San José.- Con un horizonte de miedo, desconsuelo y desencanto, un paisaje tupido por tinieblas políticas, corrupción y poderes ocultos y un túnel de penetración criminal con narcotráfico, muerte, inseguridad y un rompecabezas de pandillas mafiosas, los ecuatorianos podrán acudir hoy a las urnas para elegir a la mujer o al hombre que ejercerá la presidencia de Ecuador del 25 de noviembre de 2023 al 24 de mayo de 2025.
Los comicios, de los que también saldrán vicepresidenta o vicepresidente y 137 legisladores, se realizarán en un país de luto y con tristeza bajo la sombra del rostro del periodista ecuatoriano Fernando Villavicencio, candidato presidencial del opositor Movimiento Construye que fue asesinado el 9 de agosto anterior por sicarios colombianos en el centro financiero de Quito, en un hecho que sacudió a la sociedad ecuatoriana e impactó en América y Europa.
“Efectivamente es un escenario en el que Ecuador tiene en juego muchas cosas: está en juego el fortalecimiento de un sistema básico democrático o el retorno a una visión política filo—autoritaria”, explicó el politólogo ecuatoriano Diego Pérez, decano de la Escuela de Seguridad y Defensa del (estatal) Instituto de Altos Estudios Nacionales, de Quito.
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“Hay un primer juego importante: la supervivencia de la democracia. El segundo está marcado por las posibilidades efectivas de supervivencia real física de la gente, en un contexto en el que el crimen organizado internacional coloniza y se toma cada vez más espacios dentro del Estado y genera mayor tensión e incertidumbre”, dijo Pérez a EL UNIVERSAL.
Al aducir que “hay indicios muy preocupantes” sobre la infiltración criminal, y sin citar a piezas vitales del panorama—los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG)—, aseveró que por la forma como ocurrió el asesinato de Villavicencio, “lo menos es que se puede sospechar de una operación perversa, sofisticada y amplia del crimen organizado”.
Tras insistir en que hoy “estará en juego la voluntad efectiva” de adoptar decisiones para enfrentar la crisis, precisó que “lamentablemente todos los gobiernos en Ecuador desde hace bastante tiempo han venido enredados en la narrativa de (que Ecuador es) una isla de paz. Al acoger esa narrativa, se negaron a reconocer que tenemos gravísimos problemas de seguridad”.
“Ahora que esa narrativa no está vigente, tienden a actuar dentro de las líneas de trayectoria usual de las instituciones, respondiendo poco o tomando medidas inefectivas, aunque (mediáticamente) vistosas. Se juega justamente la posibilidad de que llegue a la Presidencia una persona con capacidad efectiva de asumir el mando del Estado”, explicó.
En un país con “problema de liderazgo”, prosiguió, se requiere “asumir el mando del Estado y los costos políticos, sociales, económicos, morales que tendrían enfrentarse abiertamente con las organizaciones criminales”.
Punto referente
Cometido por seis sicarios colombianos, el asesinato de Villavicencio delimitó un antes y un después en Ecuador, que en siglo XXI sufrió un creciente menoscabo de su seguridad.
Con indicios de incesante desgaste desde inicios de la década de 2010, la inseguridad se agravó hace unos seis años y, sin control, a partir de 2020 para profundizarse en 2021 y 2022. Ecuador se hundió en su más agudo conflicto de inseguridad e infiltración criminal de su historia.
Las mafias de Sinaloa y CJNG se consolidaron en Ecuador y atizaron la turbulencia para convertir a esa nación en crucial base de salida del tráfico internacional de la cocaína producida en Colombia y en menor cantidad en Perú por mar, tierra y aire a Centroamérica, México, Estados Unidos, Europa, Asia, África y Oceanía.
Sinaloa y CJNG lanzaron a Ecuador a su peor crisis de inseguridad sin precedentes en un despliegue de violencia en alianza con sus socios ecuatorianos: Los Tiguerones” y “Los Lobos”, con CJNG, y “Los Choneros”, con Sinaloa, según fuentes oficiales ecuatorianas.
Erigido en implacable enemigo de la corrupción, Villavicencio denunció el primero de agosto anterior ante la Fiscalía General de Ecuador que el encarcelado delincuente ecuatoriano José Adolfo Macías Villamar, alias “Fito”, líder de “Los Choneros” y contraparte de Sinaloa, le amenazó de muerte.
Villavicencio denunció repetidamente la infiltración política del narcotráfico en Ecuador y sus secuelas de violencia y criminalidad de esa nación.
En una inquietante evaluación, Human Rights Watch (HRW), organización no estatal global de Washington de defensa de los derechos humanos, reportó que la tasa de homicidios de Ecuador subió de 13,7 a 25 por cada 100 mil habitantes de 2021 a 2022 y se colocó como la más elevada en su historia.
