México no tiene relación más importante que la que lo une a Estados Unidos y hay tres temas que son clave: economía, migración y seguridad . En el primero, se puede ser optimista; en el segundo, prevalece desde hace años una especie de limbo. Pero el eslabón más débil y peligroso es el tercero, considera el doctor en Historia Leonardo Curzio.

Lee también:

En entrevista con EL UNIVERSAL por su más reciente libro: “Vecinos. México y Estados Unidos en el siglo XXI”, afirma que la promesa de distintas administraciones estadounidenses de una reforma migratoria no se ha cumplido por varios factores, entre ellos el racismo, al que describe como “el gran veneno norteamericano”. A Estados Unidos le ha funcionado, y puede seguir manteniendo ese limbo, pero para México “no es sostenible” y más temprano que tarde tendrá que enfrentar las consecuencias de un manejo migratorio que no está considerando que, en este caso, “los números sí importan”.

Seguridad es el tema que más le preocupa al analista y periodista. “México no tiene control sobre su territorio, ni sus prisiones y tampoco se ha logrado disminuir la exportación de fentanilo”. Este asunto, advirtió, generará “desgastes cada vez más fuertes” y puede provocar no sólo “nubarrones”, sino “tormentas”.

P. México, como menciona en su libro, tiene una imagen negativa en términos de violencia, de corrupción. ¿Qué le falta al país para colocarse como un socio confiable, transparente, creíble?

R. Mejorar su reputación. A diferencia de lo que dicen algunos expertos, la mayor parte de las personas vemos a los otros países a partir de un par de lugares comunes. La mayor parte de los países tienen un par de etiquetas que se les asocia en el mundo. México, de manera creciente y preocupante, se ha venido mostrando a la imagen de Estados Unidos como un país complicado, donde el narcotráfico controla un tercio del territorio. Y el caso de García Luna va a reforzar la imagen que tienen muchos norteamericanos de que este es un narco-país, que aquí no se puede confiar en nadie, que la ley no sirve para nada.

Lo que se está reforzando en Estados Unidos, no sólo es el caso García Luna, es la imagen de que es un país que no tiene orden, ni capacidad de controlar a los órganos criminales, y que es un país esencialmente caótico.

Por otro lado, hay una mirada dulce y positiva de un país en donde hay margaritas, atardeceres maravillosos, que es más barato para vacacionar.

Están las dos imágenes, pero en ningún caso se consolida la imagen de: ‘Estos señores son nuestros socios confiables. Vamos a las duras y a las maduras con ellos’. Eso contrasta mucho con el grado de integración que tenemos. Es una relación en la cual tenemos muchas cosas en común, pero la percepción de que México no es confiable, más allá de lo que opine el Departamento de Estado, es mala. Tenemos que cerrar esa brecha. La integración económica, en seguridad, exige que nos viésemos con más respeto.

Esa asimetría en la forma en que nos vemos no nos ayuda en nada. Nos presenta como un país débil.

P. ¿México está condenado a esta visión victimista, a ser el ‘pobre México, tan cerca de Estados Unidos?

Tenemos en la relación con Estados Unidos una serie de ventajas directas que nos pueden llevar a decir: ‘Menos mal que somos vecinos de Estados Unidos’. Empiezo por las remesas: 60 mil millones de dólares; nuestra estrategia de crecimiento económico, en los últimos 30 años, ha sido vincularnos a Estados Unidos. Desde el TLCAN hasta la última reunión de líderes de América del Norte, se ve un proceso de consolidación de la integración mexicana a Estados Unidos y el nearshoring es poco menos que la gran oportunidad de México para recibir miles de millones de dólares. Un tercer elemento: tuvimos la mitad de vacunas de este país gracias a la vecindad.

Esta posición geográfica le ha dado a México una situación que contrasta enormemente con Celac, por ejemplo, donde Brasil intenta consolidar todavía la idea de comunidad de naciones de América del Sur, frente a un México que ya está completamente integrado con Estados Unidos.

P. ¿Eso podría tener que ver con la negativa de López Obrador a sumarse a una moneda como la que propuso Argentina, o a las distancias que está marcando con China?

R. Hay tres cosas que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha definido con una claridad meridiana: 1) Su prioridad es Estados Unidos y ha decidido relacionarse con los dos gobiernos que le han tocado de una manera absolutamente pragmática. 2) El vínculo más sólido con Estados Unidos se llama T-MEC, que lo negoció a la limón con el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero dijo: ‘A ver, señores. Esta es la columna vertebral de América del Norte y de la economía mexicana’. Y el tercero, como gran decisión estratégica, es decir: ‘Yo no estoy con China. Planteó la sustitución de importaciones. Y México importa 80 mil millones de dólares de China. Cuando se habla de sustitución de importaciones, se habla de China. Eso al presidente Joe Biden le suena como música celestial.

