Al lado de la heladería italiana hay una pizzería. Luego está el supermercado y unos metros más allá, el restaurante de sushi. Al visitante desprevenido, las cuatro calles que conforman la zona comercial de Surfside le pueden parecer iguales a las de cualquier otra localidad en Estados Unidos. Pero no lo son.
Si te detienes y prestas atención, podrás notar un elemento claramente distintivo: en el nombre o en los carteles que muestran en sus puertas estos establecimientos aparece escrita la palabra kosher, que revela que sus alimentos cumplen con las normas tradicionales de la religión judía.
Y es que esta pequeña localidad ubicada al norte de Miami Beach, que la semana pasada fue duramente golpeada por la tragedia al registrarse el derrumbe parcial del edificio Champlain Towers South, es el hogar de una numerosa y pujante comunidad hebrea.
De hecho, entre los fallecidos y desaparecidos en el colapso, hay numerosos ciudadanos de origen judío, algunos provenientes de países latinoamericanos como Argentina o Venezuela.
Aunque el censo estadounidense no recopila información sobre la religión de los ciudadanos, estimaciones publicadas por la prensa local apuntan que unos 2 mil 500 de los 5 mil 600 habitantes de Surfside son de origen judío.
Esta presencia es visible en todo tipo de comercios. Desde la floristería y la sastrería hasta la tienda que vende habanos tienen en el marco de sus puertas una mezuzá, un pergamino de la Torá (el texto que constituye la base y el fundamento del judaísmo) metido dentro de una pequeña cajita.
También puede verse en la licorería, en cuya entrada hay una gran estrella de David, uno de los símbolos identitarios del judaísmo.
Pero se ve sobre todo en la gente: es notable la cantidad de hombres usando kipá (un casquete redondo que cubre la coronilla), junto a mujeres luciendo faldas largas, símbolos de una creciente presencia de judíos observantes u ortodoxos.
No en vano, Surfside forma parte de un amplia área que incluye Miami Beach y que se conoce desde hace años como la "pequeña Jerusalén".
Una localidad pequeña con una comunidad pujante
Surfside, esta pequeña localidad de playa de apenas nueve calles fundada en 1935, es parte de la historia de la comunidad judía en el sur de Florida.
Y es ahora uno de sus puntos de crecimiento, como lo evidencia la expansión del centro comunitario judío local conocido como The Shul, que en 2017 inició un proyecto para duplicar el tamaño de su ya inmensa sede de 3 mil150 metros cuadrados.
Este centro también sirve a la comunidad judía de Bal Harbour, adyacente a Surfside, conocida por sus tiendas y hoteles de lujo.
De acuerdo con un boletín de The Shul, en la década de 1960 casi no había judíos en Bal Harbour, pero en la actualidad un 40% de los residentes de Surfside y de Bal Harbour son familias judías.
Según explica el rabino Ariel Edry, director de Yedidim, una organización judía benéfica que está coordinando las labores de asistencia tras el derrumbe de las Torres Champlain Sur, hay cuatro sinagogas distintas en Surfside y la comunidad es muy diversa.
La conforman personas procedentes de todas partes del mundo, aunque con tres orígenes predominantes: Israel, América del Sur y Estados Unidos.
Mendel Segal, propietario del restaurante de carnes Mendel's Backyard BBQ situado en la zona comercial de Surfside, afirma que se trata de una comunidad grande pero unida.
Casi todos se conocen, dice, y la integran todos los tipos de judíos imaginables, desde los muy religiosos hasta los totalmente laicos.
Al otro lado de la misma calle, Margie Robbins, propietaria de la joyería 7th Plateau, una de las tiendas más antiguas de Surfside, describe la localidad con orgullo como "maravillosa, limpia y segura".
La tienda de Robbins fue establecida por los padres de su esposo hace medio siglo y ella comenzó a trabajar allí hace 40 años, por lo que ha tenido como clientes a varias generaciones de las mismas familias.
"Aquí hay una comunidad judía ecléctica que siempre ha sido muy activa, pero en los últimos dos años se ha vuelto más ortodoxa", señala.
"Ahora hay muchos más restaurantes kosher en el área. Ese es un cambio reciente que es bueno en algunos aspectos, pero personalmente es algo que me preocupa, pues debería haber lugares para la población general que no siempre quiere comer kosher", agrega Robbins, quien aclara que está muy orgullosa de ser judía pero que no es ortodoxa.
Mendel Segal, sin embargo, cree que esa amplia oferta kosher forma parte de los elementos que distinguen a Surfside y le convierten en un destino atractivo para un número creciente de judíos.
"Creo que algo que hace un poco único a Surfside en comparación con otros lugares donde tienes apartamentos y hoteles a poca distancia del área comercial es que aquí hay gran cantidad de establecimientos con todo tipo de comida kosher que te puedas imaginar: sushi, pizza, parrilla, lo que sea", explica.
