La falta de información sobre el estado de salud de la princesa Kate Middleton ha dado paso a una serie de especulaciones, frente a las cuales, la Casa Real británica se ha limitado a decir que ella se encuentra "bien". Sin embargo, la prensa británica ha empezado a seguir algunas "pistas".
Kate fue operada el 16 de enero del estómago en la muy exclusiva London Clinic y convalece desde entonces en su residencia de Adelaide Cottage, en Windsor, rodeada de sus tres hijos, Jorge (10 años), Charlotte (8) y Luis (5), y de sus dos enfermeras filipinas.
Las interrogantes se acumulan. ¿Por qué, mientras el rey Carlos III tomó la decisión de informar a sus súbditos que padecía de un cáncer y —aun sin dar más detalles— comenzaría de inmediato el tratamiento indicado por sus médicos, la enfermedad de su nuera está rodeada de un férreo secreto? La única precisión realizada por el Palacio de Buckingham es que Kate no tiene cáncer y solo habrá comunicaciones sobre su estado de salud cuando la evolución lo amerite.
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“El palacio de Kensington ha indicado claramente en enero el calendario de restablecimiento de la princesa y que solo daríamos actualizaciones significativas. Esa línea oficial no ha cambiado”, ratificó un comunicado el 29 de febrero. La princesa de Gales debería regresar a sus actividades oficiales para Pascuas.
Ante el silencio, los expertos en la monarquía se interesaron en el equipo médico que rodea a la princesa. Así descubrieron que, poco antes de la operación, Ian Patrick se había incorporado al equipo de Guillermo y Kate como secretario particular. Según el diario The Times, Patrick es miembro del consejo de administración de la Crohn and Colitis UK, una asociación dedicaba a una enfermadad que lleva ese nombre.
“La princesa Kate también fue operada en la London Clinic, un establecimiento que no forma parte de sus costumbres. Ese hospital está especializado en la enfermedad de Crohn. El resultado de esa suma llevó a la prensa especializada a especular sobre la posibilidad de que la futura reina sea víctima de esa afección, sin que ninguna declaración oficial lo confirme”, analiza el periodista británico Philip Turtle.
La enfermedad de Crohn es una afección inflamatoria que afecta el tubo digestivo y provoca terribles dolores, gran fatiga y otros síntomas más o menos severos. “Se trata de una enfermedad incurable, cuyos síntomas deben tratarse con medicamentos o bien mediante una operación, para retirar las partes del tubo digestivo demasiado afectadas por la inflamación”, explica el gastroenterólogo Roland Brest.
En todo caso, si bien la prensa británica da muestras de respeto y discreción, los rumores aumentan. “Después que el palacio aseguró que su operación abdominal no estaba provocada por un cáncer, una admisión de dos semanas, aun cuando se trate de un hospital privado, es inhabitual”, aseguró Max Pemberton, médico-cronista del diario Daily Mail.
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“En esas condiciones, no es para nada presuntuoso suponer que se trata de algo muy grave”, concluyó. Incluso hay quienes especularon que la princesa de Gales huyó y que por eso está desaparecida.
Para otros, el silencio responde a la voluntad del Guillermo y Kate de preservar la tranquilidad de sus tres hijos: “Informando lo mínimo a la prensa, la princesa puede dar su propia versión a los niños, sin tener que ocultar los comentarios sobre su enfermedad publicados por la prensa del mundo entero y las redes sociales”, analiza el periodista especializado Stéphane Bern para quien, en todo caso, tanto misterio parece “desmesurado”.
“Es verdad. El silencio es una tradición que concierne a todos los jefes de Estado. Hay que evitar inquietar a la gente. Pero me parece que, de tanto tratar de no inquietarlos, se termina por inquietarlos aun más. ¡Es peor!”, concluye.
Sin dar tampoco ninguna explicación, el 19 de febrero el príncipe Guillermo volvió a hacer su aparición. Fue en Londres, donde visitó la sinagoga de Western Marble Arch junto a los embajadores del Holocaust Edicational Trust, organización caritativa que trata de sensibilizar al público sobre el drama vivido por la comunidad judía durante la segunda guerra mundial.
El aparente suicidio de Thomas Kingston, esposo de lady Gabriella Windsor, prima segunda de los príncipes Guillermo y Harry abonó al escándalo que este año ha rodeado a la familia real británica, incluyendo el anuncio de que el rey Carlos III tiene cáncer.
Thomas Kingston murió a causa de una "herida traumática en la cabeza" y se encontró un arma cerca de su cuerpo, según informaron los responsables policiales el viernes en Londres que estarían tratando el caso como un suicidio. El joven financista, de 45 años, estaba casado desde 2019 con la hija del príncipe Michael de Kent, primo hermano de la reina Isabel II.
Diplomado de la Universidad de Bristol, Kingston no solo era un exitoso financista. También se había desempeñado como negociador en la liberación de rehenes en Bagdad. Atractivo y brillante, hizo latir aceleradamente numerosos corazones femeninos. Entre ellos el de Pippa Middleton, hermana de la futura reina de Inglaterra.
Mientras tanto, el rey Carlos III prosigue su tratamiento contra un cáncer del que no se han dado detalles al público. También en su caso, a pesar de la aparente transparencia de la comunicación, todo es confuso. ¿Es normal que los médicos que se ocupan del monarca recién hayan descubierto el tumor el día que lo sometieron a una simple intervención de próstata? ¿Acaso los reyes —como cualquier individuo normal— no deben someterse a controles periódicos de salud? Preguntas sin respuesta que alimentaron otras especulaciones: la inclinación del monarca británico por las medicinas alternativas.
Apenas ascendió al trono, Carlos III no tardó, en efecto, en remplazar al profesor Sir Huw Thomas, jefe de la Casa Real de medicina desde 2005, por el clínico Michael Dixon, quien fue su consejero médico durante 20 años. Conocido por ser un ferviente defensor de las terapias alternativas, en 1998 Dixon publicó un estudio donde afirmaba que “la imposición de manos puede ser un complemento eficaz para el tratamiento de pacientes que sufren de enfermedades crónicas”.
“Consciente de que su nombramiento provocaría auténtica preocupación, el rey afirmó que pondría fin a sus lobbies en favor de la medicina alternativa al subir al trono. Ahora, para adelantarse a las inquietudes en ese sentido, fuentes de palacio aseguraron que el monarca respetará rigurosamente el tratamiento de sus oncólogos”, relata Turtle. Las dudas, sin embargo, persisten.
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