Hola, mis compatriotas estadounidenses y a la gente que me trajo al baile, la gente de Delaware.

Veo a mi amigo, el senador Tom Carper por ahí. Y creo que al senador (Chris) Coons está aquí. Y creo que el gobernador también está aquí. ¿Esa es Ruth Ann?. Y la exgobernadora Ruth Anne Minner. Aún más importante, mis cuñadas y mi hermana, Valerie.

Bueno, amigos, el pueblo de esta nación ha hablado . Nos han entregado una clara victoria. Una contundente victoria. Una victoria para el pueblo .

Hemos ganado con la mayor cantidad de votos emitidos para una candidatura presidencial en la historia de esta nación: 74 millones de votos.

Bueno, debo admitir que me sorprendió. Esta noche estamos viendo en todo el país, en todas las ciudades, en cada rincón del país y hasta en otras partes del mundo, un derroche de felicidad, esperanza y de una renovada fe en que mañana será un mejor día.

Y me siento honrado por la confianza que han depositado en mí. Prometo ser un presidente que no busca dividir, sino unificar. Quien no ve a los estados como rojo o azul, sino a un solo Estados Unidos. Y quien trabajará con todo el corazón para ganarme la confianza de todo el pueblo.

Porque de eso se trata los Estados Unidos: el pueblo. Y en eso se basará nuestra administración.

Me postulé a la presidencia para restaurar el alma de esta nación. Para reconstruir la fuerza de nuestra nación: la clase media. Para lograr que Estados Unidos vuelva a ser respetado en todo el mundo y para unirnos aquí en casa.

Es el honor más grande de mi vida que tantos millones de estadounidenses hayan votado por esta visión. Y ahora el trabajo de hacer realidad esta visión es nuestro objetivo en este momento.

Amigos, como dije muchas veces antes, soy el esposo de Jill. No estaría aquí sin el amor y el apoyo incansable de Jill, mi hijo Hunter, mi hija Ashley, todos nuestros nietos y sus cónyuges y toda nuestra familia.

Ellos son mi corazón. Jill es mamá, mamá militar y profesora. Y ella ha dedicado su vida a la educación, pero enseñar no es lo único que ella hace, es quién es. Para los profesores estadounidenses, este es un gran día: van a tener a uno de los suyos en la Casa Blanca, y Jill será una gran primera dama.

Y será un honor para mí servir con una vicepresidenta maravillosa, Kamala Harris, quien hará historia como la primera mujer, la primera mujer afroamericana, la primera mujer de ascendencia del sur de Asia y la primera hija de inmigrantes en ser elegida para este cargo en el país.

No me digan que esto no es posible en los Estados Unidos. Esto debió haber sucedido hace mucho tiempo y esta noche recordamos a aquellos que han peleado tan duro, por tantos años, para que esto sucediera. Y una vez más, Estados Unidos ha inclinado en arco del universo moral hacia la justicia.

Kamala y Doug, aunque les guste o no, son familia. Se han convertido en miembros honorarios de la familia Biden y no hay escapatoria.

A todos los que se ofrecieron como voluntarios y trabajaron en las urnas en medio de esta pandemia, a los funcionarios electorales locales, ustedes merecen un agradecimiento especial de este país.

A mi equipo de campaña y a todos los voluntarios, a todos los que dieron tanto de sí mismos para hacer posible este momento, les debo todo.

Y a todos los que nos apoyaron: estoy orgulloso de la campaña que construimos y realizamos. Estoy orgulloso de la coalición que formamos, la más amplia y diversa en toda la historia.

Demócratas, republicanos e independientes. Progresistas, moderados y conservadores. Jóvenes y viejos. Urbano, suburbano y rural. Gay, heterosexual, transgénero. Blanco. Latino. Asiático. Indígena.

Lo logré. Especialmente para esos momentos en los que esta campaña estaba en su punto más bajo, la comunidad afroamericana siguió luchando por mí. Ellos siempre me respaldan y yo los respaldaré.

Dije desde el principio que quería una campaña que representara y se viera como Estados Unidos se ve. Lo hicimos. Así es como quiero que se vea y actúe la administración.

Y para aquellos que votaron por el presidente Trump, entiendo su decepción esta noche. Yo he perdido un par de veces. Pero ahora, démonos una oportunidad. Es hora de dejar atrás la retórica hostil, bajar la temperatura, volver a vernos, escucharnos de nuevo. Para progresar, debemos dejar de tratar a nuestros oponentes como a nuestros enemigos. Ellos no son nuestros enemigos. Ellos son estadounidenses.

La Biblia nos dice que para todo hay un tiempo: un tiempo para construir, un tiempo para cosechar, un tiempo para sembrar y un tiempo para sanar. Este es el momento de sanar en Estados Unidos.

Ahora que la campaña ha finalizado, ¿cuál es la voluntad del pueblo? ¿cuál es nuestro mandato?

Creo que es este: los estadounidenses nos han pedido que organicemos las fuerzas de la decencia y las fuerzas de la justicia. Para reunir las fuerzas de la ciencia y las fuerzas de la esperanza en las grandes batallas de nuestro tiempo. La batalla para controlar el virus. La batalla para construir la prosperidad. La batalla para asegurar la atención médica de tu familia. La batalla para lograr la justicia racial y erradicar el racismo sistemático en este país. Y la batalla para salvar a nuestro planeta. La batalla para restaurar la decencia, defender la democracia y darle a todos en este país una oportunidad justa. Eso es todo lo que piden, una oportunidad justa.