"Aquí puedes comer en sitios distintos durante tres días de forma estrictamente kosher. Y, antes de los restaurantes, ya había varias sinagogas en la zona. Es un lugar cómodo".
Las facilidades que menciona Segal son muy importantes para los ortodoxos, debido a que durante el sabbat, el día sagrado en el judaísmo, ellos no utilizan los autos y acuden caminando a la sinagoga y a cualquier otro sitio.
Cuando la tragedia toca la puerta
Pocas horas después del derrumbe parcial de los Torres Champlain Sur el pasado 24 de junio, cuando las cifras oficiales apenas indicaban que había un muerto y medio centenar de desaparecidos anónimos, en las redes de la comunidad judía de Miami ya circulaba una cadena que invitaba a orar y que incluía el nombre de una treintena de residentes de ese edificio de los que no había rastro.
Ese gesto, al igual que decenas de otras iniciativas que se pusieron en marcha luego, revela no solamente la reacción solidaria de la comunidad judía de Surfside y del sur de Florida, sino también su gran capacidad de organización.
"Cualquiera que reside aquí conoce a alguien que vivía en el edificio. Por fortuna, la gente que conozco bien de allí sobrevivió, pero también conozco a personas cuyos familiares aún están desaparecidos. Esto realmente golpea de cerca. No es algo sobre lo que lees, es gente que conoces", le dice Segal a BBC Mundo.
Tras la tragedia, cuyo saldo hasta este jueves era de 18 muertos y 145 desaparecidos, se estableció una enorme operación bajo la coordinación de la ONG judía Yedidim para dar apoyo tanto a las víctimas y a sus familiares, como a los bomberos, policías y el resto de funcionarios y voluntarios que trabajan en el rescate.
"Tenemos entre 50 y 100 voluntarios que se rotan. Estamos aquí unas 20 horas cada día, pues se necesitan entre tres y cinco horas para limpiar las instalaciones. Nos vamos a las 3 de la mañana y regresamos a las 6:30 am cada día".
Así lo explica Joe Zevuloni, uno de los dos coordinadores principales de las tareas de apoyo, en el centro de información turística de Surfside, desde donde ahora se organiza este esfuerzo.
Aunque este empresario israelí-estadounidense reside en la localidad de Hollywood, en el condado de Broward, dice que en cuanto supo de la tragedia se puso en contacto con Yedidim para poner en marcha la ayuda.
Según le cuenta a BBC Mundo, solamente hasta el pasado martes ya habían contribuido con más de 4 mil 500 comidas calientes e incontables horas de trabajo voluntario para prestar apoyo logístico.
El impacto de la tragedia es palpable en la zona comercial de Surfside, donde algunos propietarios como Margie Robbins pasaron días sin ánimo para abrir sus negocios, mientras otros los han mantenido cerrados expresamente para poder volcarse en apoyar las labores de rescate.
El fin de semana pasado, durante la celebración del sabbat, muchos negocios como el de Segal ofrecieron comidas gratis para cualquiera que hubiera sido afectado por la tragedia.
Mientras tanto, The Shul se ha convertido en un gigantesco depósito donde se guardan las numerosas donaciones de ropa, juguetes, agua y todo tipo de bienes necesarios por la emergencia.
"La respuesta judía a la devastación son las acciones, por lo que la comunidad se congrega no solo para rezar, sino también para crear un sistema de apoyo para cualquiera que lo necesite, sea o no judío", le dice el rabino Edry a BBC Mundo.
"Nuestro compromiso en la Torá es apoyar a cualquier ser humano porque todos fuimos creados a imagen de Dios".
"Los valores judíos nos enseñan que la vida no se trata de ti, sino de los demás. De hecho, en la sinagoga no puedes rezar solo. Necesitas más gente contigo. El sistema judaico está basado en el minyán (el grupo mínimo de 10 personas que según el judaísmo deben reunirse para cumplir ciertos rituales y rezar ciertas oraciones), todo está centrado en los demás", agrega.
Joe Zevuloni destaca cómo se han forjado lazos entre las familias afectadas y los voluntarios.
"Nos hemos vuelto parte de su familia. Ellos vienen acá y se quedan con nosotros", dice.
"El otro día una familia vino y compartió conmigo una historia muy especial y estuve allí llorando con ellos durante media hora sin poder hacer nada más".
Destaca que aunque el esfuerzo inicial para apoyar a las víctimas surgió de la comunidad israelí-estadounidense, luego se han incorporado muchas personas de todas partes.
"Tenemos tantas nacionalidades maravillosas acá. Hay mucha gente buena y talentosa, cocineros, psicólogos, enfermeras, abogados. Hay personas de Jamaica, de Bahamas, de América Latina, hay un equipo polaco, todos están ayudando", dice.
