Miami.— La de JD Vance es una historia de lucha, resiliencia y metamorfosis. Desde su turbulenta infancia en las colinas de Kentucky y la decadencia industrial de Ohio, hasta su ascenso como autor y político influyente que convirtió la lucha contra el narco mexicano en algo personal.

James Donald Bowman nació el 2 de agosto de 1984 en Middletown, Ohio, una ciudad industrial en declive. Sus padres, Bev y Don, se divorciaron cuando él era un niño y su madre se volvió a casar varias veces, lo que resultó en una serie de padrastros inestables que entraban y salían de su vida. Bev, quien había sido una estudiante sobresaliente y trabajaba como enfermera, no pudo con la depresión y sucumbió a la adicción a las drogas después de la muerte de su padre.

Una de las experiencias más traumáticas de su infancia ocurrió cuando Bev, bajo los efectos de las drogas, amenazó con estrellar el coche en el que viajaban si JD no le daba la razón. Vance, en un acto desesperado, saltó del vehículo en movimiento para salvar su vida. Esta y otras experiencias similares crearon un entorno de constante miedo e incertidumbre.

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A los 18 años JD se unió a los Marines, buscando una salida del tumulto de su vida en Middletown. El entrenamiento militar le proporcionó la disciplina y la estructura que tanto necesitaba.

Después de su servicio militar, Vance regresó a Ohio y se matriculó en la Universidad Estatal de Ohio, graduándose con honores. Luego, asistió a la Facultad de Derecho de Yale. En 2022, hizo campaña por el Senado y, con el apoyo del expresidente Donald Trump, de quien se volvió fiel admirador después de haberlo calificado de Hitler, lo logró.

Aunque superó una infancia de pobreza, no consiguió dejar atrás el trauma de su madre adicta. En su famoso libro Hillbilly Elegy, donde cuenta su historia, recuerda cuando halló a su madre inconsciente por una sobredosis de heroína.

Decidió entonces declararle la guerra a las drogas... y a los cárteles mexicanos. La epidemia de fentanilo que se cobra unas 100 mil vidas al año en Estados Unidos le dieron el argumento perfecto para reclamar al gobierno el uso de las fuerzas militares para combatir al narco mexicano, y declarar a los cárteles como organizaciones terroristas, para permitir el uso de recursos adicionales y herramientas legales unilaterales contra ellos. “Esto es personal”, dijo.

En su guerra contra el narco, no ha ahorrado críticas a las autoridades mexicanas, señalando que la corrupción en México y la falta de control sobre los cárteles han contribuido a la crisis de opioides que está matando a cientos de miles en EU. Advirtió que los cárteles estaban “desestabilizando al gobierno” y llamó a México a emprender contra el narco una guerra como la colombiana. “¿Cree que el problema de la droga es malo? Qué tal en tres años que los cárteles de droga sean más poderosos que el propio Estado mexicano”, cuestionó.

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