Madrid.- La pandemia ha golpeado a la población en muy distintos frentes, pero especialmente a las mujeres que han perdido sus puestos de trabajo en mayor medida que los hombres, ya que su situación laboral suele ser más vulnerable.
Es el caso de Merche, una mujer que a sus 49 años laboraba como guía de turistas en Madrid y otras ciudades aledañas como Toledo y que, de repente, se vio arrollada por el coronavirus.
Antes de la pandemia, España era una potencia turística y figuraba como uno de los tres primeros destinos elegidos por los viajeros a nivel mundial. Pero los confinamientos, el cierre de fronteras y el desánimo de los turistas a la hora de vacacionar han reducido el sector a su mínima expresión.
Nadie pensaba que el deterioro iba a ser tan acusado en una actividad como la turística, robustecida durante décadas y que experimentaba cada año un constante crecimiento. Por ello, Merche no da crédito a lo que le ha ocurrido.
“Te hacías la ilusión de que todo se arreglaría. Pero cuando vimos que esto no remontaba y que la cosa era grave, la verdad es que se me vino el mundo abajo. Estás trabajando toda la vida, acumulando experiencia y prestigio y, de sopetón, tu objetivo laboral se esfuma. El 14 de marzo de 2020 (lo recuerda perfectamente) fue el último día que trabajé”, señala Merche a EL UNIVERSAL.
“En mi profesión las mujeres somos mayoría y muchas somos el motor económico de la casa. Yo ganaba más que mi marido y, de un día para otro, pasé a no tener nada. Me he quedado a cero”, agrega.
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El trabajo de Merche apenas dependía del turismo local . En su caso, 90% de los clientes eran extranjeros, mayoritariamente de Estados Unidos e Italia, por lo que su labor como guía se vio muy afectada cuando empezaron las restricciones fronterizas a nivel internacional.
“Con los compañeros, intentamos ahora hacer cooperativas de trabajo para captar a los clientes con cosas nuevas, como proyectos virtuales y poder ofrecer visitas turísticas a través de una aplicación. Estamos ideando, pero todavía hay mucha incertidumbre”.
Tras perder su trabajo, Merche está acogida a un expediente de regulación de empleo que en el caso de los trabajadores autónomos tiene un formato híbrido, ya que la ayuda económica que les presta el Estado español la reciben a través de las aseguradoras. Entre 500 y 900 euros al mes, dependiendo de la regulación fiscal.
“Yo tengo la suerte de que mi marido es profesor, pero aun así hemos estado tirando de ahorros. Tengo compañeros que están solos o que sólo viven de esto y que lo están pasando francamente mal”, asegura.
Casada y con un hijo de 10 años, Merche estudió historia del arte, además de turismo. Sabe que la situación difícilmente mejorará en el medio plazo, por lo que busca ahora aprovechar su titulación para poder reciclarse y tratar de reponerse del duro bache laboral.
“He decidido dar un giro a mi vida. He estado todo el tiempo haciendo cursos y entre los compañeros nos estamos formando mutuamente para tener un mejor desempeño laboral. Pero tampoco veo claro que esto se normalice. Como mi titulación me lo permite, voy a preparar las oposiciones para ser profesora de historia a nivel de secundaria”, concluye Merche, consciente de que está renunciando a un trabajo que la apasiona y que ha desaparecido prácticamente del mapa tras los confinamientos y las medidas sanitarias adoptadas para hacer frente a la pandemia.