El 15 de octubre tendrá lugar en Ecuador la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, con dos extremos en el ring: la izquierdista Luisa González y el empresario Daniel Noboa, hijo de uno de los hombres más ricos del país.

El país llega a las urnas dividido y enlutado por la violencia imparable que marcó la primera vuelta con el asesinato del candidato Fernando Villavicencio.  Grupos criminales que controlan lo que ocurre en el país desde las cárceles; violencia e inseguridad generada por el narcotráfico y desconfianza hacia los políticos caracterizan al Ecuador de hoy.

Aunque Noboa es el favorito en las encuestas para ganar la presidencia, un sector de los ecuatorianos desconfía de él por provenir del mundo empresarial y por las dudas que genera respecto a si su gobierno será sinónimo de privatización.

González despierta dudas por ser impulsada por el expresidente Rafael Correa, condenado por corrupción y quien tuvo que salir del país para evitar terminar en prisión. Noboa apostó a que a los ecuatorianos, además de la seguridad, les importa la economía y ser un país más igualitario. Ese discurso lo acercó en particular a los jóvenes. Quien sea que gane, enfrenta un desafío enorme.

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