el ocupante estadounidense. No poseía ya ningún alto cargo oficial en el gobierno ni en su partido, aunque mantenía su escaño de parlamentario, lideraba la principal facción dentro del PLD y, según los mentideros políticos, manejaba a su antojo los hilos de la formación conservadora.
Abe tenía 52 años cuando asumió como primer ministro en 2006, convirtiéndose en la persona más joven en ocupar el cargo. También era un político de tercera generación, preparado desde muy joven para ejercer el poder en el seno de una familia conservadora de élite.
Su primer periodo fue turbulento, acosado por escándalos y disputas, y terminó con su abrupta renuncia un año después. Inicialmente dijo que dimitía por motivos políticos, pero posteriormente admitió que sufría de un problema de salud, que fue diagnosticado como colitis ulcerosa, que entonces superó. Abe se postuló nuevamente, y volvió a la jefatura de gobierno como un salvador en diciembre de 2012.
Abe se hizo conocer en el extranjero por los Abenomics.
En el escenario internacional adoptó una línea dura con Corea del Norte, y buscó enmendar los vínculos con Rusia y China.
Priorizó una relación personal cercana con el expresidente Donald Trump. Abe supo aprovechar acontecimientos externos, disparos de misiles norcoreanos, catástrofes naturales, y se benefició de la falta de un rival. Su popularidad declinó desde el inicio de la pandemia del coronavirus; la política de su gobierno fue considerada lenta y confusa. Abe dimitió citando problemas de salud, que al final no lo mataron, sino un exintegrante de la Marina de Japón.
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