San José.— Al cumplirse tres años de la firma de un acuerdo renegociado de paz, Colombia muestra un generalizado retroceso, con el retorno en agosto pasado a las armas de guerrilleros de las FARC, la ruptura en enero anterior del diálogo de pacificación con el ELN y el descontento socioeconómico popular acumulado que estalló en los últimos ocho días y colocó al presidente colombiano, Iván Duque, en un cruce de rutas: hundirse o salir revitalizado.
La crisis de Colombia se agudiza, a diario, por la violencia incesante en la mezcla de las guerrillas viejas y las recicladas en la paz, las bandas criminales y los grupos armados residuales con los negocios de narcotráfico, minería ilegal, extorsiones, asaltos, secuestros y otras modalidades criminales.
“Es un coctel de muchos ingredientes, pero el gran problema que agobia a Colombia es el narcotráfico: mueve millones de millones de dólares”, dijo el historiador y periodista colombiano Gilberto Castillo. “Una disidencia de las FARC entendió que es más lucrativa la guerra y el narcotráfico que cualquier proceso de paz, no quiere soltar su negocio y retomó las armas”, añadió en entrevista con EL UNIVERSAL.
La historia de Colombia cambió el 21 de noviembre pasado, con cifras oficiales de un acuciante cuadro social: más de 13 millones de los 48.2 millones de colombianos están en la pobreza medida por ingresos o unos 9.5 millones en la miseria multidimensional calculada por salud, educación y otros rubros. En una versión de los masivos reclamos callejeros que surgieron en octubre anterior en Chile y en Ecuador contra las políticas gubernamentales, una fuerza popular inconformista con marchas de repudio a los planes financieros de Duque inició ese día un paro indefinido que ya dejó muertos, heridos, presos, vandalismo y abusos de policías, militares y manifestantes. “Ambientes polarizados”, narró el presidente del Senado de Colombia, Lidio García, al instar a Duque a “escuchar” a los sectores que exigen cambios sociales.
“Las marchas dieron a Duque poder político: si negocia y satisface a los inconformes sus necesidades primordiales y muestra talla presidencial, puede lograr un gran pacto para sacar a Colombia de la crisis. Duque tiene su gran oportunidad”, adujo Castillo. “El inconformismo le estalló a Duque porque la brecha social se está abriendo, pero es un problema de muchos años”, aclaró.
En este escenario, parece alejarse el sueño de paz completa tras el alzamiento en 1964 de las insurgencias comunistas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Un bloque de las FARC, disueltas en agosto de 2017 al mutar a partido político, reasumió la vía bélica en agosto de 2019 al acusar a Duque de traicionar el pacto. La gestión de paz ELN-gobierno fue cancelada en enero de 2019.