San José. – Por la incesante infiltración de los cárteles del narcotráfico internacional de México, Ecuador se “mexicaniza” y se “colombianiza” en una guerra contra las drogas con una mezcla de inseguridad, violencia y pánico en un país en una posición clave para el contrabando aéreo y marítimo de estupefacientes del sur al norte de América.

Fronterizo con productores de cocaína —Perú al este y al sur y Colombia al norte— y con el Océano Pacífico al oeste, Ecuador está en un sitio estratégico frente a un corredor marítimo y aéreo del transporte de drogas que se prolonga a Centroamérica, México y Estados Unidos y que estimuló la penetración del narcotráfico.

En un creciente, progresivo e incontrolable estallido de violencia en múltiples rincones de sus 256 mil kilómetros cuadrados, a los casi 18 millones de ecuatorianos les inquieta saber si Ecuador ya es un narco-Estado.

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“Es riesgoso, triste y complejo hablar de narco-Estado. Quiero creer que Ecuador no ha llegado a esa condición todavía, pero (…) estamos parados en el límite y esa línea es muy delgadita”, advirtió el politólogo ecuatoriano Diego Pérez, docente investigador del (estatal) Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador, de Quito.

Un “sinnúmero de franquicias y organizaciones locales opera a nombre” de cárteles mexicanos y colombianos, por lo que “la situación es compleja: el país no consigue reconstituir su capacidad de respuesta”, dijo Pérez a EL UNIVERSAL.

Ecuador registró un agudo “debilitamiento” de inversiones en la Policía Nacional y en las Fuerzas Armadas, lo que “tensionó” el nexo político del Poder Ejecutivo con los militares de 2007 a 2017, periodo de gobierno del presidente izquierdista Rafael Correa , explicó.

Al narrar que “la conclusión inevitable” fue llegar a un Estado sin respuesta ante las amenazas, mencionó que en 2018 surgió “la consecuencia” de esa tensión: operativos en el límite norte de narcotraficantes disidentes de la disuelta guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Es factible cuestionar si hay “control del Estado ecuatoriano sobre territorio nacional”, añadió.

Para el politólogo ecuatoriano Sebastián Mantilla, director ejecutivo del (no estatal) Centro Latinoamericano de Estudios Políticos (CELAEP), de Quito, hay sectores militares, policiales y del sistema de justicia de Ecuador aliados al narcotráfico.

“La embajada de EU (en Quito) habló (en diciembre de 2021) de ‘narco—generales’ de la Policía y las Fuerzas Armadas” ligados a narcotraficantes, recordó Mantilla a este diario.

El gobierno ecuatoriano pidió a la embajada detallar la denuncia.

“Con evidencia clara de la penetración del narcotráfico, me atreví a decir, comparando con Colombia y especialmente con México, que Ecuador ya es un narco—estado, al menos en fases iniciales”, aseveró Mantilla.

Tras precisar que el dinero del narcotráfico se infiltra en la economía y en la compra de “fiscales, jueces”, planteó que el aparato financiero ecuatoriano “es ideal” para legitimar capitales sucios, porque el dólar estadounidense es la moneda de curso legal vigente y se carece de una propia.

La Función Judicial de Ecuador no respondió una consulta de este periódico sobre sobornos a fiscales y jueces.

La corrupción militar, policial y judicial en Ecuador emuló a México, que declaró la guerra al narcotráfico en 2006, y a Colombia, que lo hizo desde hace más de 40 años.

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Cárceles explosivas

Los cárteles mexicanos —Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG)— y los colombianos —Clan del Golfo, disidencias de las FARC y guerrilla comunista del Ejército de Liberación Nacional (ELN)— son los más activos en Ecuador en asocio con bandas locales que se pelean el dominio de las cárceles ecuatorianas con sangrientos motines.

“Los presos controlan las más grandes cárceles y tienen las llaves de los pabellones, a los que no entran policías, fuerzas del orden, guías penitenciarios”, aseguró Mantilla.

Las redes ecuatorianas se aliaron a mexicanos y colombianos para traficar cocaína de Colombia a Ecuador y reexportarla a Centroamérica, México, Estados Unidos y Europa.

Ante la honda crisis, el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, admitió en mayo anterior que Ecuador esté en “guerra” contra el narcotráfico, al que presentó como el mayor enemigo de su nación por causar muertes violentas y “temor y angustia”.

Lasso declaró en 2021 y 2022 el estado de excepción en varias zonas.

En entrevistas en la IX Cumbre de Los Ángeles, que se efectuó esta semana, reveló que pedirá al presidente de EU, Joe Biden, crear un Plan Ecuador similar al Plan Colombia, al que Washington giró, de 2000 a 2016, de 10 mil a 15 mil millones de dólares para luchar en suelo colombiano contra narcotráfico, paramilitares y guerrillas comunistas.

Lasso informó, sin dar fecha, que dirá a Biden que si hubo Plan Colombia “debe haber” Plan Ecuador, porque hay que “compartir” el pago de “la factura” de combate al narcotráfico.

Al indicar que Ecuador tiene 14 muertes violentas por cada 100 mil habitantes, aceptó que el país quedó atrapado en las situaciones de México, con 37, y de Colombia, con 27, y que su gobierno, con un cuatrienio que empezó el 24 de mayo de 2021, sigue sin reaccionar con fuerza ante el narcotráfico.

La cocaína pasa de Colombia, su principal productor mundial, a Ecuador, y en menor cuantía desde Perú. Colombia, Perú y Bolivia albergan las más grandes plantaciones de hoja de coca, materia prima de una droga de la que EU es su más importante consumidor mundial.

“Ecuador se desangra por los altísimos niveles de inseguridad, violencia y el surgimiento de micro—cárteles que se han tomado el territorio nacional, parcelándolo en santuarios que controlan a sangre y fuego”, relató el coronel ecuatoriano en retiro Mario Pazmiño, ex director de Inteligencia del Ejército de Ecuador, escritor y profesor de seguridad y defensa en la (no estatal) Universidad Regional Autónoma de los Andes (UNIANDES), de esa nación.

En un documento que envió a este diario, lamentó que mientras el crimen organizado “está bien estructurado, equipado y le sobran recursos económicos”, el Estado sufre “desorientación e improvisación total”.

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