San José. – Con la alerta que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lanzó la semana pasada en su arremetida diplomática en Estados Unidos, China, Rusia y Europa para lograr la paz en Ucrania, los ucranianos deberían olvidarse de su plena integridad territorial, renunciar al reclamo de que Moscú les reintegre las zonas que ocupó y ceder soberanía.
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En esa línea, Cuba debería desistir de su pretensión de que Estados Unidos admita devolverle la bahía de Guantánamo y Argentina declinar de su exigencia de que Reino Unido acepte entregarle las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
O China prescindir de su demanda de que Taiwán deje de ser provincia rebelde y Venezuela sepultar su litigio para que Guyana, su vecina al este, le devuelva el Esequibo.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, “no puede tampoco quererlo todo”, advirtió Lula el jueves anterior al argumentar que se requieren concesiones de Moscú y de Kiev.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, “no puede quedarse con el territorio de Ucrania. Tal vez se discuta Crimea. Pero lo que invadió de nuevo, tiene que repensarlo. Zelensky no puede tampoco quererlo todo”, argumentó.
Una duda persistió acerca de si Zelensky podría consentir desmembrar a Ucrania. “Quererlo todo”, como planteó Lula que desea Zelensky, sería volver a las fronteras de Ucrania anteriores a febrero de 2022 o a marzo de 2014, cuando Putin se anexó Crimea y reforzó su expansionismo.
Putin atacó Ucrania el 24 de febrero de 2022 al aducir que la Organización del Tratado del Atlántico (OTAN) se convirtió en una creciente amenaza para Rusia como bloque en expansión al este y con Kiev como ficha.
Al cumplir hoy 101 días de su mandato de cuatro años y el tercero tras gobernar en dos periodos de 2003 a 2010, Lula viajará a China con la paz en Ucrania en su agenda principal. Con su apuesta diplomática, Lula emergería como nuevo líder de América Latina y el Caribe, que se hundió en el siglo XXI en una carencia de liderazgos.
“Seguramente Lula aprovecha este vacío”, aseguró la politóloga, comunicóloga y académica brasileña Deysi Cioccari. “Brasil no es un gigante diplomático al punto de tener el poder de influir en esta relación (Rusia-Ucrania). Al contrario. Incluso podría dañar las relaciones diplomáticas con EU”, dijo Cioccari a EL UNIVERSAL.
La diplomacia de Lula “parece mucho más una característica populista del personalismo de poder que contribuir realmente a la discusión (sobre la guerra). En política no hay silla vacía y Lula quiere ocupar el liderazgo en América Latina, pero si no tiene cuidado puede convertirse en un problema diplomático”, agregó.
“(Lula) declaró que Ucrania debería olvidarse de Crimea y ya ha sido ampliamente criticado. Es mejor poner a Brasil en las disputas económicas (…) que embarcarse en una zona arenosa de este tipo”, aseveró.
“Lula favorece a Rusia. Crimea fue arrebatada a Ucrania en 2014 en forma violenta, en contra de todo principio del derecho internacional”, adujo, por su parte, el abogado y diplomático panameño Guillermo Cochez, ex embajador de Panamá en la Organización de Estados Americanos (OEA).
“Pretender que Ucrania deje de reclamar Crimea equivaldría a que Argentina desista de las Malvinas, que Cuba acepte que Guantánamo pertenece a EU o Venezuela haga lo mismo con el Esequibo. Para ser imparcial hay que demostrarlo y serlo. Lula está siendo parcial”, narró Cochez a este diario.
Aparte de Crimea, ratificada por el Estado ucraniano como su territorio, Putin proclamó en septiembre de 2022 una medida “no negociable” y se anexó las regiones ucranianas de Jersón (sur), Zaporiyia (sureste), Donetsk (este) y Lugansk (este).
El escenario atizó una polémica mundial. A partir de 1903, EU ocupó a perpetuidad la bahía de Guantánamo (suroriente de Cuba) con una base naval, pero desde 1959, cuando en la isla se instaló la revolución comunista, La Habana rechazó los pagos de Washington por alquiler y exigió su inmediata devolución.
Reino Unido ocupó las islas Malvinas en 1833, Georgias del Sur en 1877 y Sandwich del Sur en 1908 y Argentina ratificó que jamás renunciará a esas tierras. Venezuela rechazó un laudo de 1899 por el que el Esequibo quedó en poder de Guyana, ex colonia británica e independiente desde 1966. China ratificó a Taiwán como su territorio y la declaró provincia rebelde en 1949.
Panamá nunca cesó en su afán de que EU le reintegrara el mando sobre las áreas que Washington ocupó en 1903 para una vía acuática y un enclave militar y que devolvió en 1999.
Para la politóloga brasileña Danielle Ayres, profesora de Relaciones Internacionales en la (estatal) Universidad Federal de Santa Catarina y experta en paz y seguridad, “Lula quiere recuperar el protagonismo internacional de Brasil y el liderazgo regional sería consecuencia de ese protagonismo”.
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“Un Brasil capaz de mediar en el conflicto y buscar la paz es lo que Lula siempre ha defendido y también (lo ha hecho) la tradicional política exterior brasileña”, planteó Ayres a este diario.
Lula se reunirá el próximo viernes en Beijing con el presidente de China, Xi Jinping, como parte de su iniciativa para afianzar a Brasil como mediador para Ucrania y crear un grupo de países que concilie a Kiev y Moscú.
Lula se entrevistó el 10 de febrero de este año con el presidente de EU, Joe Biden, en la Casa Blanca. Un emisario brasileño dialogó el 25 de marzo pasado con Putin en Moscú. En febrero pasado, Lula trató la cuestión ucraniana por teléfono con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y al recibir en Brasilia al canciller de Alemania, Olaf Scholz.
“Lula busca (…) un liderazgo regional”, recalcó a este periódico el sociólogo y politólogo brasileño Rodrigo Prando, profesor e investigador de la (no estatal) Universidad Presbiteriana Mackenzie, de Brasil.
“Si lo consigue, cosechará las recompensas políticas y si no lo consigue, al menos podrá posicionarse como un líder que ha buscado intervenir en el conflicto con propuestas de alto el fuego o paz entre los países en conflicto”, subrayó.