San José.— El fallido intento de Pedro Castillo, ya como exgobernante peruano perseguido por la justicia por presunta corrupción, de refugiarse anteayer en la Embajada de México en Lima y el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de darle asilo en caso de pedirlo, reafirmaron el acercamiento sin precedente entre mandatarios de ambos países y atizaron las denuncias sobre la injerencia mexicana en los asuntos internos de Perú.

El controversial vínculo de López Obrador y Castillo gravitó con fuerza en el escenario político de Perú antes, durante y después de la caída, el pasado miércoles, del gobierno del maestro, sindicalista magisterial, rondero o vigilante campesino después de 16 meses de una convulsa gestión.

“Hay una clara intromisión de López Obrador en los asuntos internos de Perú, por sus comentarios que van más allá de lo que un presidente extranjero puede hacer respecto a la política peruana”, acusó el abogado Francisco Belaúnde, profesor de Derecho Internacional Público en la (no estatal) Universidad de Lima.

“Llama mucho la atención que [López Obrador] haya ofrecido asilo a un presidente que cometió un golpe de Estado. Eso es algo inaceptable. Y también el comentario que hizo su canciller [Marcelo Ebrard] diciendo, después del golpe de Estado, que lamentaba los acontecimientos en Perú, pero en ningún momento condenó el golpe de Estado de Castillo”, dijo Belaúnde a EL UNIVERSAL. “Parece que primero está, en el caso del gobierno mexicano, la simpatía ideológica y después los principios democráticos. Parece que hubiera de parte de López Obrador una actitud en donde más priman sus simpatías ideológicas que el respeto de la democracia para empezar y el respeto a la soberanía de los demás países”, añadió.

El embajador de México en Perú, Pablo Monroy, visitó ayer a Castillo en la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) de la Policía Nacional en Lima, donde el exmandatario ya calificado de golpista frustrado quedó preso desde anteayer. Castillo confirmó a Monroy su pedido de asilo a México.

Castillo llamó por teléfono el pasado miércoles a López Obrador a su oficina en el Palacio Nacional y solicitó que le avisaran al Presidente que se dirigía a la embajada mexicana en Lima a pedir asilo y pedir que le abrieran la puerta. López Obrador reveló ayer ese dato, narró que ordenó a Ebrard que le abrieran la puerta de la embajada y sugirió que, como ya las autoridades peruanas tenían intervenido el teléfono de Castillo, el ya expresidente fue detenido antes de llegar a la delegación mexicana. Castillo fue destituido el miércoles por la tarde por el Congreso al fracasar en la mañana en ejecutar un golpe de Estado, imponer un gobierno de excepción, disolver el Poder Legislativo y dictar otras medidas de ruptura del orden constitucional para anticiparse al proceso parlamentario de vacancia por corrupción previsto para ese día en sesión vespertina.

El Congreso justificó la destitución de Castillo en su incapacidad moral ante acusaciones en su contra por supuesta corrupción con dineros públicos. La Embajada de México en Lima seguía ayer sin responder a este periódico a una solicitud de reacción sobre los cuestionamientos a la política exterior de México hacia Perú.

Tras conocerse en septiembre de 2021 en la capital mexicana en una cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), López Obrador le apoyó. Por un lado, López Obrador reiteró el respeto de México a la no intervención en asuntos internos de otros Estados. Por el otro, opinó sobre cuestiones restringidas a la política interna peruana y prohibidas a la injerencia externa, como que el Congreso, por mandato constitucional, decida destituir a un presidente o autorizarlo o impedirle salir del país.

López Obrador informó el 13 de diciembre de 2021 que, a solicitud de Castillo, envió una comitiva de México a Lima para ayudar a su colega a sofocar una campaña mediática y las amenazas legislativas de destitución y cuestionó el trámite en el Congreso de Perú para destituir a un presidente con el voto de 40% de legisladores. En reacción, el congresista peruano Ernesto Bustamante, entonces presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, instó a la cancillería de Perú a confrontar a López Obrador por sus “declaraciones antiperuanas”. “Con Perú hay una clara muestra de intervencionismo [de López Obrador] y continuamente emite juicios de valor que sí constituyen intervención en asuntos internos de otro país”, afirmó Bustamante a este diario en febrero de este año.

La controversia se agravó porque López Obrador denunció, el 8 de febrero de 2022, que “es evidente que el conservadurismo en Perú está haciendo labor”. En respuesta, el entonces canciller de Perú, César Landa, presentó una protesta diplomática al entonces embajador de México en Perú, Víctor Hugo Morales, y le expresó “extrañeza” y “mortificación” por las opiniones de López Obrador.

Otro conflicto ocurrió a inicios del mes anterior con un reclamo al embajador Monroy por parte de la congresista Maricarmen Alva y de Bustamante, presidenta y miembro de la Comisión, respectivamente.

Bustamante narró anteayer a este diario que, con Alva, recibió en la Comisión a Monroy y le advirtieron que pidiera a López Obrador que dejara de entrometerse en asuntos de interés “exclusivo y excluyente” de Perú. El reproche se basó en que Monroy llegó al Congreso a presionar a los congresistas para que autorizaran a Castillo viajar, por invitación de López Obrador, a la cumbre de la Alianza del Pacífico en México del 24 al 26 de noviembre. El Congreso negó el 17 de noviembre el permiso a Castillo para ir a esa cita, que se canceló.

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