Nueva York.— Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, pasará el resto de su vida en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos.
Un jurado estadounidense decidió, tras 35 horas de deliberación, que el sinaloense fue y es, efectivamente, el líder de una organización criminal narcotraficante de escala mundial, el Cártel de Sinaloa. El veredicto selló el destino de El Chapo, quien quedará encerrado en la prisión ADX de Florence, Colorado, la más dura de Estados Unidos y de la que nadie nunca ha escapado.
Guzmán fue declarado culpable de los 10 delitos que se le imputaban: pertenencia continuada a empresa criminal; siete cargos por narcotráfico; tenencia de armas y lavado de dinero. Aunque la sentencia oficial no se anunciará hasta dentro de 90 días, el destino está marcado: sólo el primero de los delitos conlleva una condena automática de cadena perpetua, sin posibilidad de libertad condicional.
“Es una sentencia de la que no hay escapatoria ni retorno”, se congratuló Richard Donoghue, fiscal federal para el Distrito Este de Nueva York. En las puertas de la corte, en medio de una potente ventisca de nieve, el equipo de fiscales estadounidenses eran todo sonrisas y caras de cansancio y satisfacción por el trabajo realizado y el resultado obtenido.
El fiscal general interino, Matthew Whitaker, aseguró que la condena es un ejemplo de la “tenacidad y compromiso a la hora de perseguir a capos como Guzmán”. La secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, alertó a los “criminales internacionales” de que el peso de la ley estadounidense siempre les llegará.
Así, tras 44 días de juicio y más de dos años después de su extradición terminó el considerado mayor juicio por narcotráfico en la historia de Estados Unidos, el que debía marcar un antes y un después en la guerra contra las drogas.Las pruebas presentadas en el juicio demostraron que, para promover los intereses del cártel, Guzmán Loera y sus cómplices se valieron de una amplia red de funcionarios corruptos. De acuerdo con la Administración para el Control de Drogas (DEA), los funcionarios que recibieron sobornos del grupo criminal iban desde policías locales, guardias de prisiones, funcionarios estatales, miembros de alto rango de las Fuerzas Armadas, así como políticos. “Estos funcionarios corruptos ayudaron a Guzmán Loera y su organización a cambio de millones de dólares en sobornos”, aseguró la dependencia, según la cual, Guzmán lideró también varias empresas fantasma.
Uno de los abogados del capo, Jeffrey Lichtman, dijo que el veredicto unánime “es un trofeo para el gobierno” de EU, pero cuestionó: “¿El flujo de cocaína va a parar después de este juicio? Claro que no”. Las cifras indican que la cantidad de drogas que llegan a EU desde México crecen cada año, en parte por la incapacidad de las políticas de salud de reducir la demanda.
Para Ángel Meléndez, agente especial de investigaciones de Seguridad Nacional a cargo del caso, el veredicto manda un “mensaje rotundo” a los narcotraficantes: “No son inalcanzables, no son intocables. Su día llegará”.
Y ayer fue el día final de El Chapo. La resolución tenía un final claramente escrito. “Vinimos aquí sabiendo que era presuntamente culpable para todos, desafortunadamente”, reconoció otro de los abogados de El Chapo, Eduardo Balarezo. “No estábamos sólo luchando contra evidencia; estábamos luchando contra percepción”, añadió, resucitando, en el último aliento de su trabajo como abogado del capo, la idea de que es más un mito que una realidad. “El Chapo no es necesariamente Joaquín Guzmán”; dijo Lichtman, reforzando el aura mística del personaje.
Pese a que sus abogados aseguraron que apelarán la decisión y que Guzmán todavía “no está acabado”, su era terminó. A El Chapo se le volverá a ver en público el 25 de junio, cuando en la misma sala del Distrito Federal Este de Nueva York, el juez Brian Cogan dicte la sentencia de forma oficial. Ahí tendrá la opción de hablar por última vez antes de que Cogan oficialice que el capo del Cártel de Sinaloa no volverá a ver la luz del sol. Con información de Manuel Espino