San José. – Ecuador emergió dividido el domingo anterior de un referendo que intentó sofocar la aguda inseguridad interna, rechazó extraditar a los ecuatorianos por narcotráfico y otros delitos de crimen organizado transnacional y colocó al presidente Guillermo Lasso en una complicada ruta política en los últimos 28 de 48 meses de su atribulada gestión.
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Aparte de votar sí o no sobre ocho preguntas de reformas constitucionales en los ámbitos judiciales, legislativas, partidistas, ambientales e institucionales, como la que habría permitido extraditar a criminales oriundos de Ecuador, los ecuatorianos acudieron ese día a las urnas a elegir también 5 mil 656 autoridades de gobiernos locales, como prefectos y alcaldes.
“Contrario a los cálculos políticos hechos inicialmente por los asesores del presidente, el gobierno de Lasso y la derecha ecuatoriana quedan sensiblemente debilitados”, advirtió el politólogo ecuatoriano Sebastián Mantilla, director ejecutivo del (no estatal) Centro Latinoamericano de Estudios Políticos (CELAEP), de Quito.
Asediado por una grave inseguridad ante la penetración en Ecuador de los cárteles mexicanos del narcotráfico internacional de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG), Lasso, de centro-derecha, buscó amortiguar la crisis con una consulta popular como vía de escape de la presión interna e insertó las preguntas. Todas recibieron un no mayoritario.
En un país fragmentado con los violentos reclamos de junio de 2021 para exigir al entonces joven gobierno de Lasso bajar los precios de combustibles y regular los agrícolas, reducir el desempleo y atacar la delincuencia, a la derrota de Lasso se unió la irrupción del izquierdista ex presidente Rafael Correa, gobernante de 2007 a 2017.
Condenado en 2020 en Ecuador a ocho años de cárcel por cohecho, Correa impulsó desde su asilo en Bélgica y una base de campaña en México a los candidatos de su partido, el opositor e izquierdista Revolución Ciudadana, y ganó los estratégicos gobiernos de Quito y Guayaquil, las principales ciudades ecuatorianas.
“El referendo fue tomado por la mayoría de la población para rechazar al gobierno. También hay que tomar el factor o papel cumplido por el ‘correísmo’ y la oposición. Una de las consignas claras del ‘correísmo’ fue votar todo a favor de sus candidatos y votar No en la consulta”, explicó Mantilla a EL UNIVERSAL.
Lasso trató de que “la gente votara por algo que ‘razonablemente’ todos iban a decir sí y así mostrar (…) que una mayoría apoyaba su gestión”, agregó.
El mandatario exhibe “debilidad, falta de liderazgo e incapacidad para atender los problemas más acuciantes” como inseguridad, deterioro social, desempleo y reactivación económica, subrayó.
Al admitir su pérdida, Lasso dijo el lunes por la noche que “cuando el pueblo habla es deber de los gobernantes analizar, entender y aceptarlo”.
“Este presidente acoge ese llamado y convoca a toda la dirigencia nacional a construir un gran acuerdo nacional”, anunció.
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J.P. Morgan, empresa estadounidense calificadora de riesgos financieros, planteó el lunes que “el sólido desempeño del ‘correísmo’ en las elecciones regionales junto con lo que parece ser una derrota del gobierno en el referendo, de confirmarse, deja un escenario político muy desafiante para la administración Lasso”.
El resultado adverso agudizaría el deterioro acentuado del poder político de Lasso y prevería que Ecuador entrará a una fase de mayor inestabilidad por las anunciadas movilizaciones de organizaciones populares contra Lasso, anticipó.
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