Bruselas.— En la gran apuesta hecha por la mayoría de los británicos de abandonar la Unión Europea (UE) sólo ha habido perdedores.
Seis años después del referéndum que estremeció al Viejo Continente con un resultado inesperado, los impactos son evidentes: retroceso económico, polarización política y distanciamiento entre socios que por más de cuatro décadas fueron cercanos aliados.
Esa es la conclusión a la que llegan expertos consultados por EL UNIVERSAL sobre la evolución de la arriesgada jugada hecha por un reducido grupo de políticos británicos que recurrió a todo tipo de artimañas para materializar un sueño político arraigado en un profundo euroescepticismo.
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La única nota que algunos rescatan como eventualmente positiva en una experiencia en la que no hay ganador, es el hecho de que Bruselas se deshizo del socio visto como el más antagónico a la UE. Tradicionalmente, Londres fue una piedra en el zapato en el proceso de construcción europea.
“El Reino Unido siempre fue renuente a ciertas políticas de la UE, y hasta cierto punto, contrario a una mayor integración. Ahora, sin el Reino Unido como miembro, la UE ha podido salir adelante ante los desafíos presentados tras el Brexit, como fue el hecho de acordar por vez primera la mutualización de la deuda ante los impactos del Covid-19. ¿Quién sabe qué hubiera ocurrido si todavía fueran miembros?”, dice Emily Fitzpatrick, analista del European Policy Centre.
Sin estar obligado a hacerlo, por pura ambición política, el entonces premier David Cameron prometió someter la membresía en la UE a referéndum si conseguía la reelección.
El 23 de junio de 2016, contra todos los pronósticos, 51.89% de los británicos se inclinó en las urnas por el abandono. Fue resultado de la apatía de los jóvenes, quienes permanecieron en casa, pero sobre todo, de una campaña marcada por todo tipo de retórica incendiaria, engaños y promesas infundadas por parte de los mayores euroescépticos, entre otros, el hoy primer ministro Boris Johnson y el político retirado Nigel Farage.
Entre el largo listado de mentiras, se dijo que habría mejores salarios, así como más dinero para el Sistema Nacional de Salud y otros programas gubernamentales, porque presuntamente a la UE se enviaban 350 millones de libras a la semana, monto que ahora debería sobrar en las arcas gubernamentales.
También fueron insistentes en decir que el reinado británico sería más unido y fuerte fuera del bloque europeo; en Escocia toma fuerza la posibilidad de un segundo referéndum de independencia, mientras la tensión política aumenta en Irlanda del Norte por la situación provocada por el Brexit.
Hubo quien además aseguró que fuera del club comunitario, del otro lado del Canal de la Mancha, sería más seguro ante el crimen y el terrorismo.
Asimismo, arremetieron demagógicamente con todo tipo de grotescas acusaciones contra la UE, ante las cuales el gabinete de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea de 2014 a 2019, fue pasivo, tolerante y silencioso.
“Lo que llevamos del Brexit a partir del momento del referéndum, el mayor impacto, tanto para el Reino Unido como para Europa, ha sido negativo”, dice Camino Mortera-Martinez, jefa de la oficina en Bruselas del Centre for European Reform (CER).
“Es claro que el Brexit está teniendo un impacto negativo en comercio y por tanto en la economía británica. La mayoría de los economistas piensan que en el transcurso de los próximos 10, 12 años, ese impacto se amplificará de manera negativa”, afirma Anand Menon, director del centro de estudios UK in a Changing Europe.
“Siendo honestos, para un gran número de promotores de la salida, el Brexit era algo político, no económico; era recuperar la soberanía, aun cuando ello implicaba un golpe económico a corto y mediano plazo”, continúa el también profesor de política europea en el King’s College London.
John Springford, subdirector del CER, le pone los primeros números al costo del Brexit. Para el último trimestre de 2021, el PIB de Reino Unido era 5.2% menor que el previsto, la inversión fue 13.7% inferior y el comercio de mercancías fue 13.6% menos.
