"¡Construye el muro! ¡Construye el muro! ¡Construye el muro!".
Este fue uno de los cánticos más repetidos por los fervientes seguidores de Donald Trump en sus mítines de campaña por la presidencia en 2016.
Rápidamente, el "infranqueable, grande y hermoso muro" que iba a construir Trump en la frontera entre Estados Unidos y México se convirtió en una de las promesas bandera de su candidatura.
La propuesta venía acompañada, además, de otro compromiso: México iba a pagar los costos de la ambiciosa obra.
Cuatro años después, en plena campaña para su reelección, el presidente afirma que el muro pronto estará listo y que México está pagando por él.
"Ya hemos construido 300 millas (480 kilómetros) del muro fronterizo", exclamó Trump el 28 de agosto en un mitin en New Hampshire, recién terminada la Convención Nacional Republicana.
"El muro pronto estará listo y nuestros números en la frontera son los mejores de la historia. Por cierto, México está pagando por el muro, por si no lo sabían", añadió el mandatario.
Desde entonces, en todos sus actos de campaña, incluidos los de esta semana en Florida y Pensilvania en su reaparición tras el contagio de Covid-19, Trump ha insistido en estas dos ideas: que el muro avanza rápidamente y que la factura está del lado mexicano.
¿Son verídicas estas cifras? ¿Cuál es la situación actual del muro?
La frontera entre Estados Unidos y México tiene una longitud de 3 mil 142 kilómetros.
Antes de que Trump llegara a la Casa Blanca, había barreras o vallas de separación en un tercio de la frontera, unos mil 50 kilómetros.
En las zonas más urbanas, las barreras están hechas para impedir el paso de peatones y vehículos.
Las vallas son de diversos tipos: en algunos segmentos son paneles de chapa o acero corrugado, en otras partes hay una malla de alambre o varias superpuestas, y en ciertos sectores, hay barras verticales que miden entre 5.5 y 9.1 metros de altura colocadas sobre cemento y separadas por pequeños espacios.
En las áreas más remotas, el gobierno usa "cercas vehiculares", que son postes de madera cruzados (generalmente obtenidos de las vías ferroviarias) que impiden el paso de vehículos pero que pueden ser superados por peatones.
En el puesto fronterizo entre San Diego y Tijuana, las vallas se adentran hasta 100 metros en el mar y están hechas por materiales resistentes al óxido y la corrosión salina.
En el resto de la frontera, donde hay zonas montañosas, desiertos, humedales y canales en torno al río Bravo (o río Grande), no existe una estructura hecha por el ser humano: la naturaleza forma su propia barrera.
En algunos puntos, la frontera tiene dos o hasta tres capas de barreras, una detrás de otra. Las autoridades se refieren a ellas como barreras primarias, secundarias y terciarias.
Durante la campaña de 2016, Trump prometió construir el muro a lo largo de toda la frontera.
Posteriormente aclaró que solo cubriría la mitad, dado que la naturaleza se encarga del resto.
Las dificultades para encontrar financiación para el muro retrasaron los planes del presidente.
Ahora, a unas semanas de las elecciones y con más de tres años y medio de gobierno en la espalda, Trump se jacta de que el muro está prácticamente listo.
El presidente dice que ya se han construido 480km y espera que para principios de 2021 se haya completado un total de 800 kilómetros.
Pero las cifras oficiales muestran una cara diferente.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) envió a BBC Mundo su último informe sobre el estado del muro, con datos actualizados al 4 de septiembre de 2020.
Desde enero de 2017 -cuando Trump asumió la presidencia- hasta primeros de septiembre se han construido aproximadamente 507 kilómetros del llamado "nuevo sistema de muro fronterizo", que además de barreras con balizas de acero incluye patrullas, carreteras adaptadas a todas las condiciones climáticas, iluminación, cámaras y otras tecnologías de vigilancia como sensores o drones.
Si se comparan los números con las cifras que maneja Trump, no hay apenas diferencia.
Lo que sucede es que la mayor parte de los 507 km construidos, unos 451 kilómetros, son sustituciones o reparaciones de estructuras ya existentes que estaban deterioradas (421 km de barreras primarias y 30 km de barreras secundarias).
En conclusión, únicamente se han construido 56 kilómetros de muro nuevo, de los cuales 43 km corresponden a vallas secundarias, lo que nos deja un total de 13 km de barreras primarias totalmente nuevas.
El hecho de que el gobierno no haya podido avanzar en la construcción de un muro totalmente nuevo se explica por varias razones.
Una de ellas es la ya mencionada dificultad para construir en zonas donde la naturaleza se impone, especialmente en las inmediaciones del río Grande.
También hay que tener en cuenta que muchas de las zonas libres de barreras se encuentran en tierras de propiedad privada y sus dueños no están dispuestos a permitir que se erija un muro en su terreno.
A diferencia de los estados del oeste, donde gran parte de la tierra está bajo control del gobierno, hay cientos de granjas en la ribera del río, ranchos y otras propiedades en manos privadas en Texas.
Algunas carecen de registros de propiedad, otras están en manos de múltiples herederos.
El gobierno planea hacer uso de su derecho de expropiación para adquirir los terrenos, pero el proceso es lento e implica acciones legales que se pueden prolongar en el tiempo.
A estos obstáculos se les suma la falta del presupuesto total necesario para completar la construcción prometida.
Lo que nos lleva al siguiente punto: ¿quién está pagando por el muro?
El 25 de enero de 2017, Trump firmó un decreto que autorizaba la construcción del muro en la frontera sur.
Pocos meses después, en abril, Trump tuvo que renunciar a hacer la obra en su primer año fiscal como presidente, como era su promesa.
El mandatario insistió en que la gran obra de infraestructura sería financiada por México.
El entonces presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, rechazó esa afirmación y aseguró en varias ocasiones que su país no pagaría ningún muro.
Y en su reciente encuentro en la Casa Blanca, tanto el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, como Trump evitaron hablar del delicado asunto.
Aun así, el mandatario estadounidense insiste en que México "está pagando" el muro, algo que los datos oficiales también contradicen.
Según la CBP, la financiación para la construcción procede de los Departamentos de Seguridad Nacional, Defensa yTesoro.
Esto ha sido posible gracias a la declaración de estado de emergencia nacional en la frontera firmada por Trump el 15 de febrero de 2019 y que todavía está en vigor.
El presidente justificó que la declaración era necesaria para proteger al país de una "invasión de drogas y criminales" procedente de México y que supone "un grave riesgo para la seguridad nacional".
La medida le permitió desviar para el muro 6 mil 300 millones de dólares de partidas presupuestarias del Departamento de Defensa para la lucha contra las drogas.
A esa cantidad se le sumaron 3 mil 600 millones de dólares del presupuesto del Departamento de Defensa para construcciones militares más unos 3 mil 400 millones de dólares de los presupuestos anuales de la CBP (que depende del Departamento de Seguridad Nacional).
Todas esas partidas más los mil 375 millones de dólares que sí fueron aprobados por el Congreso en 2018 suman un total de unos 15 mil millones de dólares, una cantidad inferior a los 25 mil millones de dólares inicialmente presupuestados para la construcción del muro.
En cualquier caso, ninguna de estas partidas parece proceder de México.
BBC Mundo se puso en contacto con el equipo de campaña de Trump para aclarar las discrepancias en los datos de construcción y financiación y nos remitieron a la Casa Blanca.
Hasta ahora no hemos obtenido respuesta.
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