En países con regímenes autoritarios, la desinformación se ha convertido en una herramienta clave. Y Venezuela no sólo es pionera en el tema de sembrar información falsa. La desinformación ahí es una “política de Estado”.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Alfredo Suárez, coordinador de Comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Naumann, habla sobre el capítulo de Venezuela incluido en el informe Desinformación: cómo entenderla, combatirla y protegerse de sus efectos, del cual dio un adelanto en exclusiva a este medio.
“La desinformación ha emergido como un desafío crítico para la estabilidad democrática en América Latina. Una serie de casos emblemáticos ilustran su impacto pernicioso en los procesos electorales. La desinformación ha sido utilizada para influir en elecciones y generar desconfianza en instituciones públicas”, advierte el informe de esta ONG.
Suárez, editor del informe elaborado en colaboración con la Universidad Complutense, señala que la gran conclusión de la investigación sobre el uso de la desinformación por parte del régimen de Nicolás Maduro es que “la desinformación es mucho más peligrosa cuando está siendo propuesta o difundida por el gobierno. Las lógicas de deslegitimación que fomenta la desinformación refuerzan posiciones populistas que contraponen la supuesta voluntad del pueblo al resultado de las urnas y terminan en un intento de sustitución de la democracia representativa por un concepto de democracia directa, sin contrapesos y un tipo de participación política que premia el activismo y minusvalora al ciudadano pasivo”. Venezuela, explica Suárez, “es el lugar donde la desinformación más se ha desarrollado para mantener un control sobre la población. Son pioneros en muchos temas de desinformación”.
El informe cita estudios de la doctora Iría Puyosa, profesora de la Universidad de Brown en EU e investigadora venezolana especializada en el uso de información en redes, que dan cuenta de que las operaciones oficiales de desinformación en el país comenzaron alrededor de 2009.
Esta desinformación, resalta el documento, se combina con otro elemento: entre 2003 y 2022, al menos 403 medios independientes cerraron en Venezuela, de acuerdo con la ONG Espacio Público, incluyendo 285 emisoras de radio, 87 periódicos y 19 canales de televisión. Estos cierres fueron forzados por la presión estatal, en sus distintas formas.
De esta manera, advierte, y aunado al ruido que generan las redes, “la desinformación acaba convirtiéndose en un elemento determinante a la hora de tomar decisiones. Esta ola ‘mayoritarista’ provoca una espiral de silencio, que oculta la voz de las minorías y perjudica la pluralidad”.
Lee también: Aún hay 2 mil presos políticos por protestas postelectorales en Venezuela; suman 18 mil en total, revela ONG
No es sólo el uso de bots o de la Inteligencia Artificial (IA) para acusar a la oposición de delitos inexistentes, o afirmar que líderes opositores han huido del país —en distintos momentos, Maduro ha afirmado que la líder opositora, María Corina Machado, ha dejado Venezuela, sólo para ser desmentido—. En Venezuela hay una red de empleados del gobierno, a los que se les paga sólo para sembrar desinformación. “El régimen explota una situación de carencia que ellos mismos han creado” para contratar a esas personas, indica Suárez.
“Venezuela ha buscado perseguir a los ciudadanos que tengan WhatsApp, que tengan mensajes en contra del gobierno, que es lo que termina generando un cerco informativo en el cual nos terminamos informando por muy pocos canales de qué es lo que pasa en Venezuela. Cada vez se están aislando más. Venezolanos que viven allá no tienen información de otras comunidades ni de sus propios familiares que viven en el exterior. Imagínate tener miedo de tener WhatsApp, no poderle escribir a tu mamá, a tu pareja”, añade.
Un punto de inflexión que el informe detecta es 2013 cuando, indica, “se generó una eclosión de nuevos medios digitales. Algunos de ellos derivaron de medios en papel, y otros de la expulsión o renuncia de comunicadores a los medios que cambiaron su línea editorial”. Hoy, añade, 70% del electorado “tiene en medios digitales su principal fuente de información política”. Se trata, dice Suárez, de una evolución positiva a destacar. “Hay un florecimiento de medios que pertenecen a la International Fact Checkers Network. Dirías que los países donde hay democracias más abiertas es donde más habría medios vinculados a esta red, pero en México hay dos y en Venezuela son muchos. Es una certificación que no es fácil de conseguir. Y el florecimiento de estos medios en estas circunstancias tan adversas es algo que hay que destacar y alabar, de esta valentía del periodismo venezolano”.
Sin embargo, el informe muestra que, a la par de este florecimiento, el régimen ha mudado y adaptado sus estrategias, innovando en sus tácticas de desinformación enfocada a las audiencias de los medios digitales: creación artificial de trending topics, de etiquetas de distracción a través de cuentas cyborgs y de bots, de “cibertropas de alta capacidad” que distribuyen “contenido a partir de la orden del Ministerio de Información que alinea a un montón de cuentas oficiales, no oficiales y algunas manejadas de forma medianamente robotizada” y que incluso tienen una “meta de contenido”.
“Es una política de Estado. Es el gobierno tratando de desinformar y lo ves en medios públicos. Deliberadamente, Maduro y su régimen marcan como enemigos a gente como Elon Musk, Facebook y Mark Zuckerberg. Son enemigos que se van creando al más puro estilo de 1984. Es el uso de estas narrativas de los enemigos externos que atacan nuestra forma de vida, y mientras tanto yo te cuido y te protejo. Es una narrativa que cohesiona a un pueblo y un truco muy viejo que sin embargo funciona”, explica Suárez.
Más allá de Venezuela, para este experto, frente a una desinformación que no para de crecer, no sólo impulsada por Estados, sino por personas con distintos intereses que usa las redes sociales, la IA, los ciudadanos deben estar preparados.
Lee también: Edmundo González teme por su integridad previo a su regreso a Venezuela; "con temor no se va a la guerra", afirma
Desde su punto de vista, “hay dos vías para combatir la desinformación: las perspectivas del prebunking y del postbunking. El postbunking es la verificación después de la desinformación, que es la verificación de datos, que juega un rol impresionante. Lo hacen medios que son parte de redes de fact checkers y otros que no lo son. Pero también hay que hablar del componente previo, del prebunking, de cómo ha cambiado la alfabetización digital en este siglo XXI. Son estas armas cognitivas que tenemos frente a estos niveles de desinformación. Mientras más educados estemos en cómo son estas armas que buscan explotar los procesos cognitivos, vamos a poder enfrentar la desinformación de mejor manera”.
Suárez es optimista, en el caso venezolano como en el de la evolución de las reglas sobre la desinformación y la IA. En el primero, considera que “donde hay un ansia de encontrar la libertad, hay esperanza y el pueblo venezolano no ha perdido ese fuego y no ha perdido ese espíritu”.