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A más de 20 años del fin del conflicto armado en Guatemala, cientos de familias buscan continuamente a los miles de desaparecidos por la violencia, en su mayoría niños. Las víctimas esperan encontrar a sus familiares o al menos un rastro de ellos.
“Fui teniendo en mi corazón un rencor, un odio, una maldad. Yo busqué por mucho tiempo en la soledad. Siempre me preguntaba si algún familiar existía y viví con esa duda porque siempre decía: pase lo que pase quiero encontrar al menos un familiar (…) Mi mundo ha cambiado, ahora ya tengo libertad (…) Se siente bendecido, se siente bonito saber que un familiar está pendiente, que lo quiera y lo ame a uno”, expresó Manolo Xol en un video de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, tras haberse reencontrado con sus familiares.
En 1982 Manolo fue rescatado en helicóptero por un teniente del ejército nacional después de que su madre, en medio de la guerra (1960-1996), fuera asesinada. Manolo fue regalado a una familia en San Pedro Carchá, Guatemala, donde sufrió negligencia, abusos y desnutrición. Al menos 45 mil personas desaparecidas dejó la guerra civil entre guerrillas y el Estado. Desde 2004, el país conmemora el 25 de febrero el Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas del Conflicto Armado.
Comunidades indígenas y campesinos fueron despojados de sus tierras y víctimas de desapariciones. Decididas a impedir que las nuevas generaciones olviden lo que pasó, asociaciones civiles en Guatemala decidieron formar bancos a la memoria del conflicto. Una de las principales es la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, que surgió ante la necesidad de ejecutar reparación en víctimas del conflicto, para tratar temáticas de salud mental y social desde 1999.
La labor principal de la Liga es la búsqueda de desaparecidos. La institución no cuenta con ningún tipo de apoyo gubernamental; se apoya en el personal y recursos provenientes de trabajo social y donaciones.
La asociación ha permitido incluso el encuentro de familiares que migraron a otros países. Marco Antonio Garavito Fernández, director de la Liga y quien lleva más de 21 años trabajando ahí, señaló a EL UNIVERSAL que tratándose de hallar a desaparecidos, el tiempo varía mucho. “Tenemos familiares de los primeros documentados que no los hemos encontrado y a veces encontramos un caso que a los tres, cuatro meses lo hemos resuelto”.
En 2019 por medio del programa Todos Por El Reencuentro, la asociación permitió que mediante la búsqueda de antecedentes más de 500 familias pudieran reencontrarse. Uno de los casos compartidos por la Liga es el de Lucía Pérez de Paz, quien a los 17 años perdió a 34 familiares por el conflicto armado interno. “Ese tiempo, era una tristeza para mí, pero siento que esto me va a sanar el corazón”, dijo en un video de la institución. Tras años de búsqueda con apoyo de la Liga, pudo enterrar los restos de sus padres hallados en una fosa clandestina en el Centro La Unión Xalbal.
Ahora, explicó, su corazón podrá sanar. “El hecho de haber hecho el proceso forense, recuperar los restos, tenerlos en la casa, hacer la vela como un rito de duelo que es muy común en nuestras sociedades y ahora tenerlos enterrados en el cementerio (…) es algo que fue muy lindo. Ella decía que por primera vez va celebrar la Navidad. Eso le cambió la vida a Lucía”, expresó a este diario Garavito. “Es un tema que cuando uno lo vive desde adentro es profundamente reparador para uno mismo. Yo en lo personal tengo un desaparecido, encuentro cierto gancho cuando esos reencuentros se dan, cuando trabajo con la gente porque es parte de lo que muchísimas familias de este país siguen sufriendo”, añadió el director de la Liga.
No sólo eso. Decidió formar “Next Generation Guatemala”, con la idea de unir a aquellos guatemaltecos enviados al exterior que buscan encontrar a sus familias y compartir experiencias.“Toda mi vida busqué a niños adoptados de mi edad con los que pudiera identificarme. Cuando nadie habló, empecé la búsqueda por mí misma”, explica Gemma en su página web.
“Todos aquí estamos experimentando nuestra relación con la adpoción y nuestra cultura en un país diferente, pero a través de una comunidad podemos apoyarnos en nuestro camino, para que nadie camine solo”, contó a este periódico.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Guatemala (PNUD Guatemala) se ha encargado de monitorear y colaborar con la reparación de víctimas del conflicto armado a través de talleres, foros y celebraciones en conmemoración a la memoria de la guerra.
En 2018, durante la conmemoración anual del Día Nacional contra la Desaparición Forzada, el PNUD, la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA) y la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) rindieron homenaje a los desaparecidos y se dio sepultura a 172 víctimas no identificadas.
Desde 2004, a través del Proyecto Dignificación y Asistencia Psicosocial a las Víctimas del Conflicto Armado (DIGAP) y el Programa de Acompañamiento a la Justicia de Transición (PAJUST), el PNUD participa en programas de apoyo sicológico en compañía de instituciones públicas y privadas. Más iniciativas se han sumado en busca de dar voz a las víctimas y lograr reparación social sicológica para los miles de guatemaltecos a los que el conflicto civil les cambió la vida.