Afirma que el pobre desempeño económico de Reino Unido en la pandemia puede ser parte del cálculo a la baja del PIB, pero lo cierto es que desde el referéndum la inversión comenzó a rezagarse, al igual que el comercio de bienes, a partir del momento en que abandonó el mercado único.
Sobre Europa, Camino asegura que por el momento no hay estimaciones, aunque los analistas coinciden en que inevitablemente generó una baja en los indicadores económicos, como consecuencia de perder una parte del mercado interno y pactar un acuerdo comercial de mínimos desfavorable para ambas partes.
“Es todavía complicado saber cuáles han sido las consecuencias concretas del Brexit, la pandemia amortiguó mucho los efectos”, sostiene Camino.
Por ejemplo, todavía se desconoce cuáles van a ser las implicaciones en materia de servicios, el sector estrella de la economía británica y que fue excluido del acuerdo con la UE.
La salida británica prácticamente coincidió con la llegada del Covid-19 y la introducción de una serie de confinamientos a partir de 2020; hasta apenas hace cuatro meses, hay una apertura gradual de las fronteras, con lo cual ha comenzado a reanudarse la movilidad de abogados, músicos, artistas, entre otros.
“La pandemia añadió otra capa de incertidumbre para las empresas europeas y británicas, pero también de alguna manera enmascaró hasta cierto punto la capacidad de cuantificar el impacto en la economía británica (…) han evadido responsabilidades. Ahora tenemos la inflación mundial y la guerra en Ucrania [como pretexto]”, afirma Fitzpatrick.
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La retirada de la UE adicionalmente ha tenido implicaciones significativas para la propia unidad del reino. En Irlanda del Norte los partidos han sido incapaces de formar gobierno por temas contenciosos generados por el acuerdo post-Brexit, mientras que en Escocia, la primera ministra Nicola Sturgeon anunció que planea celebrar un segundo referéndum sobre la independencia en octubre del próximo año si su gobierno obtiene la aprobación legal necesaria.
En términos políticos, explica el profesor Menon, en Reino Unido generó un nuevo tipo de división política: “Ahora no sólo está dividida entre derecha e izquierda, también entre los que querían permanecer y los que se querían ir.
“En cuanto a la UE, es claro que sin Reino Unido es más débil en cuanto a su tamaño, en términos de sus activos diplomáticos y militares. Pero por el otro lado, la UE ha sido capaz de actuar sin el RU en asuntos como defensa y la recuperación del Covid, aunque es difícil saber qué hubiera ocurrido en presencia del RU”, añade.
Pero la odisea lejos está de tocar fondo; hay una serie de desafíos en la palestra. El mayor de ellos tiene que ver con Irlanda del Norte, que quedó anclada al mercado único europeo para evitar una frontera física en la Isla de Irlanda ante el temor de revivir los fantasmas del pasado, pero que a su vez creó una frontera entre Belfast y el resto de Reino Unido.
El gobierno de Boris Johnson ha iniciado procedimientos para alterar unilateralmente el llamado Protocolo de Irlanda del Norte. La Comisión Europea ha manifestado disposición para realizar ajustes, pero se rehúsa a renegociar un tratado internacional que ya está cerrado y que es vinculante.
Igualmente habrá tensión por asuntos pendientes en ámbitos como la energía, la seguridad, defensa, exteriores y el marco normativo, temas todavía por decidir luego de una negociación exprés que duró sólo 10 meses y cubrió lo más básico.
“Cambios en el ámbito normativo que conlleven a un distanciamiento de los estándares del mercado común, podrían conducir a mayor tensión política”, anticipa Fitzpatrick.
“Las relaciones actuales son muy tensas por múltiples razones; una de ellas porque el gobierno británico piensa que el tener cierto grado de tensión con la UE es políticamente provechoso, pero también por el tema del Protocolo de Irlanda”, asegura Menon.
Algunos estudiosos piensan que para comenzar a remendar las relaciones entre Londres y Bruselas se requiere de un nuevo inquilino en el 9 de Downing Street. Mientras Johnson siga en el cargo, difícilmente podrá iniciar la anhelada reconstrucción.
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