Varios países del “Sur Global” consideran que China puede ser un actor clave en la resolución del conflicto israelí-palestino, en lo general por el cada vez más importante peso que tiene a nivel internacional, y en lo particular, por los esfuerzos de mediación que desempeñó en marzo pasado para el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita.
Hasta ahora, el canciller chino, Wang Yi, y el enviado especial para Medio Oriente, Zhai Jun, han sostenido conversaciones vía telefónica con los cancilleres de Israel y Palestina y con otros países de la región como Arabia Saudita y Egipto. Al tiempo que China ha respaldado los proyectos de resolución propuestas por Rusia y Brasil en el Consejo de Seguridad, ambos vetados.
No obstante, la realidad es que la postura de China es equilibrista por la importancia que revisten ambos países para sus intereses, lo que implica un estrecho margen para su actuar. Por ejemplo, Israel fue el primer país de Medio Oriente en reconocer la existencia del Estado chino y es un socio comercial importante, al punto de estar en pláticas para negociar un acuerdo de libre comercio. Palestina, por el contrario, representa una causa ideológica que se remonta a los tiempos de Mao Zedong y la defensa del Tercer Mundo. Lo cierto es que, en un conflicto geopolítico, China no suele apoyar a un bando en concreto, al hacerlo considera que aviva la “mentalidad de la Guerra Fría” y rechaza que la seguridad de un Estado esté supeditada a la de otro, es por ello que históricamente China ha apoyado la creación de dos Estados.