P. En el tema de la migración: desde la administración de Donald Trump creció la presión sobre México para que se convirtiera en el muro migratorio de Estados Unidos. Llega la administración Biden y México sigue siendo el muro migratorio, quizá con condiciones diferentes. ¿Cómo describe la negociación en el tema migratorio?

R: Lo que hemos hecho es ser profundamente pragmáticos. El enfoque que ha utilizado López Obrador tanto con Trump como con Biden es que México se hace cargo de esta función de tránsito y contención que nos ha asignado la geografía. Hemos venido jugando el papel de tercer país seguro, de contención directa de la migración y ahora recibir migrantes de países de Haití, Cuba, Nicaragua y Venezuela. Hay un papel de complemento discreto, sin compensación, lo que ha sido muy criticado. Este año podemos llegar a recibir 360 mil de los países referidos, sin recibir un peso.

El tema migratorio ha sido la disfuncionalidad más importante que hay entre los dos países. En donde nos hemos dedicado a negar la realidad es en el tema migratorio. Estados Unidos lleva veintitantos años diciendo que va a hacer una reforma migratoria y no lo hace, a pesar de la evidencia, que se recoge en el libro, de que tienes millones de mexicanos y de otras nacionalidades que trabajan de manera indocumentada allá. El mercado laboral los absorbe. Y funciona. Pero insistimos, por una cuestión meramente ideológica y en el fondo, racista, se niega a legalizarlos.

Es una negación permanente, del lado de ellos. Traen el tema migratorio como nosotros el electoral. Como un clavo en la cabeza. Si tú ves los cambios que hemos tenido en el ámbito económico es asombroso. La asociación comercial norteamericana es poderosísima. Pero el tema migratorio sigue estando en el mismo limbo, para infortunio de nuestros compatriotas.

México no se ha atrevido a defender la diáspora con la fuerza que debe. Nos hemos olvidado de ellos. Han quedado en la lógica que oscila entre lo demagógico y lo francamente racista en Estados Unidos. El tema migratorio es una herida abierta.

P. ¿Se puede seguir ignorando este tema? ¿Es sostenible?

R. Lamentablemente sí es sostenible. El mercado laboral funciona asombrosamente [con los migrantes], pero nuestros vecinos se han empeñado, por una cuestión ideológica y de racismo puro, en no reconocerlos. El gobierno de México les llama héroes. Esos héroes trabajan entre 12 y 15 horas diarias, no tienen los derechos laborales reconocidos, y al país en donde están no le ha dado reconocerlos. Lamentablemente, en la economía, igual que en México, funciona la informalidad. Así que lamentablemente sí puede seguir funcionando por la profunda hipocresía de la ideología del libre comercio.

México renunció a la defensa de los migrantes. Interesa su dinero, su aplauso y, eventualmente, su voto. Pero sobre si situación migratoria, [la idea es] que se encomienden a San Pancracio. Hasta ahora, ni George W. Bush, ni Barack Obama, ni Biden, han logrado tener una coalición en el legislativo que les saque adelante una reforma decente. El gran veneno norteamericano es el racismo. Pero es lo que prevalece.

P. ¿Pero del lado de México es sostenible la olla de presión que representan los miles de migrantes que llegan al país?

R. No. Vamos a recibir 360 mil y el gobierno los manda a las organizaciones locales, a las iglesias… pero no hay un programa social, responsable. Eso no es sostenible y llegará el momento en el que habrá un doble problema: por un lado, la atención, estás hablando de familias, etcétera, y por otro lado la convivencia. Empiezan a quejarse de los venezolanos, de los cubanos. Aquí el número sí cuenta.

A diferencia de Estados Unidos, cuyo mercado de trabajo absorbe a muchísima gente, y creo que la va a seguir absorbiendo. Pero los que vienen aquí no tienen resuelto eso. Básicamente es un tránsito y Estados Unidos tendrá que agilizar la recepción de todos estos expedientes.

P. Hablando del tema de seguridad y del juicio de García Luna. Mencionó ya lo que representa para la imagen de México. Pero del otro lado de la moneda, lo que estamos oyendo es que mientras Estados Unidos elogiaba la Iniciativa Mérida y mandaba recursos, y felicitaba al exsecretario, éste, según su acusación, ayudaba a pasar toneladas de droga a suelo estadounidense. Eso no deja muy bien parado al gobierno de Estados Unidos. ¿Puede cambiar algo?

R. Creo que va a cambar muy poco. Estructuralmente estamos ante un problema muy serio. México no es un socio confiable en ese frente. En el arco de 30 años, México no tiene una mejor fiscalía, no tiene una mejor policía y no tiene una estructura de rendición de cuentas lo suficientemente afilada como para decir: 1) Yo tengo el control del territorio, y 2) Los efectos más importantes de la acción de grupos criminales en mi país y en la relación bilateral han disminuido.

Del lado de Estados Unidos, lo que hemos tenido es una autoridad muy poco creíble: el hombre galardonado, el artífice de la Iniciativa Mérida, que implicaba dinero, entrenamiento, helicópteros, intercambios, es el que está siendo juzgado. ¿Por qué pasaron siete años para que se enteraran de que eso ocurría?

