Kibutz Mefalsim.— Debajo de la sombra de un árbol en un estacionamiento, Yarden Raskin, de 39 años, recuerda que estaba sentado en su cama, vistiendo su uniforme militar y con un arma larga en la mano tras darse una ducha, cuando cayó rendido de cansancio y se durmió por horas. Antes, el 7 de octubre de 2023, combatió a decenas de terroristas de Hamas en el kibutz Mefalsim, en el sur de , donde no hubo masacres por la rápida respuesta de sus habitantes, incluido él. Hubo muertes, pero en la carretera cercana, sobre todo porque también el portón de esta comunidad estaba cerrado, lo que complicó a los extremistas de Hamas entrar.

Este hombre, casado y con dos niñas, reservista del ejército y miembro del grupo de seguridad, detalla a un grupo de periodistas latinoamericanos y de España, incluido EL UNIVERSAL, que la comunidad se erigió en 1949 con gente de Sudamérica y tiene más de 70 años. Menciona que “la mayoría de la vieja guardia acá son argentinos, chilenos, uruguayos, un poco de brasileños. No es un kibutz muy grande económicamente, no es muy pequeño, es algo en medio, viven acá mil personas hoy en día, tenemos el kibutz y un barrio que está junto. Somos básicamente agricultores, tenemos patatas, girasoles, cebollas y trigo. Tenemos las vacas y pollos para comer”.

Raskin, de complexión delgada, es el héroe de Mefalsim y se autodenomina “un hijo del kibutz”, porque nació en Israel, donde ha vivido casi toda su vida, a excepción de unos años que pasó en Brasil.

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“Nos salvó la disponibilidad de las armas”

En el estacionamiento de Mefalsim, donde no se ven autos, puesto que los habitantes apenas están volviendo a la comunidad, detalla que en su casa tenía todo el equipo militar y las sirenas que alertan de los cohetes lo despertaron a él y a su familia a las seis y media de la mañana, tras lo que se fueron al refugio en su propio hogar. Luego de unos minutos comenzó a oír tiroteos; para entonces, el grupo de terroristas que querían entrar eran más o menos 30 a eso de las siete de la mañana.

Raskin recuerda que vio su grupo de WhatsApp de seguridad con infinidad de mensajes, incluido un audio del jefe del grupo que decía que le habían disparado en el portón principal. Raskin le dijo a su esposa que iba a salir, con su arma y su chaleco antibalas, y salió solo, escuchando los balazos.

Añade que acudió rumbo a la puerta grande, mientras escuchaba los tiros y gritos en árabe.

Recuerda que “empecé a ir rumbo al portón grande, hice una vuelta por arriba y llegué a un estacionamiento, me puse atrás de una piedra grande y vi a tres terroristas”.

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“Tuvimos mucha suerte, cada uno, más o menos entendió lo que tenía que hacer. Lo que nos salvó fue la disponibilidad de las armas. Teníamos M-16”, destaca.

En medio del camino hacia el portón dice que vio a tres personas que iban pasando muy tranquilas, pero no sabía si eran de su comunidad; sin embargo, al darse vuelta vio que tenían rifles Kalashnikov, que ellos no usan, vio sus rostros y entonces dedujo que eran terroristas: les disparó. Raskin detalla que “impacté con certeza a dos terroristas que se cayeron y a otros dos, que perdieron mucha sangre, parece que se los llevaron heridos. Alrededor de Mefalsim tuvimos entre 30 a 40 terroristas muertos”.

Recuerda que en medio de los disparos contra los combatientes de Hamas no pensaba en su familia: “Estaba muy concentrado en lo que tenía enfrente. Sentí miedo, pero no estaba pensando en ella. De vez en cuando le enviaba un mensaje a mi mujer, pero nunca llegó porque no había conexión. Llegaron en la noche”. Destaca que “en la entrada principal vi entre 20 y 25, armados con todo y estaban haciendo gran lío, tirando, gritando”.