Amigos, nuestro trabajo comienza con controlar el Covid-19. No podemos arreglar la economía, restaurar nuestra vitalidad o disfrutar de los momentos más preciados de la vida: abrazar a nuestros nietos y a nuestros hijos, (celebrar) cumpleaños, bodas, graduaciones, todos los momentos que más nos importan, hasta que tengamos este virus bajo control.

El lunes nombraré a un grupo de científicos y expertos como asesores de transición para ayudar a convertir el plan Covid-19 de Biden-Harris en un plan de acción que comienza el 20 de enero de 2021.

El plan se basará en los fundamentos de la ciencia. Se construirá a partir de la compasión, la empatía y la preocupación.

No escatimaré esfuerzos, ni compromisos, para revertir esta pandemia.

Amigos, soy orgullosamente demócrata. Pero gobernaré como un presidente estadounidense. Trabajaré tan duro por aquellos que no votaron por mí, como por aquellos que sí votaron por mí.

Dejemos que esta sombría época de demonización en Estados Unidos termine, aquí y ahora.

La negativa de demócratas y republicanos a cooperar entre sí no se debe a alguna fuerza misteriosa fuera de nuestro control, es una decisión, es una elección que hacemos. Y si podemos decidir no cooperar, también podemos decidir cooperar. Y creo que esto es parte del mandato del pueblo estadounidense.

Ellos quieren que cooperemos para su beneficio y esa es la decisión que tomaré. Y pido al congreso, tanto demócratas como republicanos, que tomen esta decisión conmigo.

La historia estadounidense trata sobre la lenta pero constante ampliación de oportunidades en los Estados Unidos. Y no se equivoquen: muchos sueños se han pospuesto durante demasiado tiempo.

Debemos lograr que la promesa del país sea una realidad para todos, sin importar su raza, su origen étnico, su religión, su identidad o su discapacidad.

Amigos, Estados Unidos siempre ha estado moldeado por puntos de inflexión, por momentos en los que hemos tomado decisiones difíciles sobre quiénes somos y qué queremos ser.

Lincoln en 1860, viniendo a salvar la Unión. Franklin D. Roosevelt en 1932, prometiendo el New Deal a un país asediado. John F. Kennedy en 1960, prometiendo el New Frontier. Y hace doce años, cuando Barack Obama hizo historia y nos dijo: “Sí, podemos”.

Buenos amigos, una vez más nos encontramos en un punto de inflexión. Tenemos la oportunidad de vencer la desesperación y construir una nación de prosperidad y propósito. Podemos lograrlo. Yo sé que podemos.

Durante mucho tiempo he hablado sobre la batalla por el alma de Estados Unidos. Debemos restaurar el alma de Estados Unidos. Nuestra nación está moldeada por la batalla constante entre nuestros mejores ángeles y nuestros impulsos más oscuros. Y lo que los presidentes digan durante estas batallas importa. Es hora de que prevalezcan nuestros mejores ángeles.

Esta noche, el mundo entero está observando a Estados Unidos. Creo que en nuestro mejor momento, Estados Unidos es un faro de luz para el mundo. No lideramos con el ejemplo de nuestro poder, sino con el poder de nuestro ejemplo.

Siempre he creído, muchos de ustedes me han escuchado decirlo, siempre he pensado que podemos definir a Estados Unidos en una palabra: posibilidades.

Que en Estados Unidos todos deben tener la oportunidad de llegar tan lejos como sus sueños y la habilidad que Dios les haya dado los lleve. Verán, creo en las posibilidades de este país.

Siempre estamos mirando hacia adelante. Hacia un Estados Unidos más libre y más justo. Hacia un Estados Unidos que crea empleos con dignidad y respeto. Hacia un Estados Unidos que cura enfermedades, como el cáncer y la enfermedad de Alzheimer. Hacia un Estados Unidos que nunca deja a nadie atrás. Hacia un Estados Unidos que nunca se rinde y que jamás lo hará.

Esta es una gran nación. Siempre ha sido un fracaso apostar contra Estados Unidos. Somos buenas personas. Estos son los Estados Unidos de América. Y nunca ha habido nada que no hayamos logrado cuando lo hemos hecho juntos.

Amigos, en los últimos días de la campaña, he estado pensando en un himno que significa mucho para mí y para mi familia, particularmente mi hijo Beau, quien ya falleció. Captura la fe que me sostiene y que creo que sostiene a Estados Unidos.

Y espero que pueda brindar algo de consuelo y consuelo a las más de 230,000 familias que han perdido a un ser querido a causa de este terrible virus este año. Mi corazón está con cada uno de ustedes. Espero que este himno también les dé consuelo.

“Y te levantará sobre las alas del águila, soportará el aliento del amanecer, te hará brillar como el sol y te sostendrá en la palma de su mano”.

Y ahora, juntos, en las alas del águila, nos embarcamos en la obra que Dios y la historia nos han pedido que hagamos.

Con nuestros corazones llenos y manos firmes, con fe en Estados Unidos, apoyándonos el uno en el otro, con amor a la patria y sed de justicia, seremos la nación que sabemos que podemos ser. Una nación unida. Una nación fortalecida. Una nación sanada. Los Estados Unidos de América.

Damas y caballeros, nunca ha habido algo que hayamos tratado de hacer y no hallamos podido completar.

Y recuerden, como decía mi abuelo cuando yo visitaba su casa, cuando era un niño creciendo en Scranton, él me decía: “Joey, mantén la fe”. Y mi abuela, cuando estaba viva, ella gritaba: “No, Joey, difúndela”:

Difundan la fe. Dios los bendiga a todos. Que Dios bendiga a Estados Unidos y que Dios proteja a nuestras tropas. Gracias.

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