San José. – Tras descabezar a la oposición política nicaragüense al encarcelarla, obligarla al exilio y perseguirla sin cesar, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, volvieron a enderezar sus baterías en contra del único factor visible y sobreviviente después de más de 51 meses de crisis institucional en ese país: un sector de la influyente jerarquía católica y su incesante clamor de paz, democracia y libertad.
Empeñados en apretar a diario las tuercas políticas y sociales para blindar la cápsula del totalitarismo de su cuestionado régimen y acallar cualquier voz disidente, Ortega y Murillo clausuraron 12 medios de comunicación a partir de lunes pasado.
Confidencial, uno de los principales periódicos digitales e independientes de Nicaragua, informó que el gobierno cerró 10 radioemisoras católicas, una estación femenina y un canal de televisión. Al menos otros dos canales fueron cerrados en 2022, en un constante acoso por más de cuatro años al ejercicio de la libre expresión paralelo al ataque sobre la iniciativa privada.
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“La dictadura de Daniel Ortega da un nuevo golpe a la Iglesia de Nicaragua”, denunció ayer el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que reúne a la dirigencia católica de América Latina y el Caribe. “Nueva arremetida”, alertó.
Los hechos se sumaron a más de cuatro años de creciente hostilidad gubernamental hacia autoridades católicas. Por pedir la libertad de los presos políticos nicaragüenses, el polaco Waldemar Sommertag, nuncio apostólico (embajador de la Santa Sede) desde 2018, fue expulsado el 6 de marzo anterior por Ortega y Murillo.
“Cristianos y no cristianos ven al liderazgo católico como el único capaz de guiar al pueblo de Nicaragua. Ortega y Murillo quieren destruir y desaparecer ese liderazgo”, afirmó la abogada nicaragüense Vilma Núñez de Escorcia, presidenta del (no estatal y ya ilegalizado) Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH).
Núñez describió a EL UNIVERSAL que en la cúpula católica hay tres sectores: los obispos “consecuentes” que denuncian “las atrocidades” del régimen; los “timoratos” que actúan con temor a distanciarse del gobierno y los que callan y apoyan al gobierno.
En un despliegue de violencia, efectivos policiales irrumpieron el lunes anterior a la capilla del Niño Jesús de Praga en el templo católico del Jesús Divino de la Misericordia en Sébaco, municipio del norcentral departamento (estado) de Matagalpa.
Cuando la comunidad se acercó a la parroquia a apoyar al sacerdote Uriel Vallejos y a cinco laicos atrapados en la iglesia, la fuerza policial la atacó con gases lacrimógenos.
“Amigos, fieles vengan, estoy siendo asediado; la policía ha violentado los candados” de la Capilla para entrar a donde están los equipos de radio y llevárselos, tuiteó Vallejos el lunes a las 18:22 horas locales (19:22 en el centro de México).
Vallejos describió que los seis sobreviven con pan, agua y yogur, luego de que los antimotines invadieron parte de la instalación y suspendieron el fluido eléctrico. Los seis seguían atrapados todavía ayer en situación incierta.
“No me dejen solo. Hay muchos antimotines dentro de la capilla” y afuera, tuiteó Vallejos el martes a las 13:00 horas locales.
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“Aquí estamos esperando pues que nos den una respuesta. No sé el por qué ellos no se mueven, cual es el fin. Será que me quieren meter preso. Aquí estamos”, narró en otro de sus contactos con el exterior.
“Estamos a oscuras. No tenemos nada. Estamos pues aquí a la buena de Dios. Oremos al Señor que nos dé fuerzas en estos momentos pues tan difíciles. No renegamos de la cruz, porque es una cruz que tenemos asumirla, con mucha valentía”, recalcó.
El (estatal) Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) alegó que cierre se debió a que los medios carecen de permiso para operar.
Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y uno de los jerarcas enfrentados al régimen, aseveró en un video que grabó desde un púlpito que “si ellos (Telcor) tienen razón, yo mismo diré ante el pueblo que están en lo correcto que cierren nuestras radios”.
“Pero si no tienen la razón, que tengan la valentía y el coraje de decir que ellos se equivocaron o que ellos quieren a propósito cerrar nuestros medios de comunicación”, advirtió.
“Nos han cerrado todas nuestras radios. Pero la Palabra de Dios, no la callarán”, tuiteó, en una reiterada exigencia de libertad y democracia en Nicaragua.
“Con un solo golpe, el gobierno de Nicaragua creó un nuevo desierto informativo en el interior del país”, denunció ayer, por su parte, el periodista hondureño Jorge Canahuati, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que aglutina a periódicos hemisféricos.
Al fustigar la clausura de medios, acusó que “es obvio que se pretende acabar con todo vestigio de prensa independiente” en Nicaragua.
El cierre de medios prolongó la política oficialista de hostigamiento y cierre de instancias privadas y no estatales que estén fuera del control de la pareja presidencial. Unas 850 organizaciones no gubernamentales fueron suspendidas este año por el gobierno, decidido a reforzar su dominio totalitario.
Apoyados en el mando sobre las fuerzas militares y policiales, el presidente y la vicepresidenta controlan los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral.
Nicaragua se hundió desde abril de 2018 en una aguda crisis política, con multitudinarias protestas antigubernamentales para exigir democracia y libertad y tildar al dúo gobernante como dictadura dinástica. Ortega y Murillo acusaron ser víctimas de un intento terrorista de golpe de Estado, lanzaron una violenta represión, negaron violar los derechos humanos y encarcelaron a los líderes opositores.
Con unos 180 reos políticos (incluidos periodistas), centenares de dirigentes en el exilio y decenas de miles de migrantes irregulares nicaragüenses en el exterior, la oposición quedó fuera de la contienda electoral de noviembre de 2021 en la que Ortega y Murillo se reeligieron para gobernar al menos hasta 2027 y completar 20 años de gestión.
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