La libertad se convirtió en una constante en la vida de José Daniel Ortega Saavedra, en un viaje político de más de 55 años en Nicaragua en el que transitó de ser identificado como guerrillero veinteañero que luchó por la libertad contra una dictadura, a ser tildado de dictador septuagenario que es un obstáculo para la libertad.

El hoy presidente nicaragüense nació el 11 de noviembre de 1945 en La Libertad, municipio del central departamento de Chontales.

Con menos de 18 años, y ya como estudiante universitario en Managua, se vinculó a las causas de la libertad contra la dictadura de la familia Somoza, que gobernó en Nicaragua de 1934 a 1979.

A mediados de la década de 1960 se incorporó al entonces guerrillero y hoy gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), para combatir al régimen somocista y pelear por la libertad de su país.

En una de sus pocas acciones armadas rebeldes, y rondando los 20 años, perdió su libertad en 1967 por participar ese año en un asalto bancario en la capital nicaragüense en un intento por reunir dinero para financiar la guerrilla sandinista.

Tras siete años sin libertad, la recuperó en diciembre de 1974 cuando un comando del FSLN asaltó en Managua la mansión de José María Castillo Quant, uno de los principales socios del somocismo, quien murió en el hecho. Los guerrilleros aprovecharon que diplomáticos, políticos y empresarios acudían a una fiesta de fin de año en la residencia de Castillo, los tomaron como rehenes y exigieron canjearlos por Ortega y otros prisioneros sandinistas.

Presionado interna y externamente, el dictador Anastasio Somoza Debayle (1925-1980) aceptó otorgar la libertad a Ortega y a los demás reos.

Luego de una temporada en Cuba, Ortega decidió vivir desde mediados del decenio de 1970 en la estratégica Costa Rica, vecina de Nicaragua por el sur. Convertido en una de las piezas claves del FSLN y junto con su hermano menor, Humberto, organizó parte de las maniobras militares guerrilleras que provocaron la insurrección generalizada en Nicaragua que remató, el 19 de julio de 1979, en la caída de la dictadura somocista.

Instalado a partir de entonces como coordinador de una Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, se consolidó como el personaje más importante de la revolución sandinista, que gobernó de 1979 a 1990, pero en una época en la que “la libertad” le golpeó. A inicios de la década de 1980, Estados Unidos creó, organizó, financió y dirigió a la fuerza armada antisandinista bautizada como “la contra” y cuyos integrantes fueron llamados por Washington como “combatientes por la libertad”.

La revolución sandinista dirigida por Ortega quedó atrapada en una guerra, en una severa crisis política, socioeconómica e institucional , en un conflicto regional y cercenó la libertad de prensa y de expresión. Asediado dentro y fuera del país, Ortega accedió a abrir un pequeño trillo de libertad para realizar elecciones transparentes, y perdió en las urnas.

Ya como opositor, y sereno en el flanco de sus cuentas bancarias, negocios y bienes materiales, tuvo la libertad a partir de 1990 para emerger como líder opositor, hasta que ganó los comicios de 2006. Al recuperar la presidencia, en 2007, terminó de apropiarse del control de los poderes estatales —ejecutivo, legislativo, judicial y electoral— y dejó sólo unos resquicios de libertad.

Hastiados por más de 11 años de vivir en una libertad coartada y en los denunciados fraudes electorales que oxigenaron a Ortega para prolongar su gestión por tres gobiernos consecutivos al menos hasta 2022, los nicaragüenses explotaron el pasado 18 de abril en contra del aparato gobernante comandado por el hombre de 72 años que nació en La Libertad, luchó por la libertad y al que ahora se le exige democracia… en libertad.

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