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Aunque el último viernes de noviembre de 2016 marcó uno de los hechos principales en la historia de Cuba del siglo XXI, ya que ese día murió Fidel Castro Ruz, el máximo líder de la revolución que comenzó en 1959 y asumió progresivos controles totales como régimen comunista, otro suceso trascendental ocurrió el segundo martes de ese mismo mes: el triunfo del magnate Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Con la muerte de Castro, el 25 de noviembre de 2016, desapareció uno de los más importantes personajes de la Guerra Fría, que estremeció al mundo en la segunda mitad del siglo XX, y del clima de intensa hostilidad y de pleito permanente entre EU y Cuba. Hoy, y a lo largo de una semana, se realizarán en Cuba vigilias en honor del Comandante, en un ambiente más bien discreto.
Con la victoria de Trump, el 8 de noviembre de 2016, y el inicio el 20 de enero de 2017 de su conflictiva administración, se acabó la temporada de aparente tono caluroso y de deshielo Washington-La Habana… y resurgió la frialdad bilateral. Sin importar si el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana estuviera vivo o muerto y antes de triunfar en los comicios y de la muerte de Castro, Trump decidió frenar la normalización entre ambas naciones, que floreció a partir de diciembre de 2014 y logró la reanudación de lazos diplomáticos en julio de 2015, luego de más de 54 años y siete meses de ruptura (enero de 1961).
En su punto cumbre, el reencuentro Wa-shington-La Habana llevó en marzo de 2016 al entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a una visita sin precedentes a la capital cubana en la fase final de la vida del Comandante en Jefe de la revolución. Obama flexibilizó reglas de viaje de los estadounidenses a Cuba, sin desmontar las prohibiciones del embargo que EU impuso a la revolución comunista en febrero de 1962.
Tras convertir el choque incesante con Wa-shington en una receta básica de sus 47 años de gobierno —de 1959 a 2006— y en maniobra predilecta de su siempre sorpresivo accionar político, Fidel Castro lanzó fuertes ataques a Obama después de visitar la isla.
Sus cuestionamientos al todavía gobernante de EU fueron un significativo y sutil distanciamiento con su hermano, que le sustituyó en la presidencia de los consejos de Estado y de Ministros y en la cúpula del Partido Comunista de Cuba (PCC), primero temporalmente desde julio de 2006, por problemas de salud, y después de manera definitiva, desde febrero de 2008.
A un año de la muerte del Comandante, el embargo de EU y la revolución siguen intactos y Washington atizó el asedio económico a La Habana mientras el régimen sufre un recorte petrolero de su socio mayor: Venezuela, hundida en una aguda crisis institucional, política y socioeconómica.
Ya en la Casa Blanca, Trump anunció en junio pasado nuevas restricciones que puso en marcha con prohibiciones de viajes y de contactos con firmas militares cubanas y, en una pugna por presuntos ataques acústicos a funcionarios de EU en Cuba, retomó en octubre anterior la antigua fórmula de Guerra Fría de expulsar diplomáticos cubanos, reducir personal en la isla e intercambiar recriminaciones con la revolución.
Transcurridos 12 meses de la muerte del hombre famoso por bombardear con ardientes arengas de nueve o más horas, los cubanos atestiguan un masivo ataque mediático para exaltar al líder revolucionario. “El Comandante en Jefe se multiplica en cada uno de los cubanos”, proclamó el jueves anterior el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del PCC.
Culto
“El pensamiento de Fidel no cabe en un grano de maíz” o “Fidel Castro, fuente de inspiración” y “Fidel, año uno: las raíces del caguairán” con “Dedican a Fidel...” o “Recuerdan presencia de Fidel” son algunos titulares recientes de la prensa escrita cubana que se acoplan al incesante cañoneo radiofónico y televisivo del aparato propagandístico del PCC que arreció por el primer aniversario de la muerte del nonagenario jerarca.
“Cuba es una plaza sitiada por la propaganda castrista”, dijo la disidente anticomunista y ex prisionera política cubana Martha Beatriz Roque, economista y directora de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, que funciona en la ilegalidad en un país en el que la única fuerza partidista legal, y sobre la que gira todo el andamiaje de control estatal, es el PCC.
“El pueblo está hastiado de que en todos los medios sólo se hable de Fidel Castro. Todo en el país es en su honor”, relató, al insistir en una entrevista telefónica con EL UNIVERSAL en que la crisis económica sigue siendo severa, con escasez y carencias de bienes de consumo esencial. “Entre el cansancio por este machaque político y la falta de esperanza social, estamos en esta plaza sitiada por el castrismo donde el pueblo paga las consecuencias”, narró.
Arranca el relevo presidencial
El 24 de febrero de 2018 será clave. El Partido Comunista de Cuba (PCC) limitó en 2011 el ejercicio de cargos a dos periodos consecutivos de cinco años, por lo que la gestión que el general Raúl Castro Ruz inició en 2008 como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros concluiría en 91 días.
La rueda empezará a girar mañana con unos comicios municipales y desembocaría en tres meses en el relevo del general, de 86 años y quien seguirá al menos hasta 2021 como primer secretario del PCC, pieza omnipresente del poder real en Cuba. to) seleccionará a fines de febrero al sucesor de Raúl. El primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel es uno de los nombres que más suena para reemplazar a Castro. Con la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reforzar el embargo a la isla, y con Venezuela, principal aliado del régimen comunista, en una severa crisis política y socioeconómica, persiste una duda: ¿Cederá realmente Raúl funciones o aparentará hacerlo para seguir mandando desde el cuarto de máquinas? José Meléndez/ Corresponsal