Miami.— Fue una mañana calurosa y húmeda, pero los simpatizantes del expresidente Donald Trump soportaron el tenaz sol con tal de verlo salir del Trump National Resort, en la ciudad de Doral, Florida, rumbo a la Corte Federal de Miami para enfrentar 37 cargos en su contra, sobre los documentos clasificados y ultrasecretos que el Buro Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), allanó en su propiedad conocida como Mar-a-Lago en West Palm Beach, Florida.
Casi cinco horas después de estar ahí parados, los simpatizantes pudieron ver, a las 13:33, hora local, 11 camionetas tipo SUV, acompañadas de patrullas y motocicletas de la policía. En una de ellas iba Trump, resguardado por el Servicio Secreto.
Casi 20 minutos después llegaba a la Corte Federal de Miami, donde simpatizantes y detractores lo esperaban, pero no pudieron verlo porque entró directo por un túnel al estacionamiento del tribunal.
Mientras unos coreaban: “¡Cacería de brujas!”, la misma frase que posteara el exmandatario poco antes en su red Truth Social, otros clamaban: “¡Trump preso!”. Al interior de la corte, Trump quedaba bajo custodia de los US Marshalls (Servicio de Alguaciles), formalmente arrestado. No hubo esposas, ni foto de su fichaje por ser una figura conocida que sería reconocida en cualquier parte, pero sí fue fichado, con toma de huellas dactilares.
Como ya ocurrió en abril, al ser el primer expresidente en la historia de Estados Unidos en enfrentar cargos penales —estatales—, Trump volvió a hacer historia ayer, como el primer expresidente en enfrentar cargos criminales federales.
Mientras simpatizantes y detractores lo esperaban afuera con pancartas, disfraces del Tío Sam e imitadores, pero también con gente disfrazada de prisioneros, alegando que el republicano debía estar en prisión, adentro un Trump con el rostro desencajado, vestido de traje azul y corbata roja, se preparaba para la comparecencia con el juez federal Jonathan Goodman.
Antes de las 15:00, hora local, fue presentado ante el juez Goodman. Él evitó leer los 37 cargos por declaración falsa, retención ilegal de documentos, conspiración, obstrucción de la justicia, retención intencionada de información de defensa nacional y ocultación de documentos de una investigación federal porque la defensa del exmandatario señaló que ya los conocían y que no era necesario leerlos.
Trump no dijo una palabra. “Ciertamente nos declaramos no culpables”, señaló el abogado Todd Blanche, a la pregunta de cómo se declaraba el acusado.
Mientras todos los ojos estaban puestos en Trump, pocos atendían al otro acusado del día, Waltine Nauta, un asistente del magnate acusado por el mismo caso pero que al final no pudo ser procesado por carecer de abogado que lo representara.
Goodman comunicó a Trump que quedaba en libertad condicional, sin restricciones económicas o de viaje, ni tener que entregar pasaporte. El pleito, ahora, es sobre con quién puede comunicarse Trump, y con quién no, sobre los cargos que se le imputan.
La presentación de Trump sólo duró 11 minutos. A las 15:12 de la tarde, se le vio salir del edificio de la Corte e ingresar al estacionamiento. Poco después, con su comitiva, pasaba frente a la algarabía de sus seguidores. Algunos lograron atravesarse y ponerse frente a las camionetas. Entre ellos, uno disfrazado de prisionero, que fue detenido y quedó a disposición de la justicia.
A través del vidrio de la camioneta se lograba ver el rostro molesto de Trump, quien decidió aliviar las penas en el Café Versailles, en la Pequeña Habana, entre los suyos. Ahí repitió, como ha hecho desde que comenzaron las acusaciones en su contra, que “el país está en declive”.
Allí también ahogó sus penas. Mientras le cantaban el Happy Birthday por su cumpleaños 77 de hoy, él se mostraba “generoso”. “Comida para todos”, lanzó.
Minutos después partió al aeropuerto de Miami para abordar su avión y trasladarse a Bedminster, Nueva Jersey, no sin antes insistir en que ayer fue un “día triste” en la historia de Estados Unidos.
Arropado entre republicanos y seguidores, Trump desahogó toda su amargura: calificó su inculpación de “abuso de poder malvado y atroz”. Aseguró que lo que le hicieron es “injerencia electoral” y se quejó del trato diferenciado que según él, recibe cuando el actual presidente, Joe Biden, también se llevó documentos al dejar la vicepresidencia y a él “no le pasó nada”. “Yo hice todo correcto y me inculpan”, se lamentó.
Acusó a Biden de corrupto y lo amenazó directamente, diciendo que cuando regrese a la Casa Blanca, irá por el demócrata y por “toda su familia criminal”. Aludiendo a las próximas elecciones presidenciales, afirmó que en noviembre de 2024 “se hará justicia”.
Joseph Malouf, abogado penalista, explicó que después de lo ocurrido ayer, queda pendiente escoger fechas para el tema de la argumentación, la admisibilidad de pruebas, entre otras. “Ya después de eso, viene el juicio frente a 12 estadounidenses escogidos para el caso. El voto tendrá que ser unánime para poder condenar al acusado”. De ser declarado culpable, podría tener que pagar una multa máxima de 250 mil dólares y ser sentenciado a entre cinco y 20 años de prisión. Con información de AFP