Raskin recuerda que se cubrió “detrás de una casa y dije en la radio lo que veía y empecé a disparar. Me moví para que pensaran que éramos varios y para que no me vieran (...) Luego llegó un paramédico con una pistola y también empezamos a disparar, intentando que no entren más. Eran más de 20 y nosotros éramos dos”. Después otro amigo de Raskin se asomó por una ventana y le dijo que tenía una pistola; también salió a combatir.

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Tras irse cubriendo en medio de las casas y la vegetación, disparando, el héroe de Mefalsim destaca que “a las 10 y poco entró un grupo especial, de los primeros, y fueron los que nos dijeron que hay una batalla en otro lado”. Raskin recuerda que no tenían apoyo; después llegaron los primeros soldados israelíes entre 10 y media y 11, y “ya no había tiroteos, estábamos haciendo patrullas dentro del kibutz”.

“Nos ayudaron con otro grupo que estaba intentado entrar, pero en Mefalsim logramos controlar la situación”. Más tarde se enteró de que también hubo combates afuera, de soldados contra extremistas, pero nadie se organizó para miles de terroristas, detalla Raskin, quien añade que en su kibutz nadie murió.

Sobre los planes extremistas, no descarta que hubiera infiltrados desde antes, porque “tenían mapas de Google y planos de batalla, de dónde entrar, sabían de la entrada central, de las entradas pequeñas que hay alrededor, sabían dónde vive el jefe, cuántos somos nosotros. Pienso que había infiltrados de Hamas por muchas de las cosas que sabían”.

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“No volví a casa en el día, hasta las nueve y media de la noche”

Raskin detalla que desde las siete de la mañana, cuando sonaron las sirenas, y vio que empezaban a querer entrar terroristas, “no volví a casa. Mi esposa no tenía idea de lo que estaba pasando. A un chico le dije si le podía decir a mi esposa que estaba bien. Fue y volvió; me dijo: ‘Parece que le dije algo malo, porque le dije que estabas herido en la cara, que estabas todo ensangrentado’, y ella lloró”.

El hombre recuerda que en medio de los disparos “algo que voló me cortó la cara”, pero no era grave.

“A las nueve de la noche, estaba de jeans, ya no me podía quedar de pie. Le dije a un chico: ‘Voy a casa, me limpio y vuelvo (...) Fui a casa, entré, veo a mi mujer, salí a las 7:05 y volví a las nueve y media de la noche. Le expliqué, ella no prendió la TV, no teníamos electricidad, no tenía idea de la inmensidad de la historia, entré a casa. Le dije: ‘Mira el arma, déjala así, entro a bañarme y vuelvo’.

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“Tomé una ducha rápida, me puse el uniforme del ejército y me dormí. Me senté en la cama y me dormí como dos o tres horas, con una mano en el arma. No podía más”.

Recuerda que se despertó, “llamé al responsable y me dijo: ‘está bien, el ejército está acá’; yo no soy el único con hijos chiquitos y me dice: ‘Quédate en casa con tus chicas y tu mujer’. No me dormí en la noche. A las seis y seis y media vi que había un montón de soldados”.

Raskin destaca que “a las nueve de la mañana nos dijeron que se podía salir. En Mefalsim cada uno se fue. Más o menos a las 11 de la mañana le dije a mi mujer, pusimos las cosas en el coche, tenemos un perro enorme y en vez de salir por la entrada, hice toda la vuelta y un soldado nos para y me dice: ‘Espera que salimos en caravana’, y le dije: ‘hazte a un lado o te llevo [atropello] a vos’. Salimos del kibutz.

El “hijo del kibutz” destaca que “las críticas [a Israel] iban a venir de cualquier forma (…) En los primeros días todos estaban con Israel, con nosotros, y en el momento que empezamos a atacar de vuelta, se dio la vuelta y dicen que somos genocidas (...) Para mí ahora lo más importante son los rehenes, que vuelvan, hay que terminar con Hamas y hacerlo lo más fuerte posible. En mí no hay algo de venganza, de destruir por destruir, pero sí un poco de: ‘Miren lo que nos hicieron y yo voy a devolveros’”.

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