El 6 de febrero de 2023, un terremoto de magnitud 7.8 sacudió la frontera entre Turquía y Siria. Se trató del sismo más mortal en suelo turco desde 1939.

El movimiento telúrico dejó más de 43 mil muertos en 10 provincias de Turquía y más de 100 mil heridos. En Siria, la cifra de muertos se ubicó en 6 mil 680 y decenas de miles de heridos.

Tras el terremoto se desató una ola de críticas por las construcciones deficientes. Muchos de los edificios que se vinieron abajo eran de reciente construcción, lo que desató dudas sobre las normas de seguridad, lo que llevó al gobierno a iniciar una investigación criminal para deslindar responsabilidades, en medio de la presión. También se ofrecieron compensaciones económicas a los afectados.

El terremoto se produjo tres meses antes de las elecciones presidenciales de Turquía. Pese a las críticas por la gestión del desastre humanitario derivado del terremoto y por las protestas por las construcciones deficientes, el presidente Recep Tayyip Erdogan logró la reelección con 51.91% de los votos, si bien no lo logró en primera vuelta.

En el caso de Siria, el desastre se agravó al impactar el terremoto en la zona controlada por los rebeldes, lo que, acompañado por las bajas temperaturas, dificultó la llegada de ayuda humanitaria.

El 8 de septiembre de 2023, otro terremoto, de magnitud 6.8, sacudió Marruecos. Con epicentro en el suroeste de Marrakech, dejó casi 3 mil muertos y más de 5 mil heridos. Se trató del peor terremoto en la historia moderna de Marruecos.

2023 fue un año también de calor extremo: se convirtió en el más caluroso de que se tenga registro, de acuerdo con el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea.

La NASA aseguró que el verano en el hemisferio norte fue el más caluroso para la Tierra desde que se establecieron los registros mundiales de temperaturas, en 1880.

Desde junio comenzó a marcarse récord, con cada mes siendo el más caluroso jamás registrado.

En julio, la ola de calor extremo que afectó a Estados Unidos registró temperaturas de 53 grados centígrados en el Valle de la Muerte, en California; en Phoenix, se alcanzaron temperaturas de 48 grados y por 31 días consecutivos se superaron los 43 grados. Sólo en Texas, 13 muertes fueron atribuidas al calor extremo.

Las consecuencias

A principios de agosto, el clima más seco y el viento esparcieron incendios en Hawái que dejaron un saldo de 97 muertos y una estela de destrucción.

Sin embargo, el calor no sólo impactó en Estados Unidos. China registró un récord de 52.2 grados centígrados de temperatura a principios de julio.

También se rompieron récords en partes de España e Italia, donde las temperaturas rondaron los 48.8 grados centígrados.

Entre julio y agosto, Grecia vivió una ola de incendios ligados a las altas temperaturas que quemaron más de 70 mil hectáreas sólo en la región de Evros.

Uno de los momentos más trágicos de los incendios fue el que vivieron migrantes que se quedaron atrapados en el fuego en el parque nacional de Dadia. Murieron 28 personas.

De acuerdo con Friederike Otto, profesora de ciencias del Clima en el Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente, en el Imperial College de Londres, “el papel del cambio climático” en estas olas de calor “es absolutamente abrumador”. En declaraciones a medios, aseguró que sin el calentamiento global producido por el hombre, este tipo de olas de calor serían “extremadamente raras”.

Un análisis de la Iniciativa World Weather Attribution (WWA) reveló que el calentamiento global hizo que la ola de calor en Europa fuera 2.5 grados centígrados más caliente; en América del Norte dos grados más caliente y en China un grado más caliente.

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