Al contrastar datos, HRW indicó que el promedio ecuatoriano se posicionó como “significativamente superior” a la media mundial de 6 por cada 100 mil habitantes y exacerbó los pronósticos acerca de que aumentará “aún más” en 2023, en una nación en la que dos de cada tres ecuatorianos se sienten inseguros “al caminar solos por la noche”.
Con un convulso mapa sociopolítico de descontento, los comicios de hoy podrían aportar salidas.
“Las urnas pueden ser apenas un paso para ir venciendo algunos problemas que enfrenta Ecuador actualmente, pero tampoco dejan de ser cruciales en el contexto tan conflictivo en el que nos encontramos”, alegó la socióloga, experta en derechos humanos, científica social y relacionista internacional ecuatoriana Johanna Espín.
Al aumentar la violencia, con al menos 10 asesinatos políticos en 2023, “Ecuador se juega la democracia” en las elecciones, declaró Espín a este diario.
“Existe mucha demanda de la población y de la opinión pública (que son) muchos más favorables hacia las acciones (de seguridad) mucho más de mano dura e, incluso, con ciertos niveles de tolerancia con acciones más violentas con las que se podría reprimir”, agregó.
Espín, también docente de la Escuela de Seguridad y Defensa en la capital ecuatoriana, sugirió que “es fundamental, en este punto, que se puedan fortalecer los procesos democráticos, la calidad democrática en el país. Eso sería lo principal que se está jugando en estas elecciones”.
Está en debate “la convivencia, por una parte, pero una convivencia basada en principios democráticos. Estamos en el límite de que eso pueda romperse y afectar seriamente a la vida social” de Ecuador, advirtió.
Tiempo de votar
Al día siguiente del asesinato de Villavicencio, Ecuador cumplió 44 años de retorno a la democracia electoral tras un siglo XX regido por alternaciones democráticas con gobiernos de facto, interinos, provisionales y juntas militares en golpes de Estado. Con las votaciones de hoy, la nación arribará a una faceta sin precedentes.
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Hostigado por un escándalo de corrupción en su contra y decidido a evitar ser destituido en juicio de la Asamblea Nacional (Poder Legislativo), el presidente de Ecuador, el centroderechista Guillermo Lasso, disolvió el parlamento el 17 mayo anterior y adelantó las elecciones presidenciales y legislativas al Poder Legislativo.
Lasso asumió su cuatrienio el 24 de mayo de 2021, pero lo cortó abruptamente por la crisis política de corrupción y navegó en un camino de fuertes sobresaltos, por lo que desistió de competir en la lucha de hoy en ese país de unos 18 millones de habitantes. Una peculiaridad de la competencia de hoy será que Ecuador enfrentará, por primera vez desde 1940, unas elecciones de carácter extraordinario.
También las primeras reguladas en un estado nacional de excepción, decretado por Lasso después del crimen de Villavicencio y que implicó un mayor despliegue militar y policial en todo el país, la suspensión de garantías o derechos fundamentales como cercenar la libertad de reunión y la inviolabilidad de domicilio.
Con un padrón de 13 millones 450 mil 47 ecuatorianos, hoy se elegirán a los 137 congresistas y las encuestas anticiparon que, en presidente y vicepresidente, será necesario acudir el próximo 15 de octubre a una segunda ronda. El triunfador en primera deberá recibir la mitad más uno de los votos válidos o el 40% de los votos y una ventaja o diferencia de 10 puntos con su inmediato adversario. De lo contrario, habrá segunda etapa, en la que se ganará con mayoría simple.
Sin claros favoritos ni descartar sorpresas, los ecuatorianos escogerán entre ocho fórmulas. El periodista ecuatoriano Cristian Zurita, aliado de Villavicencio, reemplazó al asesinado candidato con la empresaria ecuatoriana Andrea González para vicepresidenta.
El abanico se completó con personajes de varias ideologías.
La abogada ecuatoriana Luisa González, del opositor e izquierdista Movimiento Revolución Ciudadana, figuró en las encuestas como favorecida por los votantes al ser apoyada por el expresidente ecuatoriano, el izquierdista Rafael Correa, recluido en un exilio en Bélgica y prófugo por una condena de ocho años de cárcel que se le impuso en 2020 por cohecho.
Los otros seis, todos opositores y de distintas coaliciones, son el exvicepresidente ecuatoriano Otto Sonnenholzner (derecha/Actuemos), el abogado indígena Yaku Pérez (indigenista/Claro Que Se Puede), el economista y empresario Jan Topic Feraud (centroderecha/Por un País sin Miedo), el empresario Daniel Noboa (derecha/Alianza Democrática Nacional), el abogado Bolívar Armijos (centroderecha/Movimiento Amigo) y el empresario Xavier Hervas (centroderecha/Movimiento Reto).
Entre los ocho saldrá la persona que jurará en noviembre a la Presidencia de Ecuador, tras una primera cita de miedo, tinieblas y criminalidad de hoy con el voto.