San José. – Al igual que en 2021 y en 2022, los cubanos quisieran tener más tiempo en 2023 para soñar con democracia y libertad o con el final del comunismo en Cuba . En un país en el que parece que el tiempo se detuvo hace más de 64 años, con el triunfo de la revolución en 1959, los cubanos consumirán la mayor parte de su tiempo en pensar en la lucha diaria marcada con múltiples obstáculos por obtener los bienes esenciales de subsistencia.
La primera batalla es conseguir dinero para comprar arroz, frijoles, huevos, pollo, aceite y los demás artículos básicos. La segunda es encontrar los comercios estatales que tengan esos productos. Si los hallaron, la tercera es transitar por el calvario de la inflación y de la devaluación del peso , la moneda cubana.
En caso contrario, la cuarta es no hallarlos en esos comercios. La quinta es resignarse a pagar sobreprecios en el mercado negro , que se surte de esos alimentos e insumos del robo al Estado. Y la sexta es convencerse una vez más de que si hay arroz o huevos, no hay frijoles ni aceite y que cuando hay pollo o frijoles, no hay aceite o arroz.
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Y en el epílogo, confirmar que si hay arroz, frijoles, huevo, pollo, aceite y los restantes ingredientes… no hay electricidad ni gas: no se podrá cocinar y reaparecerá el temor de que todo aquello que costó tanto dinero, tiempo, transas y cansancio podría pudrirse en un refrigerador con muchas horas sin energía.
Al iniciar 2023, los cubanos enfrentan “una desorientación que crea desestabilización personal y social que, también, aumenta la angustia existencial”, afirmó el disidente cubano Dagoberto Valdés, religioso, ingeniero agrónomo, exmiembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano y director de Convivencia, revista digital de Cuba.
La falta de rumbo persiste por “la desesperada opción por huir de este país, sobrevivir en la calamidad, la ausencia de cambios efectivos, necesarios y urgentes, a la par de que, otra vez, Cuba es tratada según el vaivén de la política interna de Estados Unidos”, explicó Valdés en un análisis sobre el panorama en la isla que envió a EL UNIVERSAL.
“Tal parece que es la historia interminable del sufrimiento de los cubanos. Algunos hablan de que esto es consecuencia de la superficialidad de los cubanos, otros que es el llamado ‘karma’, otros que es el ‘destino’… Algunos concluyen categóricamente que Cuba merece lo que tiene”, relató.
“Otros responden como una letanía inconsolable: de nada sirve nada de lo que hacemos, ni pensar, ni educar, ni informar, ni el activismo pacífico, ni el permanecer en Cuba. Nada sirve, según estos cubanos, sino la violencia o el abandono de toda esperanza. Yo me afinco en la esperanza”, subrayó.
Al recalcar que “la naturaleza humana está creada para la libertad y la responsabilidad”, advirtió que “no puedo creer que los cubanos seamos de una naturaleza inferior al resto de las naciones que han logrado la libertad y la democracia, a pesar del daño (…) causado por el totalitarismo en Cuba”.
En 2022 como en los 60 años precedentes, un factor predominó en el debate político en Cuba: el bloqueo económico, comercial y financiero que EU impuso contra Cuba en 1962, en un escenario signado en esa época por la nacionalización de las empresas estadounidenses en la isla y el alineamiento de La Habana con el entonces régimen comunista de la Unión Soviética y su campo socialista de Europa del Este.
Para 2023, el bloqueo permanecerá en el centro de la polémica y de los argumentos del régimen unipartidista — Partido Comunista de Cuba (PCC) , sin multipartidismo ni pluralismo ideológico— para justificar todas las dificultades socioeconómicas internas.
El PCC, que se posicionó en 2019 en la Constitución de Cuba como fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, negó repetidamente que las adversidades sean por fracaso de más de seis decenios de su sistema de economía socialista bajo control estatal y limitaciones a la propiedad privada, y culpó sin cesar a las sanciones de EU de todos sus conflictos.
La Constitución estableció “la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como la forma de propiedad principal”.
En un reporte que divulgó en 2022, Cuba informó que “a precios corrientes, los daños acumulados durante seis décadas” ascienden a 154 mil 217,3 millones de dólares.
Un cálculo con el dólar frente al valor del oro en el mercado internacional mostró que el bloqueo provocó “perjuicios cuantificables por más de 1 billón 391 mil 111 millones de dólares ”, precisó.
