Madrid.- El mundo tiene más certezas sobre los desafíos a los que se enfrenta y es más consciente de su vulnerabilidad e interdependencia, pero la incapacidad para encarar los retos de forma colectiva e inclusiva anticipan un escenario de fractura, señala el último informe de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), sobre las tendencias que prevalecerán a nivel planetario en 2022.

La crisis sanitaria, la emergencia climática, la recuperación económica, la escalada de precios y las tensiones geopolíticas, son algunas de las cuestiones que seguirán destacando en la agenda mundial en los próximos meses.

“El debate se centra en saber dónde están los límites de una posible irreversibilidad, qué tipo de liderazgo está mejor preparado o goza de mayor legitimidad para pilotar estas transformaciones y cuál es la mejor fórmula para gestionar este proceso de cambio con los menores costes sociales posibles”, subraya el documento elaborado por un equipo de expertos.

Uno de los grandes temas del año será la tan ansiada recuperación y todo aquello que puede frustrarla, como los precios elevados, las crisis geopolíticas o las malas noticias en el ámbito sanitario. En este proceso de arranque pospandémico, se hará evidente que el mundo no solo avanza a distintas velocidades, sino que algunos colectivos retrocederán, afectados por la movilidad o las crisis humanitarias.

El debate económico internacional intentará despejar cinco incógnitas: la solidez y sostenibilidad de la recuperación en las economías desarrolladas; el grado de vulnerabilidad de las economías de renta media; el alcance y la disparidad de comportamientos de las economías emergentes; el alza de precios, los cuellos de botella y los atascos de suministros como preocupación global y el grado de inquietud que existe sobre la viabilidad y el impacto del estallido de la burbuja china, indica el documento del CIDOB, luego de subrayar que la recuperación económica llegará acompañada en muchos casos de protestas sociales, ya que la pandemia está exacerbando malestares anteriores.

En este contexto, América Latina será en 2022 un espacio de atención preferente, tanto por la existencia de descontentos previos, como por el adelgazamiento de la clase media, señalan los expertos.

No obstante, el conocimiento temprano del impacto que estas amenazas tendrían para la recuperación, la magnitud de los costos de un segundo shock en tan poco tiempo, y la percepción del riesgo de inflamación social, podrían actuar como elementos disuasorios y rebajar la gravedad de las protestas.

El alza de precios a nivel internacional también tendrá un marcado protagonismo en la agenda de 2022, ya que obedece a causas múltiples que podrían prolongarse: disrupciones en las cadenas de suministros, el colapso de puertos y cuellos de botella en la producción y la distribución, y la falta de materias primas, como la propia madera o derivados como el papel.

De hecho, una de las alzas de precio con mayor carga geopolítica es la de la energía, que puede abrir alternativas más ecológicas.

“Para aquellas empresas y sociedades más implicadas en la sostenibilidad del planeta surgen, sin embargo, algunas oportunidades. Veremos en qué medida la combinación de conciencia ambiental y problemas de suministros consolidan pautas de consumo distintas, la apuesta por redimensionar las cadenas globales de valor y un impulso de la economía circular”.

En el campo de las relaciones internacionales, la tensión entre las grandes potencias, sobre todo Estados Unidos, China y Rusia, será otro de los ejes que marcará el ritmo geopolítico global y condicionará las perspectivas de recuperación.

“La relación Estados Unidos-China se ha consolidado como la rivalidad estructurante del sistema internacional (…) Taiwán no es el único punto de fricción. En 2022 habrá que estar pendiente de cómo esta rivalidad resuena en otros escenarios de competición como el Mar de la China Meridional, la península de Corea, la apertura de rutas árticas o las guerras comerciales”, apuntan los especialistas.

También existe el riesgo de escalada en Ucrania, con el despliegue a finales de 2021 de más de 100 mil tropas rusas en la frontera, y la afirmación por parte estadounidense de que una agresión de Moscú no quedaría sin respuesta. Junto con estas dos grandes rivalidades, resurgen tensiones entre estados como Argelia-Marruecos, China-India o, con menor intensidad, Egipto-Etiopía, que incidirán también en la estrategia que puedan desarrollar globalmente otros bloques como la Unión Europea (UE).

En el rubro de la salud vinculada a la pandemia, los expertos señalan que el éxito o fracaso en materia de inmunización, o en la búsqueda de tratamientos efectivos contra el Covid-19, serán en 2022 factores decisivos que incidirán en la agenda política, económica y social a todos los niveles.

“El miedo a la pandemia no ha desaparecido, pero debe compartir protagonismo con otros temores. Algunos son coyunturales, como el de la escasez y la disrupción de las cadenas de suministros; otros de carácter permanente como las consecuencias del cambio climático, el descontento social, o la obsolescencia de determinados tipos de trabajo o de formación. Se trata, en suma, del temor a no poder adaptarse personal y colectivamente a una serie de transformaciones irreversibles”.

Si la lucha contra la pandemia tuviera éxito, 2022 podría ser un año de ilusión. Pero incluso en ese escenario, el trauma de la crisis sanitaria habrá abonado el terreno de la política y la economía del miedo, por lo que el pensamiento y las actitudes reaccionarias continuarán ganando fuerza, remarcan los especialistas.

“¿Quiénes aplacarán el miedo? ¿Quiénes gobernarán las transiciones climática, digital y social? ¿Qué tipo de ideas, personas y modelos gozan de mayor apoyo y legitimidad? En 2022 estas preguntas adquieren dos matices distintos: la valoración que los ciudadanos puedan hacer en las urnas de la gestión de la pandemia; y el tipo de ideas, personas y modelos que generan más credibilidad para conducir la pospandemia”, plantea el informe.

En el terreno de las crisis humanitarias 2022 será un año prolífico, ya que no sólo habrá más emergencias, sobre todo en el continente africano, sino que éstas adquirirán mayor trascendencia en la agenda internacional, también desde el punto de vista de la geopolítica. Una de las novedades podría radicar en la extensión de las crisis humanitarias a países que no están en conflicto.

Junto con la salud, el segundo gran ámbito de concentración de esfuerzos es el medioambiental. En 2022 aumentará la presión sobre las comunidades científicas, las empresas y las administraciones públicas para encontrar soluciones innovadoras a la crisis climática, auguran los expertos, luego de subrayar que el desajuste de velocidades a nivel planetario está presente en la transición verde, pero también en la recuperación económica, la producción científica, la movilidad o el acceso a las vacunas.

“A la gestión de una pandemia que no puede darse por terminada, se suma la emergencia climática, la capacidad para contener y desactivar tensiones geopolíticas de alto potencial destructivo y la reducción de las desigualdades. En estos y otros frentes tocará demostrar que se ha aprendido algo y que el sentimiento de urgencia se traslada del discurso a la acción”, concluye el informe de CIDOB.

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