¿Quedarse en casa o irse a una de las carpas levantadas por Defensa Civil? Es el dilema que carcome a centenares de habitantes de Pozzuoli, localidad de 80 mil almas al noroeste de Nápoles, ubicada en una zona considerada de riesgo desde hace miles de años: los Campos Flegreos, caldera volcánica que ha puesto a Italia en alarma.
Allí se da el fenómeno del “bradisismo”, que literalmente significa “movimiento del suelo”, desde los tiempos de los romanos y la gente está acostumbrada a convivir con temblores de baja intensidad y deformaciones del suelo, que va hundiéndose o levantándose, como testimonia el Templo de Serápide, viejas ruinas romanas del puerto de Pozzuoli. Pero desde la noche del lunes pasado, cunde el pánico.
A las 20:10 de ese día, se registró un verdadero terremoto, de magnitud 4.4, que fue el más fuerte de los últimos 40 años. Hubo pánico, algunos daños leves y la tierra nunca más dejó de temblar. Los vecinos salieron corriendo de sus casas y pasaron la noche en carpas, las llamadas “tendopoli” levantadas por Defensa Civil en la bellísima costanera de Pozzuoli. Otros que quisieron escapar de esa zona en auto, se toparon con embotellamientos que crearon polémicas, ya que demostraron el fracaso de los planes de emergencia.
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Se cerraron escuelas, evacuaron una cárcel femenina, así como algunas viviendas dañadas de las que debieron desalojar a 46 familias. Pero fue tan sólo el comienzo de la pesadilla. El del lunes, en efecto, fue tan sólo el primero de una serie de temblores o el inicio de un denominado “enjambre sísmico” que no se ha detenido y que nadie sabe cuándo se detendrá. Para dar una idea, sólo en cinco horas, entre la noche del lunes y la madrugada del martes, hubo 150 temblores y este miércoles, a las 8:28 de la mañana hora local, hubo un nuevo terremoto, de magnitud 3.6, que volvió a hundir a la población en el pánico.
El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) registró el temblor a una profundidad de cuatro kilómetros en el golfo de Pozzuoli, en el centro de una caldera volcánica que, en verdad, causa especialmente inquietud y ansiedad desde 2023, año en el cual se registraron 15 mil temblores.
“Vivo aquí desde hace once años, siempre hemos bailado, pero el último año fue verdaderamente crítico. De noche es imposible cerrar un ojo, dormimos vestidos, con los bolsos listos y esto no es vida”, comentó a La Repubblica Erika Fusco, de 38 años.
Mientras que hay gente durmiendo en carpas y hubo más de 800 reclamos de controles de edificios, que están siendo efectuados por bomberos y técnicos municipales, el alcalde de Pozzuoli, Gigi Manzoni, intentó tranquilizar a los vecinos. “La población está asustada, entiendo las preocupaciones, pero tiene que saber que hay una cadena institucional que funciona y que nadie será dejado solo”, dijo a los medios.
Tal es la preocupación, que se esperaba que la primera ministra, Giorgia Meloni, en una reunión de ministros sobre la cuestión, aprobara este miércoles un paquete de ayuda para enfrentar la nueva emergencia de los Campos Flegreos, una cuestión que, en verdad, se arrastra desde hace décadas y que es grave.
No sólo porque la zona aún tiene 24 bocas de cráteres y elevaciones volcánicas que incluso presentan manifestaciones gaseosas efusivas, sino porque todos los expertos dicen que, aunque es imposible predecir los terremotos, la posibilidad de que se dé allí un fenómeno extremo, existe.
Nápoles: “una olla subterránea llena de magma”
Según advirtió el geólogo Mario Tozzi en una entrevista con el Corriere della Sera, en realidad nadie debería estar viviendo allí. “Los Campos Flegreos son nuestro súper volcán, no pueden vivir allí arriba 500 mil personas”, alertó Tozzi, que denunció la gestión que en las últimas décadas hubo en cuanto a este territorio volcánico. “No es un terreno cualquiera, pero en lugar de convencer a la gente a irse, hemos alentado a que fuera a vivir allí, hemos seguido construyendo”, criticó.
El científico fue más allá y consideró los Campos Flegreos algo mucho más peligroso que, por ejemplo, el volcán Vesubio de la cercana ciudad de Nápoles, que queda a unos 9 kilómetros. “Es como una gran olla subterránea llena de magma hirviendo, que podría emanar erupciones explosivas, en línea teórica, devastadoras”, alertó. “En el escenario más catastrófico, deberíamos hablar de éxodo, no de evacuación. En todo caso, se trata de 29 volcanes eruptivos que han sido escondidos por un hospital, un hipódromo, por un barrio y por una ciudad de 80 mil habitantes”, agregó.
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Pese a que los alcaldes de la localidad reclaman un “bonus-sismo”, como han bautizado partidas de dinero para “poner en seguridad” a los edificios que podrían estar bajo riesgo, Tozzi advirtió que eso no es la solución. “Construir bien te salva la vida si hay un terremoto, pero ante las erupciones explosivas no hay nada que hacer y lo único que sirve es irse”, explicó.
Sin saber que el lunes 20 de mayo quedaría en la historia, las autoridades de la zona ya habían planeado hacer un simulacro de evacuación que tendrá lugar a fines de este mes. Algo que Tozzi consideró “uno de los puntos fundamentales”.
“¿El medio millón de ciudadanos bajo riesgo sabe qué tiene que hacer?”, se preguntó, al explicar que es urgente convencer a las personas a escapar dejando todo en casa, incluso su auto, para que vayan a un punto de encuentro para tomar un medio público que los saque de la zona. “¿Los ciudadanos están preparados a hacer esto? En caso contrario, quizás sabremos de la erupción con 72 horas de anticipo, pero después tendremos los caminos embotellados”, advirtió el científico, que destacó que es fundamental la prevención y que insistió en que, aunque los planes de evacuación estén aggiornados, la gente se ejercite y haga realmente los simulacros, para estar lista para lo peor.
Tal como recordó el INGV, la última crisis bradisísimica fuerte de los Campos Flegreos tuvo lugar entre 1982 y 1984, cuando el fenómeno, además de provocar un levantamiento del suelo, también fue acompañado por terremotos e intensos enjambres sísmicos.
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mgm