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Esta mañana, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump , sugirió la posibilidad de retrasar las elecciones presidenciales , programadas para el 3 de noviembre. Pero, ¿puede hacerlo? Y ¿serviría?
El argumento de Trump es que, ante la pandemia de coronavirus que golpea con fuerza al país, muchos ciudadanos estadounidenses preferirán votar por correo, algo que, no se ha cansado de repetir, podría prestarse al fraude. Por ello, en Twitter , sugirió retrasar la elección “hasta que la gente pueda votar con seguridad y adecuadamente”.
Es cierto que 15 estados de la Unión Americana han retrasado sus primarias, pero una elección presidencial es algo muy distinto.
Existe una ley federal, que data de 1845, y que es muy clara: “El martes siguiente al primer lunes de Noviembre, en cada año determinado, se establece como el día de la elección, en cada uno de los estados y territorios de Estados Unidos”. Esto se repite cada cuatro años, y esta vez, la fecha es 3 de noviembre de 2020.
El presidente de Estados Unidos no puede anular o ignorar una ley federal creada por el Congreso.
Sólo el Congreso puede modificarla. Ello requiere de la aprobación de la mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado. Sin embargo, la Cámara de Representantes está controlada por los demócratas, al mando de Nancy Pelosi, y lograr que den su visto bueno a un aplazamiento como el que sugiere Trump es muy poco probable.
Aun si lo lograra, y aquí va la respuesta a la segunda pregunta, no le serviría de nada. La Segunda Enmienda de la Constitución señala que: “Los términos de presidente y vicepresidente deberán terminar al amanecer del día 20 de enero, y los términos de senadores y representantes al amanecer del tercer día de enero, de los años en los que dichos términos habrían terminado si este artículo no hubiera sido ratificado; y deberán comenzar los términos de sus sucesores”.
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De modo que incluso si Trump lograra que se aplace la elección, tanto él como el vicepresidente Mike Pence estarían obligados a dejar sus cargos el 20 de enero. La línea de sucesión de poder en Estados Unidos marca que él o la líder de la Cámara Baja se quedaría como presidente en lo que se realizan elecciones. O en todo caso, el presidente pro témpore del Senado de Estados Unidos.
Más peligrosas que esta sugerencia de Trump, que es inviable, son sus constantes declaraciones de que el voto por correo electrónico es sinónimo de fraude, porque atizan a su base y, en caso de un triunfo demócrata en noviembre, se prestan para inestabilidad.
Más cuando el propio mandatario se ha negado a asegurar que reconocerá los resultados.
lsm