“Como resultado, el desempeño de la economía cubana ha experimentado presiones extraordinarias que se manifiestan en la industria, las prestaciones de servicios, el comercio minorista, la escasez de los alimentos y medicinas y el deterioro del nivel de consumo y bienestar general de la población”, alegó.
Al aducir que Cuba buscó “una estabilidad energética bajo condiciones muy complejas”, planteó que, por las medidas punitivas de EU, se enfrentó a una limitación de “la disponibilidad de las plantas generadoras por la falta de combustible, piezas de repuesto y otros recursos fundamentales para su reparación y mantenimiento”.
“Los pocos proveedores que han decidido mantener el suministro a Cuba de estos productos, han incrementado los precios considerablemente en función del riesgo país”, denunció.
El complicado contexto fue descrito por el economista cubano José Luis Rodríguez, vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba, miembro del Consejo de Estado, diputado y ex ministro de Economía y Planificación, con un desplome del Producto Interno Bruto (PIB).
“En términos macroeconómicos, el PIB–que ya había descendido un 0.2% en el 2019-, se redujo un 10.9% en el 2020 y creció solo un 1.3% en el 2021. Para 2022, de un crecimiento planificado es de un 4%, se obtuvo un 2%”, puntualizó en un reporte.
Entre las prioridades “de forma emergente”, Cuba tendrá que “frenar el crecimiento y controlar la tasa de inflación, incrementar la oferta de alimentos a la población (y) estabilizar la generación de electricidad y el combustible indispensable para el funcionamiento de la economía nacional”, advirtió.
Las estadísticas oficiales aseguraron que la inflación en 2022 fue del 40%. Pero el economista estadounidense Steve Hanke, de la (no estatal) Universidad Johns Hopkins , de EU, tuiteó el 28 de diciembre anterior que “gracias al régimen comunista, la pesadilla económica de Cuba se vuelve cada día más aterradora. Hoy mido la inflación en Cuba en un punitivo 141%” anual.
Cuba registró la tercera inflación más alta del mundo, solo superada por Venezuela, con 289%, y Zimbabue, con 394%, indicó.
“La espiral de muerte económica” de Cuba tiene “gran velocidad”, agregó.
En otro severo golpe al poder adquisitivo, la moneda cubana se devaluó 45.8% en 2022 al pasar de 120 pesos a 175 pesos por dólar del 1 de enero al 28 de diciembre.
La atención política en la isla estará en 2023 sobre el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. La rueda de su eventual reelección empezó a girar con los comicios municipales del 27 de noviembre pasado en una consulta controlada por el PCC como fuerza dirigente superior.
Entre los delegados electos ese día se nominará a los que competirán, el próximo 26 de marzo, en las elecciones para escoger al 50% de los diputados de la Asamblea Nacional. El otro 50% será postulado por las organizaciones sociales o de masas bajo dominio del PCC.
En el segundo semestre de 2023, y tras instalarse en abril venidero, la Asamblea escogerá entre sus diputados al presidente de Cuba. El periodo de Díaz —Canel como presidente de la República es de cinco años y empezó en octubre de 2019, pero como presidente de los consejos de Estado y de Ministros comenzó en abril de 2018.
“Es un hecho que Díaz-Canel carece de popularidad o simpatía en la población”, aseveró el disidente y periodista opositor cubano Reinaldo Escobar, editor jefe del diario digital 14ymedio.com (que opera en la ilegalidad en la isla).
“Su gestión puede calificarse de desastrosa. En estos años que ha estado supuestamente a cargo de la dirección del país todo ha empeorado, aunque no todo sea su culpa. En Cuba no se hace política, nadie hace campaña electoral ni tiene que hacer promesas, ni cumplirlas para ganarse el voto. Los ‘candidatos’ no tienen competidores”, narró Escobar a este periódico.
“En un país así, el destino de los que ejercen cargos públicos depende de la decisión de una cúpula tan vertical que puede depender de una sola persona. Si desde la cúpula se decide que Díaz-Canel debe permanecer en el cargo no será porque crean que lo ha hecho bien, sino porque no han encontrado a quien lo sustituya”, planteó.
“Si los que desde la cúpula entienden que debe ser sustituido lo sustituirán por otra persona sin consultárselo a nadie”, señaló.
En los tiempos políticos de la isla, la continuidad prevalecería. Y en los tiempos cotidianos de los cubanos, que en 2021 y 2022 se lanzaron a las calles de Cuba a exigir libertad y democracia y el final del régimen comunista, dominará la realidad de subsistencia cada día.
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