En tan solo un par de años, Javier Milei pasó de ser un economista que llamaba la atención en programas de TV con sus ideas libertarias a presidente electo de Argentina.
El propio Milei definió como un “milagro” su amplio triunfo en un balotaje presidencial del domingo, con 55.7% de los votos contra 44.3% del oficialista Sergio Massa cuando se ha completado el 99% del recuento.
“Gracias al equipo que viene trabajando hace dos años para transformar la Argentina y para lograr el milagro de tener un presidente liberal libertario”, dijo Milei en su primer discurso tras ser electo.
Ganó sin tener experiencia de gobierno, como líder un partido nuevo denominado La Libertad Avanza que incluye varios outsiders como él y se impuso a la fuerza que ha dominado la política argentina por décadas: el peronismo.
¿Cómo logró Milei este vertiginoso ascenso a la cúspide del poder en su país? Hay al menos tres factores que lo explican:
Argentina atraviesa una grave situación económica y social, con dos de cada cinco personas viviendo en la pobreza y una tasa de inflación anual que llegó a 143% en octubre.
Se trata de la tercera gran crisis de este tipo que el país pasa desde que recuperó la democracia hace 40 años, tras la hiperinflación que anticipó el fin del gobierno de Raúl Alfonsín en 1989 y el estallido social que provocó la caída del presidente Fernando de la Rúa en 2001, señala el analista político argentino Rosendo Fraga.
“Milei aparece como una alternativa en donde lo económico y social está aún peor que en las dos oportunidades anteriores”, dice Fraga a BBC Mundo.
La importancia de esta crisis en las elecciones aumentó desde que Massa fue nombrado candidato oficialista siendo al mismo tiempo el ministro de Economía del país.
Massa sorprendió de todos modos al ser el candidato más votado en la primera vuelta de octubre.
Pero fue imposible para él disimular los desequilibrios que enfrenta Argentina y que incluyeron algunos días de escasez de combustible durante la campaña por el balotaje (Milei afirmó que eso era una “postal del futuro” si el peronismo seguía en el poder).
En este contexto, la mayoría de los votantes se inclinaron por el cambio drástico que propuso el libertario, que incluye dolarizar la economía, cerrar el Banco Central y recortar el gasto público en un 15% del PIB.
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Además de las promesas de liberalización económica, Milei esgrimió un discurso anti establishment con duras críticas a lo que denomina “casta política”.
“Milei logró desde su irrupción a la arena pública, cuando fue electo diputado, diferenciar una narrativa política muy distinta, confortativa del sistema”, dice el politólogo argentino Sergio Berensztein a BBC Mundo.
“Son los famosos candidatos antisistema que hemos visto en diferentes partes del mundo: el más típico obviamente es Donald Trump (en Estados Unidos), o Jair Bolsonaro (en Brasil)”, agrega. “Milei puede inscribirse en ese movimiento global, donde hay una reacción al orden establecido”.
Ese discurso rupturista le permitió al presidente electo argentino atraer votantes hartos del gobierno y la clase política, pese a la incertidumbre y temor que sus propuestas causan en muchos otros.
Milei entusiasmó sobre todo a jóvenes que fueron un pilar clave de su triunfo.
Distintas encuestas durante la campaña mostraban que, cuanto menor era la edad de los votantes entrevistados, más crecía el respaldo a Milei.
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Una división básica de la política argentina desde hace décadas es entre peronistas y antiperonistas. Y Milei basó su triunfo en este último bloque.
Para esto fue importante el respaldo que recibió en el balotaje de dos líderes de la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio: el expresidente Mauricio Macri y la excandidata presidencial Patricia Bullrich, que salió tercera en octubre.
De hecho, los 14.5 millones de votos que Milei recibió el domingo suponen un aumento de unos 6.4 millones de sufragios respecto a caudal que obtuvo en las generales, con un nivel de participación electoral similar.
El libertario se impuso, además, en 21 de los 24 distritos electorales (ganó en 20 provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), mientras el peronismo mantuvo su gran bastión de la provincia de Buenos Aires.
Tras el endose que le dieron Macri y Bullrich poco después de la primera vuelta, Milei atenuó sus criticas a la “casta política” en general y se concentró en denostar al kirchnerismo.
Este sector del peronismo que lidera la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien gobernó el país entre 2007 y 2015, ha protagonizado diversos escándalos que incluyen una condena por corrupción a ella misma en diciembre.
En su búsqueda de votos de centroderecha y antiperonistas para el balotaje, Milei también menguó el uso de una motosierra que solía blandir como símbolo de sus planes de recorte drástico.
Y en el debate que tuvo mano a mano con Massa, Milei manejó un tono más mesurado del que empleó en otros momentos de la campaña, al punto que muchos se preguntaron por qué evitaba atacar con mayor dureza a su rival.
“Lo que intentó fue no aparecer emocionalmente inestable. Y lo logró”, explica Berensztein.
“La moderación tiene que ver con una lógica de la segunda vuelta”, agrega. “Pero una vez que los presidentes son electos, su agenda no tiene que ver con la última moderación”.
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