La salud del Papa Francisco, de 86 años y quien se encuentra internado en el Hospital Gemelli de Roma por una infección respiratoria, suele desatar todo tipo de conjeturas.
El Pontífice "tuvo que someterse a controles médicos en la jornada debido a que en los últimos días se quejaba de dificultades respiratorias", explicó en una nota el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
Los controles médicos "pusieron de manifiesto una infección respiratoria (excluido el Covid-19), la cual va a requerir varios días de un adecuado tratamiento médico hospitalario", precisó.
Las audiencias de los próximos días fueron anuladas y se ignora si Francisco podrá celebrar la misa del Domingo de Ramos, el 2 de abril, y las ceremonias de Semana Santa que suele encabezar.
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El Pontífice argentino tiene diverticulitis, una enfermedad que puede infectar o inflamar el colon, y fue operado en ese mismo centro de salud de la capital italiana en julio de 2021, en un delicado procedimiento para extirparle parte de este tejido.
A principios de año, Francisco afirmó que la condición había regresado y que le estaba causando un aumento de peso, pero que no estaba demasiado preocupado.
"Estoy bien de salud. Por la edad que tengo, estoy normal. Podría morirme mañana, pero vamos, está controlado", bromeó durante esa entrevista. “Ni siquiera se me ocurrió hacer testamento”, aseguró también.
Francisco tiene además artritis en la rodilla derecha, por lo que se traslada en silla de ruedas desde mayo de 2022, y en ocasiones utiliza un bastón para ayudarse a caminar.
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Francisco aseguró en una entrevista con Reuters el año pasado que preferiría no operarse la rodilla porque no quería que se repitieran los efectos secundarios negativos a largo plazo de la anestesia que sufrió tras la operación de 2021 que lo obligó a permanecer 10 días en el hospital.
En julio, de regreso de un viaje a Canadá, Francisco reconoció que su avanzada edad y su dificultad para caminar podrían haber dado paso a una nueva fase más lenta de su papado. Pero desde entonces ha visitado Kazajistán y Bahrein, y el mes pasado viajó a República Democrática del Congo y Sudán del Sur.
Cuando residía en Argentina, Francisco fue tratado con acupuntura china por el dolor de espalda, sufría de “cálculos en la vesícula biliar” y en 2004 tuvo un problema cardiaco “temporal” debido a un ligero estrechamiento de una arteria, según contó.
La mayor intervención quirúrgica que Jorge Bergoglio sufrió antes fue en 1957, a los 21 años, cuando, siendo seminarista en Villa Devoto, por una pulmonía grave se le extirpó el lóbulo superior del pulmón derecho en el Hospital Sirio Libanés.
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Este año, declaró que no tiene planes de dimitir a corto plazo y que, si lo hiciera, sería por motivos de salud graves, como una incapacidad severa.
La renuncia de un papa “no debe convertirse en una moda” y que esa idea “por lo menos no estaba en su agenda”, dijo Francisco.
Desde hace un año, cuenta con un “asistente personal sanitario”, una enfermera, que lo asiste en forma permanente.
La salud de los papas ha sido siempre “materia reservada” para el Vaticano y mantenida en general en secreto.
Antes de ser internado, Francisco celebró su tradicional audiencia de los miércoles, en la que pidió rezar por los migrantes que fallecieron "en el trágico incendio" de una estación del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad Juárez, en México.
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