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La Cumbre de las Américas que termina hoy en Los Ángeles fracasó desde antes de empezar.
La decisión de Estados Unidos de no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua desató una polémica de tal nivel que fue la nota antes y durante la cumbre, la razón por la que los presidentes de México, Bolivia y Honduras optaron por no asistir, y otros que sí asistieron no dudaron en decir cara a cara al presidente Joe Biden que ser anfitrión “no da derecho de imponer”.
Expertos han coincidido en que las exclusiones fueron una mala decisión: que habría sido mucho mejor hablar de frente, claro y fuerte, sobre la falta de democracia que acusa Estados Unidos a las naciones excluidas. Fue una decisión política, más pensada en las elecciones legislativas en las que el panorama no pinta bien para el Partido Demócrata, que en el rechazo que podría causar.
Para los países cuyos presidentes no asistieron también fue una oportunidad perdida. La de hablar de los temas que importan, los que preocupan, los que afectan al hemisferio, y que durante cuatro años de administración de Donald Trump se mantuvieron en el más absoluto de los silencios, excepto por los gritos y sombrerazos del republicano por el tema migratorio. En el caso de México, esta cumbre representa la primera a la que no acude un mandatario mexicano desde que comenzaron a realizarse estos eventos, en 1994.
Miércoles y jueves, las exclusiones siguieron dando de que hablar: entre los dimes y diretes entre el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y los legisladores Marco Rubio y Bob Menéndez, y los discursos de la noche del jueves, como el del argentino Alberto Fernández diciendo que “no era la cumbre que esperábamos”.
Primera reunión de Biden y Bolsonaro
Otro momento esperado de la cumbre era la reunión entre Biden y el presidente brasileño Jair Bolsonaro. Se trató del primer encuentro entre los mandatarios desde que el demócrata asumió, en 2021. Después de todo, Bolsonaro siempre dejó claro que su gallo era Donald Trump, y todavía en vísperas de la cumbre, insinuó nuevamente que hubo fraude en las elecciones estadounidenses y que esperaba eso no ocurra en las presidenciales de Brasil.
Llegado el momento, las expectativas se desinflaron. Biden elogió los esfuerzos de Bolsonaro en el Amazonas, pese a las críticas a nivel internacional por la deforestación durante su administración, y poco más.
Las respuestas estadounidenses a los reclamos y declaraciones de López Obrador fue de “respetamos, entendemos”. Los próximos meses dirán si y qué tipo de consecuencias habrá ante el desaire. Por lo pronto, pareciera que con el tema migratorio, o mejor dicho, la puerta migratoria, que México puede abrir o cerrar y desatar el caos en la frontera sur de Estados Unidos, López Obrador tiene los pelos de la burra en la mano.
En cuanto a los acuerdos, la Alianza para la Prosperidad de las Américas, otro de inversiones, el que firmó México con otros siete países para la Protección de los Océanos, pasaron sin pena ni gloria.
La joya de la Corona, la “Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección”, con la que cierra hoy la cumbre, busca que todos los países de origen y tránsito asuman una mayor responsabilidad, que creen o fortalezcan sus propios sistemas de asilo, que refuercen sus fronteras. Para Estados Unidos es clave conseguirlo y evitar crisis migratorias más graves, sobre todo en año electoral.
Pero mientras Washington reclama a las demás naciones más esfuerzos, más trabajos, de reforma migratoria nada. Y pendiente de quienes firmen la declaración, de entrada, la inasistencia de los presidentes de El Salvador, de Honduras, de Guatemala, ya es un indicio de lo que puede resultar. Queda por ver qué hace Ebrard en representación de López Obrador.
La prensa estadounidense no dedicó gran espacio a la cumbre. Y para los ciudadanos, los temas importantes, los que les interesan, son otros: los precios de la gasolina, la inflación, lo que les pega al bolsillo.
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