Miami.— La noche del 1 de octubre, Tim Walz y JD Vance se encontrarán cara a cara en un esperado entre candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos, que no sólo pondrá a prueba sus habilidades retóricas, sino que expondrá ante millones de votantes las diferencias fundamentales entre sus visiones.

Este debate es un importante escenario donde quien gane y quien pierda cargará su triunfo o derrota al candidato presidencial de su partido.

Tim Walz, gobernador de Minnesota desde 2019, representa una figura que ha ganado reconocimiento por su capacidad para gobernar en momentos de crisis, especialmente durante la pandemia de Covid-19: “He tenido que tomar decisiones difíciles que no siempre han sido populares, pero siempre fueron en el mejor interés de la gente que sirvo”, afirmó recientemente en un mitin en Minneapolis.

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También se presenta como un líder que busca unidad y estabilidad, en contraste frente a lo que muchos ven como la política disruptiva de la administración republicana bajo Donald Trump.

Vance encarna el populismo que ha definido al trumpismo en los últimos años. Conocido por su libro Hillbilly Elegy, que detalla su experiencia personal creciendo en la pobreza rural de Ohio, ha capitalizado su historia para conectar con los votantes de clase trabajadora.

Durante una entrevista reciente, señaló: “El establishment político ha ignorado a los estadounidenses que construyeron este país. Yo vengo de esas comunidades y quiero asegurarme de que nunca más sean olvidadas”.

Vance es, en muchos sentidos, una extensión de la retórica nacionalista y antiélite que Trump promovió durante su presidencia.

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El escenario del Debate

El debate será en Nueva York, transmitido por CBS News y moderado por dos de las periodistas más reconocidas del país, Norah O’Donnell, de CBS Evening News, y Margaret Brennan, de Face the Nation.

El tiempo será un factor clave, porque el debate tendrá una duración de unas dos horas, en las que se espera que los candidatos cubran una amplia gama de temas que incluyen la economía, inmigración, aborto, seguridad nacional y justicia social.

Este frente a frente no sólo pondrá a prueba la preparación de los candidatos, sino que también será una oportunidad para evaluar cómo cada uno podría manejar la presidencia en caso de que fuera necesario.

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Las encuestas más recientes muestran que Walz y Vance tienen opiniones divididas entre los votantes, con algunos matices importantes. De acuerdo con Pew Research Center y Marist Poll, Walz tiene una calificación favorable de 39%, con 33% de personas que lo ven desfavorablemente. Un 28% de los encuestados no lo conocen o no tienen una opinión formada de él.

Entre los votantes que apoyan a Kamala Harris, 69% lo consideran calificado para ser presidente en caso de una suplencia presidencial inminente, mientras que 59% de los votantes de Trump creen que Walz no está calificado.

Vance cuenta con 34% de las opiniones favorables y 42% desfavorables. Cerca de 23% no lo conoce o no tiene una opinión. Además tiene mayor apoyo entre los seguidores de Donald Trump, con 62% de ellos considerando que está calificado para ser presidente si se diera el caso de sustituirlo.

Sin embargo, 66% de los votantes de Harris creen que no está calificado para ese puesto.

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Los temas más esperados

En lo referente a la economía, Vance es un firme defensor de la desregulación y la reducción de impuestos como motores del crecimiento económico: “La administración demócrata ha ahogado a nuestras empresas y ha desatendido a las familias trabajadoras con sus políticas fiscales”, ha afirmado en varias ocasiones. En el debate, es probable que Vance critique el manejo económico de la administración y prometa un enfoque más centrado en la revitalización del sector manufacturero y la reducción del déficit.

Tim Walz adoptará seguramente una postura distinta, abogando por un enfoque más progresista que promueva la expansión de los derechos laborales y aumentos salariales para la clase trabajadora: “Mi objetivo es asegurarme de que todos los estadounidenses, sin importar su origen o su situación económica, tengan las mismas oportunidades de éxito”, afimó en varias entrevistas, enfatizando la importancia de invertir en educación y atención médica.

Además, argumenta que el gobierno tiene un papel clave en la promoción de un crecimiento inclusivo que no deje atrás a las comunidades vulnerables.

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En materia de inmigración, Vance ha adoptado una postura firme, alineada con las políticas de Trump, que aboga por un control más estricto de las fronteras y políticas migratorias restrictivas. Durante su campaña, ha enfatizado la necesidad de frenar lo que llama una “crisis en la frontera sur”: “Necesitamos fronteras fuertes y leyes migratorias que protejan a nuestros ciudadanos”, ha dicho en mítines recientes. Su postura será un contraste directo con la de Walz, quien ha abogado por una reforma migratoria integral que incluya un enfoque más humanitario hacia los inmigrantes, en particular hacia los dreamers. Walz ha dejado claro que cree que la inmigración es una fuerza positiva para el país, siempre y cuando se gestione de manera justa y ordenada.

