San José.— Apasionados del futbol, los peruanos saben que el torneo de 2021 con las rondas en las urnas del 11 de abril y del 6 de junio y — ¡al fin!— la proclama oficial del tras una honda controversia, fue sólo la pretemporada y que el campeonato verdadero empezará el próximo 28 de julio con el fantasma central de la desconfianza.

Luego del prolongado y doloroso parto político con las dos jornadas electorales y el conteo de votos y en un historial de cuatro presidentes de marzo de 2018 a noviembre de 2020, los peruanos emergieron de las frecuentes nebulosas institucionales que cubren a Perú y recibieron la noticia de que Castillo ganó los comicios y será presidente por cinco años a partir del próximo miércoles.

El gobierno de Castillo, de 51 años, casado, con dos hijos y maestro rural se iniciará con la misma interrogante de sus cuatro antecesores: ¿logrará completar su mandato o, atrapado en la generalizada desconfianza de los poderosos factores políticos y económicos tradicionales peruanos y en los ciclos repetidos de ascenso y caída, sucumbirá y agudizará el panorama de permanente conmoción institucional en Perú?

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Enfrentado a una fecha histórica y acusado de comunista por Keiko Fujimori, su principal rival, Castillo asumirá el cargo el día en que Perú cumplirá 200 años de su independencia de España y después de que, en forma reiterada, luchó por aclarar las dudas que persisten sobre su ideología.

“No somos comunistas”, recalcó en junio anterior, en un intento por aplacar la desconfianza ante los ataques de que defiende al régimen de Venezuela y los nuevos síntomas económicos y financieros: sacudidas en el mercado bursátil, sostenida devaluación— de 3.62 soles por dólar en diciembre de 2020 unos 4 a mediados de 2021— y alerta de fuga de capitales. “Nadie ha venido a desestabilizar a este país, somos trabajadores, somos luchadores, somos emprendedores”, recalcó.

Al ser notificado el lunes anterior de su victoria electoral y en coincidencia con la decisión de Fujimori— hija del expresidente Alberto Fujimori (1990—2000), preso por crímenes de lesa humanidad y corrupción— de aceptar su derrota, Castillo clamó por sepultar las divisiones en un país con una aguda desigualdad social e histórica entre costa, sierra y selva.

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“Llamo a la más amplia unidad del pueblo peruano, para forjar y abrir la puerta del próximo bicentenario sellando este bicentenario con todas sus diferencias, con todos sus problemas y con todo lo que hemos vivido”, planteó.

En la lista de dificultades emergió la advertencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), que aseguró este año que 1.8 millones de peruanos se sumaron en 2020 a la pobreza extrema y moderada por culpa del coronavirus y pasó de 7.1 millones en 2019 a casi nueve millones en la actualidad.

Un informe de 2020 del (estatal) Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de Perú determinó que la miseria azota a 9.9 millones de peruanos.

A la deuda social se añadió la inestabilidad político-institucional en una nación de unos 22 millones de habitantes. Pedro Pablo Kuczynski asumió en 2016, pero dimitió en 2018 por presuntos sobornos y fue sustituido por Martín Vizcarra, cuya espiral de ascender y descender se cumplió en noviembre de 2020 por otro escándalo de coimas.

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En una seguidilla de mandatarios en sólo ocho días, Manuel Merino sucedió a Vizcarra, pero renunció al desatarse una violencia callejera de muerte y sangre y fue reemplazado por Francisco Sagasti, responsable de entregar el timón a Castillo.

“La democracia como fundamento de la vida política y social de los peruanos ha desaparecido hace tiempo”, adujo el analista político, columnista y periodista peruano César Campos.

“La institucionalidad que debía sostenerla, se cae a pedazos y carece de legitimidad para un importante segmento del país. [Con la llegada de Sagasti], la calle es el escenario de dilucidación de los asuntos públicos y hablar de democracia en toda la extensión de la palabra es una broma de mal gusto”, declaró Campos a este diario.

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En el Congreso “solo está representada 44% de la población” y Fujimori y Castillo pasaron a segunda ronda con 11% o menos de los votos, por lo que “no somos república como está harto demostrado. No hay nada que cuidar ni preservar. Hubo mucho que construir y no se hizo a tiempo”, lamentó.

Consultado por este periódico, el abogado y analista político peruano Enzo Elguera, director ejecutivo de la encuestadora Imasolu, de Perú, indicó que “la población está sumida entre la celebración de los resultados en una mayoría y una nueva minoría asustada por lo que pueda significar un cambio de sistema de gobierno”.

Al detallar que el Congreso estará fragmentado y que el día del traspaso del Poder Ejecutivo se aproxima, Elguera dijo que “el tiempo no da para más. Esperemos que la incertidumbre se termine a la brevedad posible porque así lo demandan los plazos, la democracia, la economía y el pueblo peruano”.

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