Bruselas.— El estado de alarma por coronavirus ha obligado a los países europeos a recurrir a todos los instrumentos a disposición para contener la enfermedad, influyendo sus Fuerzas Armadas, que han tenido que distanciarse momentáneamente de su misión principal para apoyar servicios civiles de salud, logística y seguridad.

Algunos soldados han cambiado sus ametralladoras, granadas y chalecos antibalas por gel antibacterial, mascarillas y pulverizadores de presión; otros dejaron sus cuarteles para distribuir alimentos o construir refugios improvisados para personas sin techo.

De alguna u otra manera, prácticamente todas las naciones de la Unión Europea (UE) movilizaron a sus militares desde el inicio del brote, según un estudio elaborado por Tania Latici, del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo (EPRS, por sus siglas en inglés).

“Las fuerzas militares están entrenadas para movilizarse rápidamente en situaciones de crisis. Los ejercicios a menudo simulan crisis de salud pública y ponen a prueba sus capacidades para desplegar operaciones en condiciones difíciles, con recursos limitados y con poca antelación”, sostiene el análisis.

De ahí que su intervención fuera inmediata para la construcción de hospitales, el traslado de medicinas, la repatriación de ciudadanos en dificultades, gestión de fronteras y el apoyo de las fuerzas policiacas.

Ningún otro país europeo movilizó más tropas que España, una de las naciones más golpeadas por la pandemia y que implementó uno de los sistemas de confinamiento más drásticos para frenar el brote.

Bajo el nombre de operación Balmis, las Fuerzas Armadas ibéricas desplegaron 57 mil efectivos en apoyo a tareas de desinfección y de asistencia en residencias de la tercera edad, hospitales, centros sociales, así como en lugares de personas discapacitadas.

Destacan respuesta de los ejércitos en UE ante Covid-19
Destacan respuesta de los ejércitos en UE ante Covid-19

Soldados franceses, cerca de la Torre Eiffel, ayer. Foto: THOMAS SAMSON. AFP

Por su parte, Alemania movilizó 32 mil elementos para asistir a trabajadores civiles y reforzar el sistema de pruebas, ejercicio que resultó fundamental para mantener una de las tasas más bajas de mortalidad por coronavirus en comparación a naciones con dimensiones demográficas similares. La fuerza aérea germana ha contribuido con el desplazamiento de pacientes europeos para recibir tratamiento en clínicas teutonas.

Bajo el código de “Resiliencia”, Francia implementa desde el 25 de marzo una operación militar sin precedentes compuesta por 15 mil hombres, mientras que en Rumania, 14 mil 300 elementos realizan actividades de logística, transporte y de abastecimiento de agua y alimentos a ciudadanos en cuarentena. La versión italiana es “Calle Segura”, con 7 mil uniformados asignados inicialmente a la repartición de mascarillas, guantes y geles desinfectantes, así como a la sanitización de espacios públicos.

En Polonia, la misión asignada a 9 mil 200 militares no ha sido de tipo logístico o seguridad, más bien han asistido al gobierno en su servicio de ayuda sicológica a personas en cuarentena y pacientes con Covid-19.

Los países nórdicos, Austria, Croacia, Irlanda, la República Checa, Hungría y Bélgica, también han empleado a sus ejércitos para repeler al avance del coronavirus.

Al margen de sus contribuciones internas, las fuerzas castrenses han participado en campañas de repatriación de europeos atrapados en zonas sensibles; por ejemplo, la fuerza aérea belga trajo de vuelta a 53 europeos varados en Níger.

Más allá del apoyo humano, han puesto a disposición de la lucha contra la pandemia sus más preciados cerebros. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) está utilizando su plataforma de cooperación científica para el desarrollo de herramientas que permitan un diagnóstico rápido y preciso de la infección por SARS-CoV-2.

En tanto que la industria de la defensa, como Airbus, Leonardo y Safran, han venido contribuyendo con la producción de equipo médico usando impresoras 3D. Como parte de su reconversión industrial, la compañía nacional de producción de armamento de Rumania se fijó la meta de producir 500 mil mascarillas quirúrgicas al día.

Pero en época de pandemia no todas son buenas noticias para el rubro de la defensa. De acuerdo con un análisis elaborado por Robin Vanholme, investigador de Finabel, una plataforma con sede en Bruselas dedicada a promover la interoperabilidad de las fuerzas armadas europeas, las casas armamentistas están sufriendo severamente por las caídas de sus acciones en el mercado de valores. Firmas como Dassault, Rheinmetall, SAAB y Fincantieri, han visto evaporar las ganancias de los últimos años.

En tanto que a medida de que el gasto público disminuya a causa de la recesión provocada por las medidas de confinamiento, los proyectos de defensa pasarán a segundo plano.

“Menos recursos y prioridad de los gobiernos significaría menos fondos para adquisiciones militares e investigación y desarrollo”.

También pueden verse afectadas iniciativas ambiciosas en curso o previstas en los próximos años, como la Cooperación Estructurada Permanente (Pesco, por sus siglas en inglés) o el Sistema de Combate Aéreo del Futuro.

El análisis del EPRS, de uso de los eurodiputados, afirma que la pandemia no debilitará las crisis en curso ni eliminará la tensión política que se experimentaba antes de la emergencia. Los conflictos en Europa del Este y Oriente Medio, así como los retos en la región de los Balcanes persistirán o se agravarán como consecuencia del brote.

“Se argumenta que evitar un deterioro en la credibilidad y la capacidad de la UE para enfrentar amenazas, requeriría invertir continuamente en el bloque como potencia en todo su espectro, incluyendo sus capacidades de defensa.

“Debido a que los recursos estarán aún bajo mayor presión, la capacidad de los países para cumplir con las ambiciones de defensa de la UE con las inversiones requeridas está en duda”, puntualiza.

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