San José. – Con la marca de origen de “hecho en México”, cargamentos de arroz, gasolina, cervezas, papel higiénico, productos lácteos, pollo o huevos ingresan a diario a Guatemala desde territorio mexicano sin pagar impuestos de importación. En una triangulación, los lácteos son reenviados de Guatemala a Honduras bajo la misma evasión fiscal.
Cigarrillos, cosméticos, ropa, medicinas, cervezas, rones, vodkas, whiskies, ginebras y otros licores de las más diversas marcas de América y Europa pasan todos los días de Panamá y Nicaragua a Costa Rica por trillos fronterizos sin cancelar los tributos de importación.
Calzado, electrodomésticos, ropa y cigarrillos son introducidos cada día de Colombia a Ecuador, en un incesante y lucrativo tránsito ilegal de mercancías que, al eludir el pago de aranceles y otras cargas al fisco colombiano y ecuatoriano, atrapó a numerosas personas y convirtió a labores tradicionales como la agricultura y la ganadería en menos rentables.
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Los ejemplos que ocurren sin cesar a lo largo de los 965 kilómetros de la frontera de México y Guatemala, los 330 de Costa Rica y Panamá y los 309 con Nicaragua o los 586 de Colombia y Ecuador se repiten en la mayoría del resto de pasos limítrofes de América Latina y el Caribe en un negocio ilícito de salida e ingreso de variadas mercaderías que, en una sangría económica, cuesta unos 210 mil millones de dólares al tesoro público latinoamericano y caribeño.
“Es muy difícil de cuantificar. Aunque las estimaciones son estadísticas proyectadas sobre lo que se deja de recaudar en el fisco versus la actividad económica, el impacto puede ser mayor”, afirmó el empresario guatemalteco Wálter Bran, coordinador para Guatemala de la (no estatal) Federación de Cámaras de Industria de Centroamérica y la República Dominicana (Fecaica).
“El contrabando es una actividad criminal de alto efecto. En el caso de Centroamérica decimos que, transversalmente, todos los países son golpeados esencialmente por el de cigarrillos y licores, pero también el de alimentos, animales vivos, productos agropecuarios”, dijo Bran a EL UNIVERSAL.
Fecaica realizó este mes un foro interamericano para evaluar la realidad de un masivo e ilegal movimiento de bienes de todo tipo que carece de controles sanitarios, amenaza a la salud, borra fronteras, vulnera aduanas y pasos limítrofes, surte a mercados formales e informales e impide que las administraciones tributarias cobren facturas que suman gran cantidad de millones de dólares que nunca entraron a las arcas públicas.
Pese a que las fuentes consultadas coincidieron en que es complicado establecer cifras certeras de la evasión en América Latina y el Caribe por el contrabando de mercaderías, el colombiano Juan Carlos Buitrago, brigadier retirado de la Policía Nacional de Colombia dio dos datos puntuales, basado en indicadores globales de medición sobre el comercio ilícito.
Por un lado, precisó que, en términos mundiales, la burla al fisco suma unos 464 mil millones de dólares al año Por el otro, reveló que, en términos latinoamericanos y caribeños, llega a unos 210 mil millones de dólares anuales.
Comparado con cifras oficiales, ese monto equivalió a más del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe en 2020, cuando ascendió a 4 mil millones 840 mil millones de dólares.
“Esto significa que es sin duda alguna un emporio criminal, unas rentas ilícitas y criminales que sirven además como combustible para todos esos efectos que hemos planteado en las economías en la seguridad, el desarrollo y la salud de las personas”, advirtió.
“El comercio ilícito sigue siendo una amenaza creciente a nivel global. (…) Cada vez más está incrustado, hace parte, de este sistema complejo de economía criminal mundial que tanto afecta a la economía de los países, la salud de las personas, el desarrollo y la seguridad. Esa incidencia multidimensional es claramente conocida”, recalcó.
El contrabando financia actos terroristas, secuestros, extorsiones, homicidios, trata de personas con múltiples fines, tráfico de armas y de fauna y flora silvestre, minería ilegal y narcotráfico, aseveró, al destacar que califica como crimen organizado.
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“Es una amenaza a la seguridad del Estado”, alertó.
El salvadoreño Carlos Avilés, consultor en seguridad de la (no estatal) Asociación de Distribuidores de El Salvador, describió, por su parte, que el contrabando de cigarrillos, licores, aceites comestibles, pastas dentales y pollos vivos azota al comercio legal de su país.
El 40% de los cigarrillos que se ofrecen en el mercado salvadoreño entraron de contrabando, mientras que el aceite comestible llega de Guatemala y Honduras por vías ilegales en pipas y luego es vendido en bolsas antihigiénicas, por lo que “nos está causando una competencia desleal y un problema de salud”, narró.
“En cada país tenemos los mismos problemas, pero con diferente receta”, planteó.
Por cuestión de precio, ocho de cada 10 fumadores en Ecuador consumen cigarrillos de contrabando, que carecen de controles sanitarios, según un estudio difundido el viernes anterior en Quito por la transnacional estadounidense Philip Morris International, la mayor empresa tabacalera del mundo.
Empresarios del mercado formal del tabaco de Nicaragua, por su lado, reportaron el hallazgo de excremento de animales mezclado con cigarrillos falsos que fueron insertados a esa nación por una industria informal que “no paga impuestos” por productos de procedencia dudosa.
En los mercados ilícitos latinoamericanos y caribeños se detectó una invasión de cigarrillos de contrabando producidos en China.
KPMG, firma mundial de servicios de auditoría, impuestos y legales en más de 155 países, definió al contrabando de cigarrillos como uno de los más sensibles en América Latina y el Caribe.
Con datos de 2018, KPMG reveló que, cada año, en el comercio ilegal de ese producto en la zona se movilizan unos 46 mil millones de unidades y 2 mil millones de cajetillas y las pérdidas fiscales o tributarias superan los 3 mil 800 millones de dólares.
Colombia detectó desde 2017 más de 315 “puntos calientes” para el contrabando. En los mil 132 kilómetros de frontera de Brasil y Argentina se intensificó este año el tráfico ilegal o avalancha e inundación de unas 180 mil toneladas de soya argentina hacia el mercado brasileño.
En los 169 kilómetros de la frontera de Perú y Chile hay rutas de contrabando diverso en ambas vías con un listado similar al de numerosos pasos limítrofes de América, del norte de México y Guatemala, del centro de Costa Rica, Panamá y Nicaragua o del sur de Argentina y Brasil: cigarrillos, licores, cervezas, medicinas, cosméticos, perfumes, productos de higiene, calzado, juguetes o artículos de cuero.
Todo se combina y convive en el continente con tres tipos de tráfico ilícito que son los que más dinero mueven: de personas, drogas y armas.
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