El debate vicepresidencial sobre el fentanilo y el narcotráfico promete ser un choque de visiones marcadamente opuestas sobre cómo abordar la creciente crisis de opioides en Estados Unidos.

Vance, respaldado por la retórica de Donald Trump, hará hincapié en un enfoque duro y punitivo, que responsabiliza a la frontera de México y exige un mayor control fronterizo como solución principal.

Walz representará una visión más integral y de salud pública al argumentar que, si bien la seguridad fronteriza es crucial, el verdadero éxito radica en programas de rehabilitación, prevención del consumo y cooperación internacional. Walz probablemente atacará el enfoque de Vance, al señalar que políticas fronterizas estrictas no han solucionado el problema en el pasado, y que el tráfico de fentanilo ha crecido incluso bajo regímenes duros de seguridad.

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Sobre el tema del aborto, especialmente después de la anulación de Roe vs. Wade, Vance ha sido un defensor de las políticas provida, argumentando que el tema debe ser decidido a nivel estatal. “Cada estado debería tener la libertad de decidir cómo proteger la vida”, reitera públicamente.

En cambio, Walz defiende los derechos reproductivos de las mujeres como un derecho fundamental. “La decisión sobre el cuerpo de una mujer no debería estar en manos del gobierno”, ha dicho Walz, quien ha sido un firme defensor de restaurar las protecciones federales para el acceso al aborto.

Sobre seguridad nacional, Walz, con su historial militar como veterano de la Guardia Nacional, tiene una visión amplia sobre lo que constituye esa materia. Para él, la seguridad nacional no sólo abarca la protección de las fronteras y la defensa militar, sino la seguridad interna relacionada con la estabilidad social y económica del país.

Durante su tiempo como gobernador de Minnesota, Walz manejó diversas crisis, incluidas la pandemia de Covid-19 y los disturbios sociales tras la muerte de George Floyd: “La seguridad nacional comienza en casa”, ha afirmado en reiteradas ocasiones, enfatizando la necesidad de una política integral que incluya tanto la defensa exterior como la estabilidad interna, abordando problemas como la desigualdad y las tensiones raciales.

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Vance se adhiere a una postura más tradicional y militarista de seguridad nacional. En sus discursos, ha hecho hincapié en la necesidad de fortalecer las fronteras y adoptar una postura más firme ante las amenazas globales, desde la competencia económica de China hasta el terrorismo.

“Estados Unidos debe ser fuerte tanto en casa como en el extranjero, y eso comienza con fronteras seguras y una defensa poderosa”, ha dicho Vance. Para él, una Unión Américana segura es un país que protege sus intereses ante las amenazas internacionales, asegurándose de que el país mantenga su liderazgo militar en el escenario global.

En cuanto a la justicia social, Walz ha sido un firme defensor de las políticas de justicia social durante su tiempo como gobernador de Minnesota. Después de los disturbios de 2020, hizo de la reforma de la justicia racial una prioridad en su administración. Ha defendido la necesidad de abordar las desigualdades estructurales en áreas como la educación, la atención médica y las oportunidades económicas, argumentando que la seguridad y el bienestar de una sociedad dependen de la inclusión y la equidad.

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Vance ha adoptado una postura más tradicional en cuanto a la justicia social, al enfatizar la responsabilidad individual sobre las políticas de intervención del gobierno. Ha criticado lo que ve como una excesiva dependencia de programas gubernamentales, argumentando que se debe empoderar a las comunidades para que se levanten por sí mismas.

Complemento al candidato presidencial

El compañero de fórmula complementa al candidato presidencial en áreas donde este puede ser más débil, por ejemplo, pueden equilibrar la fórmula en términos de experiencia, geografía o demografía. Un ejemplo notable fue en 1960, cuando John F. Kennedy eligió a Lyndon B. Johnson para atraer a votantes del sur y consolidar su base regional. En 2020, Harris fue seleccionada por Biden para atraer a votantes progresistas, mujeres y minorías, aportando diversidad y una postura más firme en ciertos temas como la justicia racial.

Los compañeros de fórmula pueden ser seleccionados por su influencia en estados clave o entre votantes específicos. Aunque no siempre determinan el resultado de la elección, su habilidad para movilizar votantes en áreas clave puede ser crucial en comicios cerrados: Al Gore fue determinante para movilizar a los demócratas en estados clave durante la campaña de Bill Clinton en 1992.

Las investigaciones sugieren que la mayoría de los votantes eligen en función del candidato presidencial y no del compañero de fórmula. Según un análisis del Pew Research Center, aunque los candidatos vicepresidenciales pueden reforzar las acciones de la campaña, rara vez cambian significativamente las preferencias de los votantes. La selección de un candidato puede influir en ciertos sectores, pero no es el factor decisivo para la mayoría. Sin embargo, en casos excepcionales, un compañero de fórmula con mucha popularidad o controversia puede influir.

En 2008, Sarah Palin, candidata a la vicepresidencia de John McCain, fue tanto un activo como una fuente de polémica, lo que algunos expertos creen que influyó en los resultados finales de esa elección.

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