"Estoy muy orgulloso de decir que esto es Estados Unidos. Somos todos. Nosotros empezamos este esfuerzo, sí, pero luego todo el mundo se nos unió y eso nos encanta", dice Zevulon, quien explica que ahora han creada la organización Strong for Surfside, encabezada por Yedidim y en la que todo el que quiera es bienvenido.
Destaca que aunque en el sur de Florida han sufrido huracanes a inundaciones, nunca antes se había visto una tragedia como esta y asegura que el grupo de voluntarios seguirá trabajando el tiempo que sea necesario.
"Algunos me preguntan qué estoy haciendo aquí y yo les respondo '¿cómo puedes tú no estar aquí'?", subraya Zevuloni.
Un poco de historia: de la discriminación al "boom"
El sur de la Florida alberga a la tercera mayor comunidad judía en Estados Unidos, después de Nueva York y Los Ángeles, según datos de la Jewish Virtual Library.
Las más de 500.000 personas residentes entre Miami y West Palm Beach dan muestra de una pujante comunidad que ha crecido durante décadas, gracias a distintas oleadas de migrantes procedentes de diferentes partes del mundo y también de otros lugares de Estados Unidos.
Pero la historia de esta comunidad en Florida es relativamente reciente.
Los judíos no tuvieron aquí un inicio fácil. Debido a las restricciones impuestas por la Santa Inquisición, se les prohibió asentarse en Florida hasta 1763, cuando España la cedió a Reino Unido.
No fue sino hasta las primeras décadas del siglo XX cuando las primeras familias comenzaron a establecerse en Miami Beach, la mayor parte de origen rumano y ruso, que habían llegado a la península a través de Key West y, desde allí, se movieron hacia el norte.
Pero en esa época solamente podían vivir en la parte más al sur de Miami Beach, pues no les rentaban ni vendían propiedades al norte de la calle 5, según explica Susan Gladstone Pasternack, directora ejecutiva del Museo Judío de Florida-FIU, a BBC Mundo.
Muchos hoteles en Miami colgaban carteles en los que no solamente advertían que no admitían a judíos, sino que, incluso, usaban la discriminación como estrategia publicitaria. Always a view, never a Jew ("Siempre una vista, nunca un judío"), rezaba el aviso de un hotel en la década de 1930.
Este tipo de discriminación abierta fue cediendo paulatinamente a partir del final de la II Guerra Mundial. Formalmente, a finales de la década de 1940 se prohibió la discriminación por razones religiosas.
Fue también a partir de entonces cuando la comunidad judía comenzó a moverse con vigor hacia el norte de Miami Beach. Allí, muchos judíos venidos de otras partes de Estados Unidos habían recibido entrenamiento como soldados durante el conflicto bélico.
"Al volver de la guerra, los soldados, a quienes les había encantado Miami Beach, tenían acceso a financiamiento y comenzaron a comprar propiedades en la parte norte de la ciudad. Y eso hizo una gran diferencia en términos de población", dice Gladstone a BBC Mundo.
"Había familias jóvenes. Había jóvenes médicos que vinieron tras la guerra y que como no les permitían ejercer en ningún hospital porque eran judíos, construyeron su propio hospital, que es ahora el Mount Sinai", agrega.
También llegaron sobrevivientes del Holocausto, así como muchos trabajadores judíos de Nueva York que optaban por jubilarse en Miami Beach.
El boom económico de la posguerra y de la industria turística siguió atrayendo a gran cantidad de personas a Miami.
Según cifras de la Greater Miami Jewish Federation (GMJF), para 1950 había 55 mil judíos en la ciudad y durante los cinco años siguientes irían llegando unos 650 adicionales cada mes.
En 1960, tras el triunfo de la revolución cubana, unos 10 mil judíos de la isla se establecieron en Miami y en Miami Beach, lo que —según Gladstone— ayudó a darle a la ciudad un perfil más internacional y la hizo más atractiva para otros ciudadanos de América Latina, al dotarla con profesionales de todo tipo que hablaban español.
Para 1970, en torno a 80% de la población de Miami Beach era judía, de acuerdo con cifras de la GMJF.
Esa concentración se iría reduciendo parcialmente a medida que una parte de los judíos jubilados fallecían, mientras otros se iban mudando a otros localidades más al norte, no solo en el condado de Miami-Dade, sino también de Broward y de West Palm Beach.
Pero mientras unos se fueron, otros vinieron.
"Ha habido momentos en los que el antisemitismo en Europa ha levantado nuevamente su cabeza, por lo que recientemente han llegado muchos judíos de Francia", apunta Gladstone.
Miami y Miami Beach siguen siendo un destino para judíos de todas partes del mundo, incluyendo países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela, pero también de Rusia, Ucrania, Uzbekistán e, incluso, el mismo Israel.
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