Bogotá.— Cuando Pablo Escobar arreciaba su ofensiva terrorista contra el Estado colombiano, uno de sus enemigos en la mafia movía las fichas para arrinconarlo. Gilberto Rodríguez Orejuela, "El Ajedrecista" y enemigo público del capo, murió viejo y enfermo en una cárcel de Estados Unidos.
El jefe del Cártel de Cali falleció la noche del martes a los 83 años mientras cumplía una condena de 30 años en EU.
Rodríguez le plantó cara al temido jefe del Cártel de Medellín en una guerra con muchos muertos y millones de dólares de por medio. Al frente del Cártel de Cali, Gilberto y su hermano Miguel, también recluido en una prisión estadounidense desde 2005, se aliaron con las autoridades para acabar con Escobar en 1993. De origen humilde, de joven hacía entregas a domicilio en bicicleta, "El Ajedrecista" (apodado así por su accionar estratégico) pasó entonces a ser el responsable junto con su banda de 80% de la cocaína que ingresaba a EU.
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Nacido en Mariquita, Tolima, el 30 de enero de 1939, estuvo rodeado de sospechas y acusaciones en su época de empresario exitoso hasta que en 1995 cayó capturado, para ser liberado en 2002, pero recapturado a los pocos meses y luego extraditado a EU en 2004, donde falleció tras padecer una larga enfermedad. Había pedido a la justicia de ese país en años recientes una licencia para “morir en Colombia”.
La guerra con Escobar
Una llamada telefónica en 1987 prendió la chispa entre las dos agrupaciones del narcotráfico más poderosas del siglo XX en Colombia. Escobar declaró “enemigo” a Rodríguez ante su negativa de entregarle a uno de sus socios para ejecutarlo. Un año después, un vehículo con dinamita estalló en un sector exclusivo de Medellín donde vivía la familia de Escobar, causándole daños auditivos a su hija pequeña.
Enfurecido, el capo respondió de igual manera en 1990. El blanco fue una farmacia de Cali que servía de fachada de los Rodríguez Orejuela para lavar dinero. Rodríguez sumó fuerzas entre los adversarios de Escobar hasta verlo muerto. En entrevista con W Radio tras su extradición, reconoció su alianza con la policía que mató a tiros a Escobar cuando intentaba escaparse por un tejado en Medellín. “Nosotros nos conectamos con ellos, les comenzamos a informar, a dar ayuda logística”, reveló. Su versión fue negada por las autoridades.
Sutilmente, Gilberto y su hermano se abrieron un espacio en las élites económicas y políticas del país. Contrario al excéntrico Escobar, Rodríguez prefería los sobornos. En 1995 fue capturado en Colombia y estuvo en la cárcel siete años. Era “de muy bajo perfil”, “ellos no mataban, pero corrompían”, dijo a la revista Semana el general retirado Rosso Serrano, al mando de la operación policial que recapturó al mayor de los Rodríguez, acusado de reincidir en el negocio.
En un escándalo conocido como el “Proceso 8.000”, el expresidente Ernesto Samper (1994-1998) fue acusado de recibir un aporte millonario de los hermanos a su campaña, acusaciones que el exmandatario siempre negó. El Congreso lo absolvió en un polémico juicio político que evitó su investigación judicial.
Desde antes, los Rodríguez controlaban al América de Cali, el club de futbol más ganador de la época, también eran aliados del desaparecido capo Amado Carrillo, El Señor de los Cielos. Las imágenes del momento de extradición mostraron canoso y con un chaleco antibalas al hombre que amasó una fortuna de unos 12 mil millones de dólares, según el centro de estudios InSight Crime.
*Con información de El Tiempo. GDA