Creo que el juicio no va a acabar bien. Se va a reforzar la idea de que este país es un desastre. México pierde, porque no tiene credibilidad. El país no está en orden. La percepción de que las mafias son más poderosas que el gobierno y en muchos casos hay simbiosis, es muy fuerte.

P. ¿Impacta también a Estados Unidos? Al final de cuentas fueron recursos millonarios los que se destinaron a la Iniciativa Mérida, años de entrenamiento…

R. Sí impacta, poco a poco, porque Estados Unidos tiene una capacidad de negar su realidad, como para señalar que la culpa es mexicana. Igual que nosotros tenemos esta narrativa victimista. Tienen la idea de que todo lo que ocurre malo, viene de fuera. Los que envenenan a los jóvenes con el fentanilo son los mexicanos. Es la misma visión victimista.

Poco a poco se empiezan a preguntar, por ejemplo, por la red de distribución del fentanilo. ¿Y esto es solamente porque los mexicanos son muy malos? Y piden: ‘Sea sensato. Asuma su parte’.

En el juicio de El Chapo no nos enteramos absolutamente nada de las deficiencias del otro lado. Los malos de la película somos nosotros. Mucho me temo que con García Luna pasará lo mismo.

Hay todavía una cierta inocencia de esa sociedad norteamericana con la delincuencia, que se va a ir perdiendo.

P. ¿Cómo describe la relación actual entre México y Estados Unidos y lo que representa el factor Trump y su posible regreso?

R. De Trump te diré tres cosas: el antimexicanismo, que responde a la mala imagen de México, y a la victimización de la que hablábamos, tuvo éxito con Trump. Es un mecanismo de movilización política, de un populista de derecha, muy eficaz. Ya ocurrió y puede volver a ocurrir.

Se llame Trump o no, la idea del antimexicanismo como aglutinador político es muy mala. En México el presidente ha tratado de crear el antihispanismo: ‘Los españoles nos han saqueado’. El enfocarse en el antimexicanismo como explicación genérica es muy peligroso para México, y ya lo vimos.

Dos: Trump nos rompió el parámetro de relaciones bilaterales que teníamos, que se basaba en que quizá no nos queremos mucho, pero somos vecinos; tenemos que administrar la frontera, tenemos que administrar el tráfico de drogas, entonces tenemos que cooperar. Y tenemos que cooperar en lo migratorio. Pero cuando yo te respondo: ‘No vamos a cooperar en nada. Te vamos a poner un muro, porque lo único saludable entre tú y yo es eso’, a México eso lo saca de balance.

El tercer componente es que el presidente López Obrador, para nuestra fortuna, en la conducción de la política exterior no tiene convicciones fuertes en lo que tiene que ver con Estados Unidos. Creo que es una ventaja no tener a un antiamericano en la presidencia. Y ha permitido pasar del que acusaba a Trump al pragmatismo más puro. Un pragmatismo, que esa es la parte preocupante, se basa en ‘¿de qué se trata? ¿qué tengo que ceder?. ¿Qué quiere 25 mil guardias nacionales? Ahí van. ¿Qué quiere que vaya en plena campaña? Voy.

La posibilidad de que Trump retorne implicaría que en buena parte de lo que se ha construido con Biden, se ceda.

Lee también:

Biden y López Obrador son políticos transaccionales. Biden ha usado un tono absolutamente benigno con López Obrador. Ha sido muy benéfico para todos el reencausar la relación como actores racionales, con un modelo cooperativo.

En seguridad me temo que estamos muy flojos, porque no hay ni un mecanismo pactado, como en e l T-MEC.

P. ¿Hay motivos para ser optimista respecto a la relación?

Sí, en economía. Tenemos todos los elementos para pensar que dependemos mutuamente, que vamos en el mismo barco, y hay una convicción de élites económicas, políticas y de la base popular. El antinorteamericanismo es bajísimo y la gente ve a Estados Unidos como un país de oportunidades.

El tema migratorio sigue en el limbo, puede generar algunas crisis. No sé si el gobierno que venga va a ser igual de cooperativo que el actual.

El tema de seguridad es el que veo más inestable. Este país, para todo efecto práctico, no tiene control sobre su territorio, sobre sus prisiones. No hemos logrado disminuir la exportación del fentanilo, que sigue siendo el gran tema para ellos. Creo que ahí tendremos desgastes cada vez más fuertes. Espero que a Ovidio lo extraditen. Ese es un frente potencial de conflicto.

Si en los otros temas soy razonablemente optimista, creo que éste puede generar nubarrones y tormentas muy fuertes. Porque no tenemos un instrumento que nos vincule en el largo plazo, y porque el desempeño mexicano es más bien pobre. ¿Quién se dedica a disminuir la capacidad de las organizaciones criminales de desafiar al Estado, que es el tema que les preocupa a ellos?

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión y muchas opciones más.